¿Quién realmente soy?

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Capítulo 18.

Mientras caminábamos a la casa de Sebastián su celular sonó.

- ¿Si? -contestó interrumpiendo nuestra conversación. –Entiendo. Voy con Danny. -Rio y me miró- Dice mi madre que limpiemos si ensuciamos –dijo con voz sexy y un escalofrió recorrió mi espalda.

Me sonrojé y mordí mi labio ahogando mi sonrisa.

-De acuerdo. Las esperamos para comer. Adiós -colgó y me tomó de nuevo de la mano.

- ¿Todo bien? -pregunté.

-Sí. Salieron y llegarán en una hora aproximadamente.

Nos adentramos a su cuarto, y como siempre yo lo escuchaba atentamente hablar sobre los planes que tenían a futuro los integrantes del consejo estudiantil y si me lo pedía le aconsejaba.

-Por cierto, el chico al que ayudaras. ¿A qué lo ayudaras? -me preguntó restándole importancia al asunto.

-Solo le pasaré algunos apuntes, estuvo fuera por un mes y no quiere reprobar –le expliqué, no era del todo una mentira.

-Le gustas –afirmo con desdén.

-No... –contesté con una risa nerviosa.

Él se sentó frente a mí, en la orilla de la cama, me miró a los ojos. Yo sentía como el miedo me revoloteaba en el estómago.

-Mentiroso -susurró. Rompió la distancia que solo el aire llenaba entre nosotros y me beso. Se levantó y yo hice lo mismo sin separarnos, bajó sus manos hasta mis caderas y las pego a él e intensificó nuestro beso. Aunque me temblaban logré levantar mis brazos y rodear su cuello con ellos, pasé mis manos por su cabello y enrede mis dedos en él, acercándolo más a mí. Algo en su cadera se presionaba contra mi abdomen y mi libido hervía.

Nos separamos al escuchar su teléfono.

Suspiró y carraspeó.

-Hola -dijo algo molesto, pero tratando de no lanzar el teléfono por la ventana. -Madre. Estábamos por terminar una partida en el XBOX.

Deje de acomodar mi cabello para mirarlo y reír.

-Muy bien. Bajamos enseguida- colgó y sonrió. - ¿De qué te ríes? –me preguntó divertido.

-Vaya partida –bromee.

-Bajemos, están por llegar –me ordenó sonriendo.

Ambos bajamos las escaleras y entramos a la cocina.

- ¿Qué tal Danny? –me saludó su madre con una hermosa sonrisa. Llevaba su cabello suelto como de costumbre y ropa deportiva.

-Hola señora Andrea –saludé mientras tomaba asiento en la silla que Sebastián había abierto para mí.

-Hace calor allá arriba. –No sabía si su abuela nos hacía una pregunta o era una afirmación.

-No....- conteste mostrando una expresión inocente.

Sebastián rio y negó con la cabeza.

Me miré en el reflejo de mi celular y toda mi cara parecía una manzana, había olvidado que aquel beso me había dejado sonrojado.

-Un poco sí -corregí y su abuela soltó una risita divertida.

Comí en compañía de esas personas que se volvían cada vez más especiales para mí. A veces Gina, la abuela de Sebastián, hacia alguna broma referente a mi relación con él, pero lo negábamos avergonzados.

Al terminar miré la hora y ya pasaban de las tres, era hora de volver a mi casa antes de que mi hermano llegará de sus clases de violín.

Sebastián me acompañó a la misma esquina de siempre, y llegué en cuestión de minutos a mi casa.

Subí a mi habitación y me tiré en mi cama. Pensé en el beso que compartimos en su habitación y la misma chispa que recorrió mi espalda en ese momento revivió en mí. Nunca imagine qué me sentiría tan bien, tan vivo, después de besarle.

Necesitaba distraer mi mente para borrar ese libido guardado. Tomé mis libros de texto, bajé al comedor y me dediqué a hacer tarea.

Después de un par de horas mi hermano llegó y me acompañó en la mesa a hacer tarea. Charlamos sobre sus clases de violín y fue la charla más larga que teníamos desde hacía unos cuatro días. Y después de un rato mis padres se nos unieron para tener una cena en familia.

Sebastián y yo teníamos familias muy diferentes.

- ¿Por qué estás de mal humor madre? –le preguntó Abraham, mientras yo recogía los platos de la cena y volvía a poner mis cuadernos.

-Otro modelo se fue –dijo enojada. –Se fue a vivir con su pareja fuera del país.

-Pero eso es bueno, amor –defendió mi padre.

-No, era un chico. Se fue con otro hombre –gruñó mi madre.

Al escuchar sus palabras me distraje y tiré mis cuadernos antes de ponerlos en la mesa.

-Lo siento –me disculpé. Mientras los recogía podía sentir sus miradas sobre mí.

-Qué horror –declaró mi padre.

Sentí un golpe justo en el estómago.

-Una sola persona ha echado a perder el trabajo de meses y sino encuentro un modelo para mañana se cancelará el desfile y no solo eso, se gastará mucho dinero –chilló mi madre.

- ¿Y él se quedará sin trabajo? –hablé antes de poder razonar lo que decía. Me miraron confundidos.

- ¿Acaso eso importa? –dijo mi hermano frunciendo el ceño. -Ha hecho perder tiempo y dinero.

-Tiene razón tu hermano, Danny –mi padre le dio la razón a mi insolente hermano. Todos eran unos egoístas.

-Sí, perdón –dije muriendo de vergüenza. –Iré a terminar mi investigación a mi cuarto, necesito la computadora. –Me dieron las buenas noches y con la miraba baja me retiré.

Me encerré en mi habitación y me deslicé hasta es suelo recargado en la puerta. Ahogue mi llanto soltando solo pequeños sollozos. Me parecía ridículo lo egoístas que podías llegar a ser. El valor que me había dado mi tía para poder confrontarlos se disipó.

Guardé mis cuadernos en mi mochila y me acosté en mi cama, revisé mi teléfono y tenía una llamada de Sebastián e inmediatamente se la devolví.

-Hola -saludé algo nervioso. Me puse de pie y caminé por el cuarto.

-Danny, creí que estarías dormido -su voz sonaba somnolienta, seguro ya estaba por irse a dormir.

-Estaba terminando los deberes de Matemáticas y vi que me llamaste.

-Sí, sobre eso... quería disculparme. Lo que pasó en mi cuarto fue un poco exagerado y no quería ponerte incómodo...

-Me gustó -lo interrumpí. Sentí una oleada de vergüenza recorrerme.

- ¿Eh? -sonaba atónito. Seguro no esperaba una respuesta como esa.

-Sí, fue inesperado, pero fue nuevo -confesé mientras mi voz sonaba cada vez más chillona.

Rio y noté que eso había sido incómodo, cambié el tema y después de unos minutos terminamos la llamada con una despedida llena de promesas.

Y dormí pensando en lo que había ocurrido a lo largo del día...
Sabía que tarde o temprano debía confesar a mis padres quien realmente soy.

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora