La foto.

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Capítulo 29


Después de pasar por miradas poco discretas, nos adentramos en su habitación. Aun cuando ya había estado ahí e incluso ya había dormido una vez junto a él, me era gratificante y emocionante poder estar tan cerca de él, y olvidar la pesadilla qué había pasado en mi casa unas horas atrás.

- ¿Cenaras? –me preguntó Sebastián mientras buscaba algo en su armario.

-No tengo hambre y me siento muy cansado –dejé mi mochila a un lado y me senté en la cama. Me levanté al ver nuevas fotos colocadas las paredes.

- ¿Quién es? –pregunté al ver la foto de un chico realmente guapo. Parecía ser mayor que Sebastián, tenía una hermosa sonrisa y tenía los ojos cerrados.

Sebastián suspiró y caminó hasta estar a mi lado.

-Es... Noa –se limitó a decir.

Lo miré y sentí un dolor en el pecho, parecía triste, melancólico. ¿Por qué? ¿Quién era ese chico?

- ¿Es algún amigo?

-Es una expareja –explicó-. Fue hace un tiempo, antes de que te conociera –me miró de nuevo y su expresión cambió, parecía tranquila, pero la melancolía aún se asomaba.

-Ya veo –susurré con tristeza.

Sí, sabía que antes de mi había otros, no sabía cuantos, pero él me había dicho que no tenía contacto con ninguno como lo hacía conmigo. ¿Entonces? ¿La foto era reciente?

-Toma, supongo que no traes ropa –me entregó un pantalón de pijama y caminó a acomodar la cama.

- ¿Es reciente? –pregunté sentándome a la orilla de la cama.

-Sí, nos vimos por casualidad en vacaciones y fue una buena foto –explicó sin mirarme. Asentí mirando a la nada, controlando mis ganas de abrazarlo y que no hablará más. ¿Estaba más emocional por lo ocurrido con mi familia, o cualquier otro día me hubiera hecho sentir igual?

Caminó hasta mí y se incoó frente a mí. Llevó su mano a mi mentón para poder levantar mi rostro.

-Descansa. Iré a cenar y subiré –me besó la frente y caminó hacia la puerta.

-Sebby –lo llamé con voz temblorosa. Se detuvo y volteó a verme. -Gracias –susurré. "Te quiero" gritó mi voz interior, pero no pude decirlo, no porque no quisiera, no porque no lo sintiera... solo, tal vez no era el momento.

Me sonrió y salió cerrando con delicadeza la puerta.

Me cambié el pantalón, era algo largo, pero no me incomodaba. Me senté en la cama por un buen rato, pensaba, pero no sabía claramente en qué. Mi familia, lo diferente que era mi familia a la de Sebastián, y esas fotos. ¿Cuándo mi vida había cambiado tanto?

Me recosté y miré por la ventana, la luz de la luna era hermosa, clara y relajante. Comencé a recordar, aun sin quererlo, lo bien que iba mi día y lo obscuro y deprimente que se había vuelto.

Ahogué mis sollozos contra la cobija que me cubría del frío, pero fue inútil, me dolía y los sollozos se convirtieron en llanto.

Después de un rato, por fin conciliaba las ganas de dormir, mis parpados pesaban y me sentía más tranquilo. La puerta se abrió y Sebastián entró sin hacer ruido, se sentó a mi lado y susurró mi nombre. No contesté, solo esperé en silencio lo que fuese que estaba por hacer.

-Danny, siempre piensas demasiado las cosas, les das muchas vueltas y al final no llegas a nada. Tal vez, lo único que necesites es tomar la iniciativa, hacer las cosas y dejar a un lado a las personas que no se preocupan por ti. –Se detuvo un momento. Mis ojos comenzaban a arder. –Tu familia te dañó esta noche, no sé bien cómo, pero no puedes huir de ellos para siempre y tienes que darles la cara a las cosas. –Colocó su mano en mi espalda y dio unas palmaditas. –Te apoyaré en cualquier decisión que tomes.

Se levantó de nuevo y por el ruido que hacía, parecía que se cambiaba. Otro día me deleitaría mirándolo con discreción, pero no, no estaba de humor.

Se recostó a mi lado y como la primera vez, no dormir hasta cerciorarme que él ya estaba dormido.

-Gracias –susurré mientras pasaba mis dedos por su mejilla. Su rostro parecía tranquilo, sereno incluso despreocupado. Él era todo aquello que yo nunca llegaría a ser.

A la mañana siguiente desperté sintiendo peso en mi pecho, abrí con cansancio los ojos, miré con deleite el hermoso rostro de Sebastián a mi lado, su rostro completamente relajado, sin expresión alguna, su suave respiración, todo en él era perfecto. Me moví tratando de no despertarlo. Quité con cuidado su brazo, se movió un poco y abrió sus hermosos ojos.

- ¿Pasa algo? - preguntó sentándose.

-Solo iré al baño. Perdón por despertarte.

-No pasa nada. Ya es hora de bajar a desayunar.

Asentí y me dirigí al baño.

¿Debería hablar sobre lo que pasó? Estaba esperando que él lo preguntará, pero tal vez no estaba listo para hacerlo o solo no me quería incomodar.

Salí y Sebastián ya estaba cambiado.

-Sebby –me miró mientras acomodaba la cama. - Ayer... - tomé aire para contener mis ganas de llorar –... mis padres se enteraron de... que soy... de tú... nosotros. Y todo por culpa de Isabel.

- ¿Y qué harás? –preguntó sentándose en la cama.

-No lo sé –dije desanimado. Recordé sus palabras de aliento y me sentí más relajado. –Por ahora quiero que ellos se tranquilicen y después hablaré con ellos.

-Te apoyaré, Danny –me sonrió y mi corazón golpeteó en mi pecho. Una simple sonrisa suya me animaba y me hacía sentir bien, sus palabras me hacían sentir invencible.

Me senté a su lado y tomó mi mano, se acercó a mí y me besó, lo tomé del cabello y lo acerqué a mí e intensificamos el beso.

- ¿Están vestidos? –preguntó una voz divertida del otro lado de la puerta.

- Mi abuela –susurró sobre mis labios, mirándome a los ojos.

Sonreí y asentí.

Me dejó bañándome y cambiándome con la poca ropa que había metido a mi mochila.

Miré de nuevo la foto de Noa.

¿Qué tan lejos te llevó?

A tu lado. (BL)  ■TERMINADA■Donde viven las historias. Descúbrelo ahora