—¿Gusta algo para merendar, joven? —La muchacha de sobrecargo le preguntó con una dulce amabilidad, sonriendo coqueta ante la perdida mirada del pelinegro.
Jimin parpadeó varias veces para salir de sus pensamientos. Mirando a la chica con una pequeña sonrisa de lado, negando con la mano.
—Muchas gracias, por ahora estoy bien. Mas bien,¿me podría decir cuánto falta para que lleguemos?
—Claro. Llegáremos en un aproximado de una hora —Explicó la mujer, aún sosteniendo la sonrisa —¿Algo más?
—No, gracias... —Sonrió en agradecimiento.
Volteando a ver nuevamente el vidrio de la ventana del avión. Afuera no se veía ni una pizca de luz. Eran aproximadamente las cuatro de la mañana. Había viajado por un gran rato. Se sentía cansado y sin energías.
La presión de no saber qué pasaría ante la verdad de Namjoon, el enojo dado con Yoongi, la tristeza de su corazón ante la posible pérdida de Jungkook, más el estrés que sentía en estos momentos por verlo. Suspiró lentamente, sacando del bolsillo de su pantalón el teléfono para hablarle a Jungkook.
Tecleó el número y lo pensó para marcarle, quería saber cómo estaba, cómo se sentía, si ansiaba verlo tanto como él lo anhelaba. No quería ni siquiera imaginarse lo que hubiese sentido Jungkook al enterarse de una posible muerte.
Tal vez hubiese caído en una alta depresión. No lo sabía, lo único que sí sabía era que las cosas no hubiesen resultado para nada bien. Quería marcarle a Jungkook, decirle que era poco el tiempo que faltaba para por fin verse pero, no quería impacientarlo.
—Mejor no... —Mumuró a sí mismo, sonriendo ladino mientras guardaba nuevamente su teléfono, cerrando los ojos para volverse a dormir, esperando por fin la llegada.
🌛🌑
Aún recordaba la primera vez que se conocieron. Todo había sido tan diferente a como eran ahora. Todo había comenzado con sentimientos deodio, frustración y desesperación de matarlo. Vaya que todo había sido un cambio brutal. Ahora ambos se deseaban y no podían estar más tiempo separados.
La voz del capitán le despertó de la nada cuando en todo lugar dio aviso a la llegada a Francia. Jimin abrió los ojos rápidamente, sonriendo con una inmensa emoción al grado de quererse levantar pero el cinturón le impidió volviendo a su realidad. Por fin estaba aterrizando, la presión dio revoltijos por todo su interior, sintiendo al avión detenerse más y más rápido conforme aterrizaba.
Cuando por fin el avión se detuvo y escuchó la orden del capitán. Se quitó desesperado el cinturón, tomando todas las pertenencias que tenía a su alrededor, sonriendo altamente ante la puerta de salida. Escuchando los agradecimientos del capitán para por fin abrir la puerta. Pasó entre toda la gente que caminaba con una exacta lentitud.
Llevándose una que otra queja por parte de las personas, pero sus oídos eran sordos, él no escuchaba, no le importaba nada. Sólo había un punto fijo, una persona que vagaba duramente por todo su ser. Bajando rápido pero con cuidado por las escaleras que conectaban al suelo, corrió eufórico, agitado y con el corazón palpitando a mil por minuto.
Sus piernas se doblaban de la rapidez que trataba de correr.Aún corriendo, sacó del bolsillo de su pantalón su teléfono, marcando tan rápido como nunca lo había hecho, a Jungkook. Pegando el teléfono a su oreja, entrando a la parte principal del aeropuerto, mirando a todos lados aún esperando la llamada.
¿Jimin?
Ahí estaba la voz de Jungkook, ahí estaba nuevamente su motor de vida. Sonrió satisfecho con las lágrimas casi borrando su vista.
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EL SICARIO¹〖JIKOOK〗
AçãoLa misión era como cualquier otra; fácil, sencilla, común, nada fuera de lo que día a día hacía. Quién diría que Jungkook, el heredo de la familia Jeon, fuese un caso imposible. Y no precisamente por ser un chico peligroso, sino al contrario, por...