Capítulo 16.
Entré a su cómodo departamento de paredes blancas. Ella se metió a la pequeña cocina y me pidió que dejara mi ropa mojada en la lavadora del baño y que de paso me duchara mientras ella hacia la cena.
Mientras el agua caliente se llevaba mis preocupaciones por lo que había pasado con Sebastián e Isabel, enjaboné mi cuerpo y después mi cabello, salí y una vez seco me vestí con el pijama que siempre dejaba en ese departamento.
-Entonces tuviste un día muy bonito- afirmó mi tía con una hermosa sonrisa.
-Y vaya que lo fue -dije sorbiendo de mi taza con cuidado para no quemarme.
-Ya les he avisado a tus padres de tu estancia aquí. Ya sabes, al principio se negaron como siempre, pero he usado mis poderes- agitó sus dedos como si fueran mágicos.
Ambos reímos hasta que el sonar del teléfono de Sebastián me distrajo. Mi tía me miró confundida. Me levanté y contesté con voz temblorosa.
- ¿Sí? –del otro lado hubo una pequeña charla.
-Danny... menos mal que eres tú -la voz de Sebastián desprendía alivio. Seguramente llamaba desde el teléfono de su primo. -No me di cuenta hasta ahora de que lo había dejado. ¿Nos vemos mañana, en la calle de siempre?
Razoné sus palabras, y me sentí aliviado. No me había evitado, solo lo había olvidado.
-Claro, no hay problema. Mañana a la hora de siempre -miré de reojo a mi tía, se levantó y fue a la cocina, pero enseguida volvió.
-Gracias. Por cierto, tengo algo que contarte, así que llega unos minutos antes.
Seguramente se trataba de Isabel. Karl tenía razón. Me arrepentí de haber desconfiado de él.
Terminé la llamada y mi tía seguía mirándome. Esperando a que le confesara lo que pasaba. Era muy persuasiva, seguro que ya lo sabía.
-Listo, olvidó su celular –expliqué riendo. -Quería rectificar que sí lo tenía yo –dije y seguí con mi cenando.
Ambos terminamos y la hora de dormir llegó. Me dirigí al pequeño cuarto de invitados. Las cuatro paredes blancas y la luz que se colaba por la ventana hacían sombras que me erizaban la piel cuando tenía 8 años. Mis padres le pedían a mi tía que nos cuidara a mi hermano y a mí siempre que ellos debían salir por trabajo. En ese entonces mi tía ya no vivía con su difunto esposo, el cual falleció junto a el primer hijo de mi tía, el pequeño Eric.
Me senté en la cama con sabanas azules y dejé la puerta abierta, mi tía se adentró y se sentó frete a mí. Sabía que yo necesitaba decirle algo.
-Tía...- la voz me tembló - ¿Qué opina de mí?
Sus ojos se abrieron y me dio una media sonrisa. -Eres un chico increíble... y te amo como a un hijo, ¿por qué? -tomó mi mano y la puso sobre su regazo.
-Tía... -respiré hondo. -Me gusta un chico -cerré los ojos y esperé su respuesta, sus manos apretaron con delicadeza las mías y suspiró.
- ¿Y eso qué? –me preguntó tranquila.
La miré confundido. ¿No me había escuchado? Le acababa de decir que me gusta un chico, mis padres me hubieran abofeteado ahí... Pero ella actuaba tan... tranquila.
Suspiré y sentí mi pecho llenarse de alivio.
- ¿Qué me puedes contar del afortunado?
-Se trata de... -miré a todas partes menos a ella. –Sebastián, es un chico muy bueno y...
-Si llega a hacerte daño nunca lo perdonare –afirmó frunciendo sus cejas.
-No, nada de eso. Es un buen chico y es muy lindo- sonreí y me sonrojé ante lo que decía.
Esos pequeños ojos tranquilos negros como su cabello, su sonrisa y esos hoyuelos en sus mejillas, sus pecas debajo de sus ojos y por toda su piel morena... regadas por sus hombros y espalda. Era hermoso.
-Me alegra ver que estas feliz con eso. Pero... - su semblante se volvió serio, - ¿tus padres lo saben?
Negué frenéticamente con la cabeza. No, ni loco se los contaba.
-Si tengo suerte me mandan al otro lado del mundo –contesté molesto-. No creo que sea buena idea. Me aterra pensar lo qué me harán.
-No son tan malos –me regañó riendo. -Tal vez solo tengan una larga charla contigo, ya sabes esas que damos los padres cuando los polluelos debes salir del nido -me miró a los ojos, sus ojos miel brillaban.
-Tiene razón -suspiré por décima vez en el día. -Necesito un poco de tiempo, pero cuando esté listo -hice una pausa y pensé bien lo que estaba a punto de prometer -...cuando esté listo se los diré.
Asintió con una sonrisa y se marchó a su habitación. Me metí en la cama y tomé mi teléfono, estaba por mandarle un mensaje a Sebastián, pero recordé que yo tenía su teléfono, me moví un par de veces en la cama y del otro lado miré el teléfono de Sebastián. Me pregunté qué clase de cosas tendría ¿con quién hablaba? ¿mantenía contacto con Isabel o Michelle?
Mordí mi labio y pensé en tomarlo y revisarlo, no tenía contraseña y estaba tan cerca de mí. Solo debía salir de la cama y tomarlo de la mesita de noche que estaba a unos pasos de mí. Sería tan fácil. Pero me detuve. No podía hacer esto, confiaba en él y no tenía por qué revisarlo sin que él lo supiera. Me cubrí hasta la cabeza con las sabanas que me cubrían el poco frío que hacía y me dispuse a dormir.
"Confía en él" me repetí mentalmente hasta lograr dormir.
A la mañana siguiente salí de la casa de mi tía y caminé a la mía, me costó un par de minutos llegar y encontrarme con mi hermano desayunando en la sala, con mis padres.
- ¿Qué tal tu noche? - preguntó mi madre mientras tomaba su té.
-Muy bien, ayer fue un día cansado y mi tía me ha consentido mucho -les dedique una sonrisa, pero ninguno me estaba mirando. Mi padre bebía su café mientras leía el periódico y mi madre se había puesto a charlar con mi hermano.
Subí a mi cuarto y me puse el uniforme de la escuela, tomé mi mochila con las 4 materia que me atormentarían, sin olvidar el teléfono de Sebastián, salí después de tomar un vaso de jugo de uva. Camine a la calle de siempre y Sebastián ya estaba ahí.
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A tu lado. (BL) ■TERMINADA■
RomanceDanny es un chico que tras conocer a Sebastian, comienza a hacerse la idea de qué es la felicidad y querer a alguien. Sebastian es el chico por el cual Danny tiene la cabeza en otra parte. ¿Qué es Danny sin Sebastian? -Terminada-