Good Girl | Michael Clifford

#5 (1/3)

Hope entra primero y tras de mi cierro la puerta de mi casa. Que suerte que el imbécil que me asaltó no me las robó. Si fuera así esto sería mucho más grave de lo que es. No para mí, sino para mamá, puedo simplemente comprarme otro aparato pero mamá es la difícil.

-Ahí.

Le señalo con mi mano la mesa de la cocina para que coloque las llaves.

-¿Tienes un maletín de primeros auxilios o... gel, pomada?

Me detengo a pensar. El tocador de baño de mamá.

-Si, allá arriba.

Le digo con la mirada que me acompañe y lo hace.

Abro la puerta del gran dormitorio de mamá y luego abro la puerta de su baño. Enciendo el interruptor de la luz y jalo las puertas del gabinete color blanco encima de su lavabo.

-uhm... ¿esto sirve?

Se lo lanzo y ella lo agarra con torpeza en la entrada del baño.

-Sip, creo que si.

Me miro al espejo y tengo un gran morado en mi ojo izquierdo.

-Hijo de puta- susurro al espejo.

Hope me indica que me siente, entonces, bajo la tapa del inodoro y lo hago. Ella se acerca incómoda en el pequeño cubículo de baño y se coloca frente a mí. Abre la tapa del frasco de gel -sus manos tiemblan, esa es la señal cuando está nerviosa-

Coloca un poco en la punta de sus dedos y unta en mi mejilla. El frío del gel en mi piel hace soltar un quejido de mis labios.

Luego de unos segundos, Hope coloca el frasco devuelta a su sitio.

No me ha aceptado mi perdón. No sé por qué me importa lo que opine de mí pero me importa. De alguna manera me importa.

Bajo a la cocina para servirle un vaso de agua. Cuando subo escucho un ruido proveniente de mi cuarto. Entro y Hope está recogiendo todos mis casetes.

-Yo... lo siento... no lo quería hacer- se acomoda un mechón por detrás de su oreja y se levanta con todos los casetes.

Suelto una risa chica.

-¿Por qué te ríes?

Me acerco y agarro los cases de sus manos.

-Son los que mas odio- miro los discos de ópera que mamá me regaló en navidades pasadas.

-Mamá me los regaló pensando que me gustarían y cambiaría mis gustos musicales.

Me acerco al pequeño estante colgado y saco otra pila de discos.

-Jamás cambiaría mi música por esa mierda.

Le enseño mis discos. Coldplay, Paramore, The 1975, Bullet for my Valentine

-¿Te gusta Green day, cierto? - le digo cuando veo su cara de asombro por el disco.

-Mucho.

Se lo queda mirando por unos segundos.

-Quédatelo.

-¡Qué! ¡No! ¡Es tuyo!

Me lo extiende pero no lo agarro.

-Quedátelo, te lo debo por lo de ayer.

Su sonrisa juguetona desaparece, enseguida me rasco la parte de atrás de mi cuello.

-Sobre ayer... juro que no fui...

-No me tienes que dar explicaciones, Michael- se encoge de hombros.

-De todas maneras... yo...

El molestoso y estruendoso ruido del teléfono de la casa nos sobresalta a ambos.

No pienso contestar hasta explicarle a ella lo que pasó.

Espero a qué deje de sonar pero no la hace.

-¿No piensas bajar a contestar?- pregunta y hace una mueca.

-No, esa debe ser mi madre.

-Deberías contestar...

-¡NO! ¡Joder!- accidentalmente grito y ella se sobresalta.

Sus ojos se agrandan por tal tono de voz que utilice. Se comienza a frotar su brazo izquierdo y alejarse de mí.

Disculpa -gruño- Solo quiero explicarte nada más.

Luego de esas palabras todo queda en completo incómodo silencio. Ella mira al suelo y se dirige a la puerta de la habitación, se queda allí parada y sus ojos color caramelo se enroscan en los mios.

-Adiós, Michael- su tono de voz siempre pienso que dice las cosas por decirlas no porque las piense.

Maldita sea.

Me froto el rostro mientras escucho sus pasos en la escaleras y ha continuación la puerta.

No puedo hacer nada bien.

Vuelve a sonar el teléfono de la casa, grito y azoto mi puerta. Me dejo caer en el colchón y me coloco una almohada en mi cabeza para crear mi atmósfera pero no lo logro, el maldito sonido sigue y sigue.

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Disculpen si es corto pero como ven es mini maratón.

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