Tan cerca, pero a la vez tan lejos de mí.

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Capítulo 36.


- ¿A dónde iremos? –me preguntó Sebastián mientras abría la puerta de su baño.

-Es una sorpresa –repliqué mientras lo esperaba sentado en su cama. Aytana se encargaba de decirme cómo iba todo en su casa por medio de mensajes.

-Pero si me incumbe debo saber –contestó mientras salía del baño. Solo llevaba una toalla en la cintura y otra en el cuello. Lo miré y al percatarme de su desnudes volví la vista a mi celular.

-Sí-sí... –tartamudeé sonrojado. –Pero creo que es más lindo si no lo sabes.

Me abrió la puerta para que saliera mientras él se vestía. Bajé a la cocina donde su madre se encontraba haciendo el desayuno.

- ¿Puedo ayudar? –pregunté.

La señora Andrea me sonrió y asintió. –Me ayudarías mucho –exclamó animada.

- ¿Qué le han planeado a Sebastián? –me preguntó bajando la voz. Aun cuando Sebastián no nos escucharía.

-Es una pequeña comida en su honor –expliqué comenzando la tarea que me había otorgado la señora Andrea: picar fruta.

-Qué bueno que tenga a un amigo como tú Danny –la miré y su sonrisa parecía llena de nostalgia.
Sentí mi pecho oprimirse. No... No estaría más con él no sería más "su amigo" pues pronto me iría.

Le sonreí y agradecí el cumplido.

Después de un rato, ya desayunados, salimos camino a casa de Aytana, Sebastián ya sabía de memoria el camino, así que le pareció raro que lo llevará por ahí. Intentó hacerme hablar. Le mentí diciendo que pasaríamos por ella para ir a otra parte.

Mandé un mensaje a Aytana antes de salir de la casa de Sebastián. El plan estaba yendo a la perfección. Incluso había olvidado que sería el día en el que le confesaría a Sebastián lo que el destino tenía para mí.

Bajamos unas calles más y al cruzar la calle, me distraje pensando en cómo reaccionaría Sebastián ante la sorpresa que nos aguardaba, un carro pasó frente a mí, sentí como alguien tiraba de mi por detrás: era Sebastián. No me había percatado del carro y caminé sin ver a los lados.

- ¡Fíjate mocoso! –me gritó el conductor sacando por la ventana su mano y haciéndome una muestra obscena de su enojo.

- ¡Idiota! –le respondió Sebastián. Se volteó a verme - ¿Estás bien?

-Sí, ha sido mi culpa, no me he fijado.... –contesté aún aturdido por el suceso.

Me abrazó y suspiró.

-Eres tan idiota a veces Danny –susurró y yo no pude contener una risita.

-Perdón...

Seguimos nuestro camino hasta llegar a casa de Aytana. Le mandé un mensaje rápido e inentendible.

Danny: Ksi legamls. *casi llegamos*

Al llegar abrí con la llave que me habían dado antes Aytana, Sebastián no paraba de mirarme confundido.

- ¡Sorpresa! –gritaron todos al unísono al vernos entrar.

Sebastián me miró y sonrió. Inmediatamente sus amigos lo abrazaron, todo su salón había asistido, algunos del mío también. Sonreí al ver que estaba feliz. Y sentí un hueco en mi corazón, pero inmediatamente cambié la cara al ver a Aytana dirigiéndose a mí.

- ¿Qué tal? -pregunto dirigiendo la vista a la decoración.

Su casa estaba llena de globos y serpentinas, había colocado las luces típicas de ella, no faltaban en sus fiestas.

-Perfecto –dije sonriendo.

La tarde pasó, entre bailes y charlas Sebastián y yo nos separamos, me metí a la cocina con Karl y el permanecía en la sala charlando con sus amigos.

- ¿No bailaras con él? -me preguntó Karl mientas me miraba por arriba de su vaso.

-Aún no, está muy ocupado –tomé de mi vaso e hice un gesto de asco. Odiaba el sabor de la cerveza.

-Danny... –se detuvo un momento. Lo mire mientras me levantaba a cambiar mi vaso por un poco de refresco. – ¿Amas a Sebastián?

Detuve mi acción y lo miré.

- ¿A qué se debe la pregunta?

-Solo mera curiosidad...

Asentí y le pregunté sobre cómo iba con los preparativos para su examen.

Después de una larga charla con Karl, salí un momento al patio trasero de la casa. Me senté en el pasto y miré el cielo. Era una costumbre que tenía cada vez que estaba triste.
Y vaya que lo estaba. Era tan molesto ver como Sebastián no sufriría como yo. Era egoísta pensar así, pero me dolía, me dolía que él simplemente me fuera a olvidar...

Metí mi cabeza entre mis rodillas y permanecí así hasta que una mano se posó en mi hombro.

- ¿Por qué estás aquí? –mire sobre mi hombro, era Sebastián.

-Tomé un poco y me dolió la cabeza –expliqué. Se sentó a mi lado. Se sacó su chamarra negra y me la coloco por sobre los hombros. Olía tan bien.
Permanecimos en silencio. Tomé una bocanada de aire y me decidí a hablar.

-Hace frío, entremos –dijo y se levantó.

No, debía decírselo ahora. Lo tomé de la playera, se volteó para mirarme. Quedé de rodillas frente a él.

-Me...iré –susurré. Me miró confundido. –Viajare a Inglaterra, en unas semanas me iré –confesé mirándolo a los ojos. Sentí mi mundo desmoronarse, sentía mi alma desgarrarse.

Me miró con las cejas fruncidas, se pasó la mano por el cabello y asintió con la cabeza.

-Perdón, no lo habían dicho antes...

-Está bien –me interrumpió. Tomó mi mano y me ayudó a levantarme. –Ya me hablarás sobre eso, entremos.

Entramos de nuevo a la casa de Aytana. Casi daban las 10 y era hora de terminar con todo eso. La madre y el padre de Aytana no tardarían.

-Bailemos, en una hora debo estar en casa y tú no has bailado conmigo –me susurró al oído mientras pasábamos a la improvisada pista de baile en la sala.

Sonreí y sentí mis mejillas arder.

Bailamos un rato. Me hizo olvidar el asunto del viaje. Pero a veces se colaba la imagen de su reacción, creía que se enojaría o se pondría triste, tal vez sorprendido, pero no, solo se mostró indiferente.

Dieron las 11 y después de ayudar a Aytana con el desastre que se había vuelto su casa, salimos de ahí.

Tomamos un taxi y nos dirigimos a su casa.

-Asíque... iras a Inglaterra –menciono restándole importancia al asunto, con lamirada perdida en lo que pasaba por la ventana. Tan cerca, pero a la vez tan lejosde mí. 

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora