Hora de volver.

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Capítulo 31.


Desperté con dolor de cabeza. Todo indicaba que había llorado la noche anterior, pero no recordaba por qué.

Examiné donde estaba, recordé lo que había pasado los días anteriores y que debido a eso me encontraba en casa de Sebastián. Lo busqué con la mirada, pero no estaba en la habitación.

Me senté en la cama y limpié algunos rastros de lágrimas de mis mejillas.

-Hablas dormido –anunció Sebastián mientras se adentraba en la habitación.

-Buenos días -saludé sonriente. Me devolvió la sonrisa. – ¿Qué he dicho? –pregunté mientras me levantaba de la cama para dirigirme al baño.

-Solo... no lo recuerdo –negó mientras se dirigía a acomodar la cama.

- ¿Enserio? –pregunté desconfiado.

Algo no estaba bien, claro que lo recordaba.

Me miró y suspiró triste.

-Has pedido que no me vaya, que no me aleje de ti –explicó con tono triste.

Él tenía razón: en una habitación de paredes blancas él se alejaba de mí, solo se iba y ya. No importaba cuanto grité, mi voz no salió, estaba afónico y luchaba contra eso, pero era inútil... él me dejaba atrás.

-Lo siento.

-No importa, solo me ha preocupado un poco –se sentó en la cama y junto sus manos. Parecía estar analizando algo.

-Solo ha sido un mal sueño.

- ¿Estarás bien?

- ¿A qué te refieres?

-A tus padres.

Suspiré cansado. Claro que estaría bien. Solo necesitaba explicarles las cosas, hablar con ellos y seguro lo comprenderían.

-Lo estaré, no te preocupes.

Tomé una ducha rápida. Sintiéndome avergonzado por ocupar las cosas de Sebastián. Me era gratificante hacerme a la idea de estar tan unidos en esos días, me llenaba de alegría que él estuviera a mi lado y que me apoyara de esa manera.

Miré el reloj de mi teléfono, ya era medio día. Debía salir de ahí y afrontar a mis padres. No podía dejar de temblar de solo pensarlo.

Antes de eso decidí echar una última revisada aquellas fotos en su cuarto. La mayoría era de hermosos paisajes, otras eran familiares y después estaban ellos, sus exparejas. Ver eso me partía el alma, pero debía aceptar el pasado de Sebastián.

- ¿Ocurre algo? –preguntó mientras se adentraba a la habitación.

-Son hermosos –respondí evitando su pregunta.

Se paró a mi lado y de nuevo sus ojos se llenaron de nostalgia.

-Es hora de irnos –anunció volviéndose a la puerta.

Asentí y tomé mi mochila, revisé una última vez que no olvidara nada.

Lo tomé de la mano y bajamos juntos hasta la entrada de su casa.

Sebastián abrió la puerta y justo cuando estaba a punto de salir me paralicé, mis sentidos me abandonaron y perdí el aire.

No podía ser verdad.

No podían estar ellos aquí.

No debían estar ellos aquí.

-Hola –me saludó mi hermano mientras bajaba del Honda azul.

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora