Excursión.

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Capítulo 14.

El día de la excursión llegó. Me encontraba durmiendo plácidamente en mi cálida habitación, el molesto y repentino sonar de la alarma hizo que saliera de mi dulce y profundo sueño. Inmediatamente me levante, tome una ducha y me vestí con el uniforme de deportes de la escuela. Baje a la cocina y desayune, tome mi teléfono y revise algunos mensajes, la mayoría eran de mis compañeros hablando de la excursión de hoy.


Un mensaje llamó mi atención "Hoy será especial", el mensaje era de Sebastián. Hace unos días comenzamos una relación, algo que a me mantenía feliz pues esta segunda oportunidad tenía las mejores partes de mi vida; al ver su mensaje sentí ese leve sonrojo que solo él me provocaba.

Salí de mi casa y me dirigí a la escuela, una vez allá me dirigí a buscar a Sebastien. Por desgracia solo lo mire con su primo Adrián. Aytana, me preguntó la razón del porqué no estaba con él. Mire a su tutora y ella compendio la situación.

El transporte llegó y el viaje comenzó. Todo el camino al parque mis amigos se encargaban de hacer el viaje un poco menos aburrido, contábamos chistes, anécdotas y comíamos.

Por un momento me quede dormido con la seguridad de que mi amigo Karl no permitiría que los demás me molestaran. Todo el camino Isabel solo nos observaba nostálgica. No quiero sonar cruel, pero se lo merecía, no quiero sonar hipócrita, pero me dolía verla así, había cometido errores, pero aun así era demasiado que la excluyéramos.

En cuanto llegamos tome de la mano a Aytana y corrí con ella a encontrarme con Sebastián, no sabía cómo actuar, no sabía si su primo ya sabía de nuestra relación, era incómodo.

-Hola- dije mirando a Sebastián.

-Hola. Adrián, él es Danny, mi pareja- y mis dudas y nervios se disiparon.

-Hola, soy Adrián- esbozó una sonrisa mostrando sus dientes. Era muy contrario a Sebastián, tiene ojos miel y su cabello es de un castaño claro, es coqueto y sonríe mucho. Tal vez lo había visto en casa de Sebastián, pero no lo recordaba.

Nos encontrábamos en una fila para entrar, mis nervios seguían y solo miraba a Aytana la cual se burlaba interiormente al verme de esa forma. Sebastián me miró y me entrego su chamarra. Amaba que hiciera eso, me hacía sentir protegido.

Me la puse, me miro y sonrió. - Te queda bien-dijo y siguió su conversación con su primo.

Mientras estábamos en la fila, una chica miro a Sebastián, volteo y susurro algo a su amiga, aun sin quitarle la mirada de encima. Sentí un gran impulso guiado por los celos y lo abracé. Mire a la chica diciendo con la mirada "es mío". Levante una ceja y la chica solo me miró sorprendida y apartó la mirada disgustada, sonreí victorioso.

- ¿Qué ocurre? - me preguntó Sebastián intrigado.

-Nada, solo... esa chica te miro yo...

-Te has puesto celoso -afirmó teniendo toda la razón del mundo.

Odiaba que lo miraran así, me llenaba de celos. Después de lo ocurrido con Michelle mi seguridad se había destrozado. Tenía miedo. Solo lo miré y asentí.

- ¿Esa chica? no lo note -dijo mostrándose indiferente ante la situación.

La fila terminó y una vez dentro, Sebastián y yo no subimos a algún juego juntos pues, Sebastián estaba con su primo y yo con Aytana

Cuando el momento de estar juntos llego, la emoción se desbordaba, Aytana capto mis indirectas y actuó llevándose a su lado a Adrián.

Y ahí estábamos Sebastián y yo, haciendo referencias absurdas y riendo de las tonterías que decíamos, mientras nos tomábamos de la mano, y caminábamos los dos felices. Aytana no dejaba de desbordar emoción detrás de nosotros. Nos subimos a juegos que me causaban terror, pero al estar a su lado me sentía bien, así que las náuseas y miedos, pasaron a segundo plano.

Decidimos subir a un barco, parecía esos pequeños juegos que se ven en las ferias pequeñas, pero esta no era una feria pequeña, el juego era enorme. Mientras miraba esperando en la fila, me tome el tiempo de analizar como funcionaba. El barco se balanceaba por los aires iba y venía, creí que era todo y mi estómago no objeto sobre subirnos, los gritos desgarradores de los que se encontraban ahí me hicieron mirar, estaba dando una vuelta entera, mi estómago se agitó de solo verlo.

- ¿Listo? - me preguntó Sebastián mientras me tomaba de la mano y sonreía.

Negué con la cabeza. No tenía ni fuerza para hablar.

-No pasa nada, nos sentaremos juntos y en el centro, no sentirás nada.

Mentiroso, el estar en el centro no impediría que estuviera de cabeza.

La fila terminó y llegó a nosotros. Por el otro lado las personas bajaban, unas sonrientes y riendo, otras vomitando y con las piernas como gelatina.

Mire a Sebastián y con la mirada le rogue que recapacitara, pero solo sonrió, me abrazo de la cintura y seguimos avanzando.

- ¿Podemos ir en el centro? -preguntó a la chica cadenera del juego.

Ella le sonrió y apretó su busto con sus brazos.

-Lo siento, pero ya los han ocupado -se disculpo con una voz muy melosa.

Mire a tras de ella y estaba diciendo la verdad.

-Quedan los de allá -señaló a lo más alto del barco.

Sebastián me miró y alzo los hombros como diciendo: "No queda de otra".

La fila ya era muy larga y no quería volver a formarme. Asentí nervioso y tomé la mano de Sebastián.

Me senté y él se sentó a mi lado, nos abrochamos el cinturón de tres puntos y un chico apuesto nos aseguró apretando el cinturón en X.

-Vomitaré -advirtió Sebastián. Y era muy convincente hacia unas horas habíamos comido Pizza junto Aytana, Karl y su primo.

-Por favor no- le rogué.

La chica de hace un rato apretó unos botones en la caja de control y comenzamos a movernos.

Apreté con fuerza la mano de Sebastián y él la mía, respire hondo y mi cuerpo se dejó llenar de adrenalina. Al dar la primera vuelta intenté gritar, pero me fue inútil porque simplemente no podía.

Bajamos y mis piernas temblaban cual gelatina.

Gritábamos eufóricos, ante la adrenalina de los juegos mecánicos, la sensación de estar en esos juegos y estar a su lado se juntaban y me hacían desear que el día nunca acabara.

Mientras caminábamos, llego por detrás de mí y me abrazo. Creí que no era algo nuevo o incluso raro, hasta que sentí una de sus manos pasar por mi pecho y la otra en mi espalda baja descendió hasta llegar a trasero. Un sin fin de emociones provocaron que mi mente colapsara sin saber qué hacer. Por un momento pensé en golpearlo. Por otro, abrazarlo sin decir palabra alguna, o correr y esconderme hasta que mi sonrojo se disipara.

Aytana y Adrián nos miraron sorprendidos. Sebastián me miro y rió.

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora