Te necesito.

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Capítulo 28.


Entré a mi casa y la tensión se sentía en el aire. Los padres de Isabel se disculpaban mientras salían de la casa. Miré a mi madre y me frunció el ceño.

Isabel me susurró algo, pero no entendí de que se trataba. Los presentimientos me picaban y comencé a sentirme nervioso. Mi padre estaba sentado en la sala junto a mi hermano. Los examine buscando una explicación, pero ninguno me miraba. El aire me falto al ver el vestido que Aytana me había regalado en el suelo.

- ¿Quieres explicarnos esto? –dijo mi madre lanzándome con brusquedad las fotos con las que Isabel me había estado amenazando. Las tomé con torpeza y sentí un nudo en la garganta.

-Yo... –traté de buscar una excusa, pero era inútil, no debía seguir mintiendo.

-Eres gay –dijo mi hermano casi sin aliento. –Lo eres. Me mentiste. Me das asco –casi susurraba y parecía estar a punto de reventar.

-Danny ¿por qué? –preguntó mi padre mostrándose más tranquilo. –¡¿Por qué carajo tú?! –gritó.

Las piernas me temblaban. No sabía que decir. Sabía que ellos reaccionarían de una forma grotesca, pero esto, esto me estaba rompiendo.

- ¡Contesta Danny! –gritó mi hermano.

-No hay un porqué –murmuré.

- ¡Debe haberlo! –gritó mi padre. Mi madre lo tomó del brazo en cuanto se levantó del sofá. Retrocedí asustado. –Eres una decepción, Danny –caminó pasándome hasta el marco de la cocina.

-No me importa –mascullé con miedo. –El Danny que hay en esas fotos y el que usó ese vestido, ese soy yo. –Volteé para encarar a mi padre. Mi mejilla comenzó a arder y caí al suelo lastimándome el tobillo. Mi madre y mi hermano se levantaron sorprendidos. Por primera vez, en mi vida, mi padre me había golpeado. Mi mejilla ardía al rojo vivo de la piel lastimada y mis lágrimas constantes hacían arder aun más el área.

-Danny –chilló mi madre, pero solo eso, no se me acercó.

-Sal de mi vista –gruñó mi padre. Su palma estaba roja y respiraba con dificultad.

Con dificultad me levanté y subí las escaleras lo más rápido que mi tobillo lastimado me permitía.

Me recargué en la puerta después de cerrarla y me deslicé en ella hasta quedar sentado. No lo había hecho frente a ellos, pero ahora, en la obscura soledad de mi habitación, rompí en llanto. Estaba roto, ellos me rompieron, con palabras.

Me levanté y tomé mi mochila, metí una playera, el cargador de mi teléfono y ropa interior. Revisé los bolsillos de mi pantalón, y tomé mi cartera y mi teléfono, los guardé en la mochila y me la colgué en el hombro. Revisé mi habitación con la mirada una última vez para cerciorar que no necesitara nada más y cerré la puerta con cuidado. Pasé al baño y guardé mi cepillo dental.

Bajé las escaleras con cautela y en completo silencio. Escuché murmullos en la cocina, mis padres cenaban junto a mi hermano.

-He terminado -dijo mi hermano y se levantó de la mesa.

-No comentes nada más con tu hermano –dijo mi padre. –Ya mañana hablaremos con él- mi hermano asintió y caminó hacia donde yo me escondía, detrás de la puerta.

Corrí hasta la puerta y tomé unas de las llaves que guardábamos en uno de los cajones del pequeño mueble junto a la puerta.

- ¡Danny! ¿A dónde vas? - preguntó mi hermano mientras se acercaba a mí.

Azoté la puerta antes de que se me acercara más y corrí sin mirar atrás, incluso sin mirar a donde iba.

Me detuve a unas casas de la de Sebastián. Tomé mi teléfono y sonreí al ver una foto suya que siempre me animaba cada vez que lo encendía. Tomé aire y lo llamé.

-Hola, creí que llamarías antes. ¿Se alargó la cena? - su voz era animada, incluso sarcástica.

Sonreí y no pude evitar romperme de nuevo.

-Te necesito.

- ¿Pasó algo? –preguntó con preocupación.

-Estoy fuera de tu casa. ¿Recuerdas? Viviré contigo –reí tratando de contener el dolor que me provocaba la situación.

-En seguida salgo.

Me senté en la acera y esperé a que saliera. No pasó más de un minuto y la puerta de su casa se abrió dio unos pasos fuera de ella y me buscó con la mirada. Lo observe divertido por un momento y me levante, le hice señas con la mano y aliviado caminó hacia mí.

- ¿Qué ocurrió? - No contesté, solo lo abracé y lloré de nuevo. Me abrazó y esperó en silencio a que terminara.

-Me rompieron, solo hablaron y me quebré...- murmuré aun con mis lágrimas mojando su pecho.

Me alejó de él y me miró a los ojos, me abrazó y me murmuró al oído: -quédate en mi casa. Ya mañana hablaremos de esto.

Lo abracé y mi llanto paró. Sí, necesitaba descasar y estar en un ambiente menos estresante.

-Pero ¿Tú madre estará de acuerdo? - pregunté limpiando mis ojos con la manga de mi sudadera.

-De no hacerlo, dormirás en el patio. –Aun después de todo, tenía un poco de ánimo para reír de sus comentarios. ¿Por qué? ¿Por qué después de todo, por el simple hecho de estar a su lado, aun cuando la razón era que él había aparecido en mi vida... yo aun quería estar a su lado?

Lo abracé por última vez y nos adentramos es su casa.

Su familia estaba reunida. Reían, parloteaban e incluso los más pequeños jugaban. Algo no pasaba en mi familia. Mi familia no se reunía seguido, de parte de mi padre las cenas eran para hablar de negocios y proyectos a futuro. En la de mi madre casi no se reunían y cuando lo hacían era una reunión monótona donde nadie se hablaba.

-Danny, ¿Qué te trae por acá? -me preguntó Andrea, la madre de Sebastián. Lucía un hermoso vestido menta hasta la rodilla y su pelirrojo cabello caía en rulos por la espalda.

-Pues...

¿Qué debería decir? "Me echaron de mi casa porque su hijo me gusta" ¡No!

-Ha tenido un problema con su familia –explicó secamente Sebastián.

- ¿Es tu novio? –preguntó un niño de unos 5 o 6 años.

-Es mi amante –bromeó Sebastián dirigiéndose al niño.

El niño levantó una ceja confundió.

-Soy su amigo –respondí amablemente.

El niño me sonrió y salió corriendo a jugar con los demás.

Mi teléfono comenzó a sonar, le eché un vistazo y sentí como un nudo me asfixiaba.

- ¿Todo está bien? - me preguntó su madre.

Solo asentí y sonreí despreocupado, sabía que si pronunciaba una sola palabra, rompería en llanto de nuevo.

-Iremos a mi habitación –anunció Sebastián.

Me di media vuelta y toda su familia me observaba. Nunca creí que estar en una situación así sería tan incómodo. 

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora