Parte 2.
— De nuevo usted... — He dicho mientras miro mi reloj marcando las cinco de la tarde.
— No le sigo, pareciera que es usted, mire primero que nada recuerde, hace dos días le encontré intentando ayudarme, pero estaba empapada de agua y no me atrevería a dejarle en ese estado... Y ahora le encuentro justo a mi lado intentando alcanzar una caja de cereal. — Ríe levemente, y no correspondo su risa, ¿cómo es posible que este hombre siendo más grande que yo sonría tan bonito?, no esperen, no es necesario ser joven o grande para tener una sonrisa linda, me doy un golpe en la frente mentalmente.
— Yo no le sigo, además hay una pregunta que aun tengo en mente, aquel día dijo que me estaba esperando, pero no pude preguntarle porque tuve que volver a casa. — Cuando termino de hablar su sonrisa desaparece y solo me baja la caja de cereal, sin obtener respuesta suya.
— Gracias. — Digo tomando la caja y él solo asiente, caminando a prisa sobre el pasillo y dejandome atrás ¿por qué no me respondió? ¿Acaso dije algo malo? Me encojo de hombros sin tomar importancia y voy en dirección a las cajeras, si llego tiempo después a casa seguro mi familia estará molesta por no preparar la comida sabiendo que ellos vuelven del trabajo cansados.
Transcurren las horas desde que he vuelto a casa, mientras revuelvo el ramen sobre la caserola, el Kimchi ya empieza a desprender un aroma delicioso, y repentinamente estoy pensando sobre las palabras de ese hombre ¿debería preguntarle su nombre la próxima vez que le vea? El dijo cosas tan extrañas, ¿cómo puede pensar que alguien como yo le sigue? Rio levemente, llegando a la conclusión en breves minutos de que la primera vez que le encontré quise ayudarle, pero terminó ayudándome, y hoy sucedió de la misma forma, él me ayudó a bajar la caja de cereal y se marchó, ¿acaso todas las veces que nos encontremos va a ayudarme en algo? Niego aún riendo y escuchando la puerta abrirse.— Hemos llegado cariño. — Es la voz de mi padre, mientras en el fondo escucho a mi madrastra quitarse los zapatos, dejándolos caer frente el sofá, sé que en este momento ella debe haber suspirado antes de sentarse.
Y mi padre tomará asiento frente el comedor tecleando en su teléfono un mensaje antes de decir...— ¿Cómo te fue el día de hoy cariño? — Sonrio mirándolo brevemente y acercándome al comedor para dejar dos platos de ramen, es así como paso los días, y es mejor cuando la mujer con la que mi padre se casó, si justo la mujer que está en el sofá, no me mira ni se acerca hasta que he ido a mi habitación, pues su presencia con la mía jamás irán bien. Solo termino de servir la comida y vuelvo a mi habitación, como de costumbre recargandome a la puerta y soltando en un llanto repentino, detesto mirar a esa mujer en el lugar de mi verdadera madre.
Me deslizo hasta caer sobre el suelo y me abrazo a mis piernas, si no fuera por el divorcio entre mis padres, seguro quedaria esa pequeña felicidad en mis sentimientos, no sé cómo calmar esta tristeza, respiro hondo solo consiguiendo sorber la nariz, pero mis lágrimas no cesan, tan pronto como se puede en mi mente aparece la imagen de ese hombre haciéndome pensar en que realmente cuando le encuentro mi mente se deshace de toda tristeza sabiendo que me amargaré por culpa de esa señora, y solo se convierte en un momento en el que vivo realmente como se debe, pensando en el presente y no en el pasado involucrado con esa mujer, sonrio levemente, en este mismo momento debería ir a la calle para despejarme de toda la tristeza que me invade, limpio mis lágrimas tomando mi gabardina y bajo las escaleras rápidamente, son las 9:15 pm, no debería salir a la calle por mi seguridad pero si no lo hago terminará siendo un día más de nostalgia y depresión.— Vuelvo pronto. — Digo pasando por el pasillo frente la cocina y llegando a la puerta la voz de esa mujer me hace detenerme.
— Debes despedirte de tus padres, mi vida. — Habla como si de verdad me quisiera, y no puedo pasar por alto las palabras de ambos porque sería un castigo de días...
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Chica Vita. ©
Teen FictionÉl no la buscó, ella lo encontró, justo cuando la muerte los atraparía. El destino estaba escrito, no había cosa que se interpusiera en el camino de ambos para evitar algo, ellos no eran simplemente dos personas que se habían encontrado, eran almas...