Don't Be A Fool

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Capítulo 27

Mi fin de semana había terminado, había sido repetitivo como todos los demás, con las actividades de siempre: leer, preparar la comida, comer, hacer tareas y estudiar, y de nuevo leer.

Salté exaltado y respirando frenéticamente después de la terrible pesadilla que había tenido; la deje a un lado y miré mi teléfono, marcaba las 8 a.m., aún faltaban 4 horas para mi encuentro con Sebastián, pero no estaba de más comenzar mi día.

Desayune junto a mi familia, la cual me recordó que debía estar en casa antes de las 6 p.m. para la cena, que, por desgracia, seria con la familia de Luisa. Mi hermano estaba encantado con aquella noticia, a mí solo me causaba dolor de cabeza.

Volví a mi habitación y saqué mi mejor ropa, debía deslumbrar a Sebastián, que su mirada solo estuviera sobre mí. Tome unos jeans rasgados de las rodillas, mis converse negros y una camisa roja a cuadros negros; miré por la ventana y el cielo anunciaba que probablemente llovería; tome mi sudadera negra y me dispuse a tomar una, no muy larga, pero, sí relajante ducha.

Salí de mi casa poco antes de que dieran las 12 y ansioso esperé en aquella esquina llena de promesas. Estar ahí me hacía sentir tranquilo y en cierto modo relajado. En ese mismo lugar empezó nuestra historia, empezó con un beso... pero, ¿cómo terminaría? Nunca había sido fan de los finales, siempre me quedaba con ganas de más, con el deseo de que lo interminable se mostrara ante mí, pero sabía que eso era imposible, algún día no volvería a tomar su mano y él estaría tan lejos de mí como yo de él.

Su grave, pero hipnótica voz, me sacó de mis deprimentes pensamientos. Me quede si habla al verlo, lucía un pantalón negro, una camisa blanca y sobre ella un suéter de lana azul, llevaba zapatos de vestir y me sentía completamente fuera de sitio con mis converse. Su cabello acomodado de lado, dejaba expuesto el lado izquierdo de su rostro, de su hermoso y fascinante rostro.

- ¿Nos vamos? - preguntó mientas me tomaba de la mano.

Sentí en mi estómago alas de mariposas revolotear, necesitaba agua para ahogarlas y no hacer alguna tontería que arruinara nuestro día.

Caminamos tomados de la mano hasta la parada del autobús que nos llevaría a tener un día excepcional. El chófer de unos 40 años nos hizo un gesto de desagrado cuando subimos, simplemente lo ignore, sabía que estar al lado de Sebastián implicaba este tipo de cosas, si me atormentaban nunca sería feliz. Tomamos asiento unos cuatro lugares detrás del chófer, el cual, nos miraba por el espejo retrovisor. ¿Acaso esperaba que nos besáramos para bajarnos? El estómago me dolía de solo pensar en cuantas más personas pensaban de ese modo.

Sebastián me miraba intrigado, pero no preguntaba qué pasaba, tal vez era demasiado obvio. Nos limitamos a mantener un poco de distancia para no causar ningún alboroto innecesario.

Llegamos a un hermoso parque, con hermosos y frondosos árboles que anunciaban la llegada del verano. Después de comprar helado nos sentamos debajo de un árbol.

- ¿Pasa algo? - preguntó Sebastián mientras sus ojos desbordaban preocupación.

-No. Bueno, es solo que... -Me recargue en su hombro, de esa manera no vería con que expresión hablaba. - ...sé muy bien que no me debe importar, pero, la forma en que la gente nos ve.

-No debe importarte, siempre será así. Habrá gente que te acepte y otra que no, pero, no tenemos tiempo para preguntarnos qué hacer para que la gente deje de mirarnos como si fuéramos algo malo, algo desagradable- se acomodó de forma que nuestros ojos se encontraron, tomó mi rostro con la mano que tenía desocupada y se acercó a mí, me besó llenándome de tranquilidad, como solo él lo hacía. –Fresa- dijo, como si estuviera adivinando el sabor de mi helado.

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora