Rastros de dolor.

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Capítulo 6.


La noche del baile había llegado y el pensar lo que estaba por acontecer me helaba la sangre. El fin de semana no tuve contacto alguno con Sebastián, pero era todo lo contrario con Yoli, cada día era más atenta y me buscaba más.

Tomé mi anillo y lo retire de mi dedo anular. Peine mi café y desastroso cabello, me vestí con el traje blanco que mis padres habían comprado para lo ocasión y salí de mi casa, esperé a Yoli fuera de la escuela, mirando al suelo, pues no quería presenciar la llegada de Sebastián tomando a Michelle.

Suspiré al ver que ya tardaba y decidí adentrarme y ver si no estaba dentro esperándome, me reuní con mis amigos y conversamos sobre lo genial que había quedado todo. Después de un rato Yoli llegó, no le preste mucha atención a cómo se veía pues no era de mi interés, pero por otra parte me sentía obligado a hacerle algún cumplido al -muy corto para mi gusto- vestido azul o a sus zapatos, debía ser caballeroso.

Después de un rato, Sebastián entró solo, no había rastro de Michelle, por más que la buscara no la veía. Después de un rato me llené de valor para hablar con Yoli, era el momento de terminar con esto, debía hablar con Sebastián y arreglar todo tal vez incluso le pediría que intentáramos de nuevo ser una pareja, dudé ante esa idea, no estaba seguro de si sería correspondido por segunda vez. Quise tomar mi anillo, pero no estaba, busqué con la mirada en el suelo, pero no había rastro, después recordé que lo había retirado en mi cuarto y suspire recordándome cuan distraído podía llegar a ser.

Cuando logré estar a solas con Yoli, junto a la salida, tome aire y recordé mi práctica con Aytana, debía ser sincero, pero no la lastimaría ¿Es eso siquiera posible?

Le tomé la mano y ella me miró confundida, antes había rechazado a muchas chicas, pero nunca a alguien con quien había pasado tiempo solo para fines personales, como dar celos a alguien.

 -Yoli, debo ser sincero contigo... -

Me interrumpió poniendo su dedo sobre mi boca, la miré confundido. Sentí una mirada sobre mí y al voltear vi a Sebastián mirándome, se veía tan hermoso con ese traje negro y su cabello peinado a un lado. Intente caminar hacia él, pero fue inútil, Yoli me tomó de la mano, me jaló hacia ella y me besó, la alejé de inmediato y corrí a buscar a Sebastián, al encontrarlo lo detuve  y le rogué que me escuchara.

- ¿Y bien? ¿Qué tienes que decir? - Estaba realmente molesto y eso me hacía sentir muy mal, culpable y me asfixiaba un nudo que no me permitía hablar, comencé a llorar antes de poder ejecutar cualquier palabra, me era imposible en ese estado.

-No tienes tu anillo...- fue lo único que pude decir al notar la ausencia del anillo en su pecho.

Negó con la cabeza y frunció el ceño-Te puedes quedar con él- sacó la sortija de una de las bolsas de su saco y lo tiró a mis pies- No necesito ni eso, ni tu falso amor Danny -dicho eso se marchó.

Me congeló el dolor que crecía dentro de mí, me arrodillé para tomar la sortija y sequé mis lágrimas con la manga de mi saco, y por más que lo intentaba no podía dejar de llorar, me dolía el pecho y me arrepentía de todo, la imagen y las palabras de Sebastián me partían el alma.

- ¿Te encuentras bien? - Sentí el peso de una mano acariciar mi cabeza, negué y levanté la mirada.

-Profesor Wilfrido, lo siento. Ya me iba -me levanté y sequé mis lágrimas.

-Ven te contaré algo.- Tomó asiento en una banca, junto al jardín, me senté a su lado y suspiré triste. - Toma, te lo regalo- sacó de su saco un pañuelo y me lo entregó. Me enjuage las lágrimas en mis mejillas.

-Gracias, pero creo que lo mejor será que me retiré -murmuré mientras me levantaba.

Me tomó de la mano y me sentó de nuevo. Lo miré nervioso, no era tiempo para estar pasando por esto, comenzaba a ponerme nervioso.

-Hace tiempo conocí a un chico, era alguien que me arrastraba a donde él cayera- comenzó a narrar.- Siempre fui tras él, era la única persona a la que le tenía confianza y la única que me escuchaba y apoyaba, incluso más que mi familia- Lo miré con duda se detuvo y me miró- Él era para mí lo que Sebastián es para ti. Un sin fin de veces estuve a punto de dejarlo ir, de zafarme de él; pero si lo hubiera hecho, no sería padre de dos hermosas niñas y no viviría felizmente casado.

Lo miré atónito, nunca creí algo así de él.

-Pero conmigo es muy diferente, Sebastián seguro ya no quiere ni verme en pintura y tengo miedo de volver a él y que ambos salgamos lastimados- me miró y sonrió divertido. ¿Qué le hacía gracia? - Aparte, ¿Usted como sabe de lo mío con él?.

-Yoli me lo dijo, creyó que haría algo para separarlos. -Sonrió divertido. -Esa chica es más mala de lo que aparenta.

Sonreí y negué con la cabeza.

-Gracias profesor, pero por ahora me tomaré un tiempo y si realmente debo estar al lado de Sebastián, el destino me dará una señal.

La música comenzaba a sonar más fuerte y ya era hora de que volviera a casa, me despedí de mis amigos sin decir alguna palabra de lo acontecido, agradecí al maestro y me marché. Ya en mi casa tome un baño, uno largo uno donde podía llorar sin que alguien me abrazara y me pidiera que parara, porque lo único que necesitaba en ese momento era llorar hasta que no quedará ni un rastro de dolor.

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora