¿Me quieres?

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Capítulo 32


Sabía que Isabel era mala y que sin importar cuantas veces se disculpara y me dijera que cambiaría nunca lo haría, porque ella simplemente no tenía intención de cambiar. Sus intenciones siempre iban ligadas con lastimar a alguien.

-Así que no has hablado con ellos sobre el tema, ¿no piensas hacerlo? –me preguntó Aytana al otro lado de la línea.

-No es fácil –confesé desanimado. –Sabes, creí que el día que regresé me mandarían a algún tipo de psicólogo o a vivir al otro lado del mundo. Incluso conocieron a Sebastián.

Me encontraba cómodamente recortado en el patio, mientras le contaba a Aytana lo que había ocurrido después de mi regreso. Siempre me hice a la idea de que el día que confesara todo sería internado o algo así, pero para mi suerte mis padres no tocaron el tema.

-Sé que no es fácil. Y no seas tan dramático, no pueden mandarte al otro lado del mundo por eso.

Reí y comprendí que tenía razón. Pero aún quedaba en duda qué harían.

-Debo irme Ay, nos vemos mañana.

-Claro y recuerda que pase lo que pase estaré a tu lado.

Terminé la llamada y entré a la casa después de ver un rato las estrellas.

- ¿Todo bien con Aytana? –preguntó mi madre. Se encargaba de servir la cena y acudí a ayudarla.

-Claro, solo me preguntó cómo iba todo.

-Danny, mañana ¿estarás bien en la escuela? –bajó los hombros mientras dejaba a un lado los platos.

-Claro, no veo por qué no lo estaría –contesté un poco molesto. Realmente no tenían por qué preocuparse.

-Cualquier cosa que pase con Isabel, nosotros debemos saberla.

-Claro... por ahora...

-Danny. Creí que ya estabas dormido -interrumpió mi padre.

-Estaba a punto de irme -susurré y hui de ahí.

Ya habían pasado 4 días desde que me habían ido a recoger a casa de Sebastián y desde ese entonces no había estado ni cinco minutos manteniendo conversación con mi padre.

-No siempre lo podrás evitar –dijo mi hermano mientras subía las escaleras detrás de mí.

-Lo sé –suspiré y apresuré el paso hasta llegar a mi habitación.

Después de una hora ya me había duchado y estaba listo para ir a la cama.

Sabía que no me sería fácil ver a Sebastián, aun no estaba frente a él, pero ya sentía esa preocupación que se acumulaba en mi estómago.

Al final mis párpados cedieron y quede completamente dormido.

-Estás listo para dejarlo ir, acéptalo –susurró una voz al fondo de la oscura habitación donde me encontraba. –Solo sé feliz –. Intenté gritar y soltarme de toda la oscuridad que me intentaba arrastrar, pero me era inútil. Me consumía y me asfixiaba y esa horrible voz no dejaba de repetir lo mismo.

Desperté hiperventilando y sudando. De nuevo esas pesadillas, hacía tiempo que no tenía alguna, pero debían volver.

Después de tranquilizarme me vestí con el uniforme y después de una hora ya estaba camino a la escuela. Iba un poco más temprano que lo usual. Si Isabel baja a la misma hora de siempre seguro me encontraba con ella.

-Buenos días –salude entrando al salón. Mis amigos y Aytana se levantaron al verme entrar al aula. Corrieron a abrazarme y a hacerme preguntas sobre lo que había ocurrido.

-Has preocupado a muchas personas –me regañó Axel señalándome con el dedo índice, luego bajó los hombros y me abrazó.

-Al menos has tenido una buena noche, ¿no? –me preguntó Karl mientras me sonreía.

Mike se mantuvo callado mientras miraba el suelo pensativo.

-No ha pasado nada –contesté a Karl sin quitar la mirada de Mike. - ¿Pasa algo Mike?

-No, nada –me contestó molesto. Eso me sorprendió. Se levantó del suelo y salió del aula.

-No te preocupes por él Danny –me dijo Aytana mientras me abrazaba.

-Claro que debe preocuparse –replicó Axel.

-Sí, él fue el que más se preocupó por Danny cuando él desapareció –asintió Karl.

Me solté del abrazo de Aytana y me dirigí a Karl: - ¿De qué hablas?

-Mike no durmió toda la noche del lunes, se sentía demasiado preocupado por ti. Cuando Aytana nos dijo que estabas en casa de Sebastián él se enojó –explicó Karl.

Los demás asintieron y Aytana puso los ojos en blanco.

Suspiré y negué con la cabeza. Otra razón más por la cual sentirme culpable y tonto.

Después de las primeras horas llegó la hora del receso. Baje a ver a Sebastián y ambos caminamos al árbol donde siempre nos reuníamos.

-Isabel ha faltado hoy –dije mientras me recargaba en su hombro. Abrí mi libro y comencé a leer.

-Ya veo –susurró y se quedó callado.

Después de unas páginas cerré mi libro y me senté para verlo a los ojos.

- ¿Estás enojado?

-No.

- ¿Estás triste?

-No

- ¿Me quieres?

Sonrió y me miró a los ojos. No esperaba una respuesta, pero ahora me picaba la curiosidad.

- ¿Tú a mí? –me preguntó mirando al cielo.

Pensé por un momento y respondí con un tono algo molesto: - ¿No es obvio?

-Lo mismo digo.

Sonreí y me abracé de nuevo a él.

¿Qué esperaba de Sebastián? Y ¿Qué esperaba él de mí? Al final de cuentas ninguno de los dos hablaba sobre el futuro, nos gustaba más vivir el día a día mientras aun estábamos juntos. Pero el examen para la preparatoria estaba pisándonos los talones y seguro él prefería que nos separáramos una vez la secundaria terminara.

Y no iríamos al mismo instituto, de eso estaba casi seguro.

Pero también estaba seguro de que no quería separarme de él. Aún no. 

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora