A tu lado. (BL) ■TERMINADA■

Perder a alguien.

Capítulo 26.

Llegó la penúltima hora y el maestro se ausentaba. Me sentía mal, me sentía rechazado y cansado. Solo quería ver a Sebastián, correr a él y abrazarlo, dejar mis problemas a un lado y llenarme de su buena energía, aunque, no sabía si era suya o se creaba cuando estábamos juntos.

- ¿Pasa algo? Te ves muy distraído y cansado ¿Has dormido bien? - Aytana estaba preocupada, no quería que su preocupación aumentara, así que solo asentí y culpe a las pesadillas que me atormentaban desde pequeño. - ¿Esta vez que fue? - Hizo un puchero y solté una risita divertido. -Adivino, zombies -hizo una pose tonta fingiendo ser un ser que volvió de la muerte solo para saciar su hambre de sesos humanos -No, la niña en las escaleras de nuevo- me levantó una ceja y sonrió.

-No, nada de eso. Solo... –suspiré, - perder a alguien. –Me recosté en mi mesa y cubrí mi cara con mis brazos. -Tengo miedo –susurré y sin poder evitarlo comencé a llorar.

Aytana no entendía que pasaba. Le pidió permiso al encargado de clase para que saliéramos a tomar un poco de aire, me dolía la cabeza de llorar y me sentía mareado.

- ¿Qué pasa, Danny? - se sentó a mi lado y limpió mis rojos e hinchados ojos con la manga de su camisa.

-Mi hermano me odia -me miró confundida. –Ayer Isabel fue a mi casa y Abraham la escucho decir que yo era gay –sus ojos se llenaron de enojo y apretó sus puños a sus lados. - Creí que podía convencerlo de que ella bromeaba, pero me ha evitado toda la mañana y... - respiré hondo para no volver a llorar -...y tengo miedo de perder a Sebastián.

-Hablare con esa víbora. Le ensañare que, si se mete contigo, se mete conmigo.

La tomé del brazo y la detuve. No quería que ella también saliera lastimada.

-No es necesario, me las arreglare con ella –sonreí y mis ojos le imploraban que no hiciera una locura.

-Volvamos a clase y ya luego me explicaras que hacia ella en tu casa -me levanté y ambos caminamos escaleras arriba.

-Danny -me llamó Sebastián desde el final de las escaleras, me asusté y por poco caigo.

-Sebby -susurré y corrí escaleras abajo tratando de no tropezar y caer antes de poder llegar a él. Me abrió sus brazos recibiéndome con un cálido abrazo. No quería despegarme de él, pero después de un momento fue necesario.

-Vayamos juntos a casa. Tenemos que planear que haremos el lunes –me recordó. Claro, lo había olvidado: tendríamos una cita.

Sonreí y asentí alegre.

Oh... Sebby, solo tú me llenas de luz en un día nublado.

Me despedí de él con un rápido y discreto beso, y subí de nuevo con Aytana, ella me miró sonriente y negó divertida.

-Isabel tiene suerte de no estar aquí, ya la hubiera lanzado por la ventana –gruñó Aytana mostrándose más que molesta. No la culpaba, diariamente me sentía de esa manera.

-No importa, hablaré con Sebby y encontraremos una solución a este problema- me senté y notablemente mi humor era diferente.

El profesor de la última clase llego; Wilfrido, el profesor de música se mostraba divertido al hacer bromas sobra la tranquilidad que se hacía notable ante la ausencia del ruido de Isabel. Terminó su clase y lo esperé para conversar con él sobre algunas dudas que tenía sobre el tema que habíamos visto.

-Es muy fácil, Danny- afirmó mientras bajábamos las escaleras. -Cuando regresemos de la semana de vacaciones te ayudare con eso.

Asentí y levanté la mirada para enconarme con la de Sebastián, le sonreí, pero el solo desvió la mirada.

- ¿Cómo va todo con él? - susurró el profesor muy cerca de mi oído. Me crispe al sentir su voz tan cerca de mi oído. Se disculpó por asustarme y me pidió que le diera noticias cuando estuviera listo. Asentí y él caminó al aula de maestros.

Sebastián se acercó a mí y me rodeo los hombros con su brazo acercándome a él.

- ¿De nuevo el maestro? - su voz era grave y parecía estar irritado.

-Para nada, solo le pregunte por el tema que vimos hoy- me asustaba ver a Sebastián así, me sentía idiota por hacerlo sentir así.

-Yo pude ayudarte –su tono era de reproche.

Salimos de la escuela y no hablé hasta que nos desviamos hasta llegar a una calle poco concurrida.

- ¿Que hacemos aquí? - pregunté mientras Sebastián me hacía sentir pequeño con solo su mirada. Sus brazos a los costados de mi rostro me acorralaban.

-Yo intento controlar mis ganas de besarte.

Un torbellino de emociones me agito el estómago, sentía mi cara arder y se me dificultaba tragar saliva.

- ¿Por qué? - pregunté temeroso.

-Estoy molesto, celoso y nunca me había sentido así. No suelo expresar mis celos, pero esta vez... –Tomó aire y me derritió con la mirada. –Esta vez has ido lejos.

Sentí como mis sentidos se alteraban y mi corazón pegaba constantemente en el pecho. Sebastián cada día me mostraba una cara diferente, un Sebastián que me gustaba más que el anterior, que me volvía loco y me excitaba. Solo él lograba hacerme sentir así. Solo él me sorprendía de esa manera.

-No fue mi intención –expliqué mirando mis pies. Si seguía mirando su rostro sería yo quien lo besara y en esas circunstancias me daba miedo hacerlo. -Solo le he pedido ayuda con el tema, aparte, ya está casado y tiene una familia. Eres tú al que quiero y no tienes por qué ponerte así.

Suspiró y se alejó de mí. Lo miré y parecía estar más calmado.

-Perdón –susurré mientras lo envolvía en un abrazo.

-Está bien. Vamos a casa –me besó la frente y me tomó de la mano.

Mientras caminábamos hacia la calle donde nos despedíamos con la promesa de vernos después, le conté sobre lo que había hecho Isabel, al igual que Aytana se mostró irritado, aunque después me animo a confiar en que ella al final no sería más astuta que yo y arruinaría ella sola su propio plan. También planeamos nuestra salida y no trataba de ocultar lo feliz que me hacía la idea de pasar el tiempo con él.

Nos despedimos como todos los viernes, con un abrazo que duraba más que los anteriores 4 y por mi parte una disculpa por el malentendido con el profesor. Mis gustos no incluían hombres mayores.