“El lazo que nos une”
La tétrica escena de hace un corto tiempo vagaba duramente por la cabeza de Jukgkook.
Todos los cuerpos sin vida ensangrentados seguían fluyendo en su mente. La traición de su nana era lo que más le dolía. No conocía la razón, pero vaya que punzaba en lo más profundo de su corazón. Jungkook tenía la mente en blanco, pero su pecho se encontraba más tranquilo.
De tan sólo pensar que en un par de días se iría a Canadá le causaba un inmenso miedo. De vivir eternamente al lado de su padre. Pero ahora, todo fluía con tranquilidad. Jimin estaba con él, y él estaba con Jimin. Ya podía sonreír sinceramente para sí mismo.
—Vamos... te limpiaré esa herida —Dijo Jungkook y tomó de la mano al pelirubio.
Jalándolo hacia sí para dirigirlo al sofá.
—Tranquilo —Habló con una sonrisa, mirandode pies a cabeza al Pelidorado —Entraré a bañar. Y allí me limpiaré la herida.
—Entonces entremos.
Jimin cerró los ojos para abrirlos rápidamente asombrado. Sonriendo ladinamente con esos bellos dientes blancos, e incluso unas breves arrugas se hacían a los costados de sus ojos.
—No pienses mal, Jimin —Aclaró Jungkook con el ceño fruncido —Vamos, te limpiaré.
Jimin suspiró cortantemente, asintiendo con la cabeza y entrelazar la mano con Jungkook. Caminando a su lado con un inmenso dolor recorriendo en todo alrededor de su hombro. El Pelidorado le miró detenidamente, su cuerpo herizándose al ver la sangre brotar de la herida.
—Esto necesitará de ir con un especialista, Jimin—
Sugirió Jungkook.Mirando al Pelidorado con nerviosismo.
—No, Tranquilo. Le llamaré a un amigo que se dedica a esto. Como te repito, no es la primera vez que me pasa algo así.
Ambos quedaron callados en cuanto llegaron al baño. Jungkook abrió la puerta para que Jimin pudiese entrar. Su gesto mostraba y expresaba dolor profundo, apretaba e incluso de su mandíbula para contener quejidos o gestos.
—Tranquilo, ya vamos...
Jimin no contestó, sólo asintió con la cabeza, inflando de sus mejillas para sacar lentamente el aire por la boca. La luz blanquizca del baño le dio la bienvenida a sus párpados, provocado que frunciera el ceño al mismo tiempo en el que entre cerraba sus ojos.
—Espera aquí, vuelvo en seguida —Avisó Jungkook antes de que saliera del baño, provocando que Jimin volteara para tratar de detenerlo, pero se había ido.
Jimin temía de que Jungkook se volviera a ir.
Mientras tanto, guió ambas manos al cinturón de su pantalón. Retirando la hebilla para poder bajar de él, su hombro doliéndole en todo momento. Comenzaba a sentir mareos y tener la vista borrosa, y eso vaya que le preocupaba.
Jungkook entró de improvisto, tomando con una mano de la cintura a Jimin para jalarlo hacia sí. Cortando desde la parte baja de la playera con unas tijeras, dividiendo ésta en dos.
—¿¡Qué haces!? —Exclamó el pelirubio, mirando a Jungkook sobre sus hombros.
—¿Qué qué hago? Te dolerá si te quitas la playera, es mejor esto...
—¡P-pero, Jungkook!...
—¡Maldita sea Jimin! ¡cállate y deja que te cure!
Su cabeza la giró nuevamente hacia el frente con los ojos resaltados y su corazón palpitando por el reciente grito del pelidorado, Jungkook jamás le hablaba en ese tono, jamás mostraban dureza en ningúno de los sentidos, sí que le había asustado pero sabía que todo esto lo hacía por su bien.
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EL SICARIO¹〖JIKOOK〗
AcciónLa misión era como cualquier otra; fácil, sencilla, común, nada fuera de lo que día a día hacía. Quién diría que Jungkook, el heredo de la familia Jeon, fuese un caso imposible. Y no precisamente por ser un chico peligroso, sino al contrario, por...