Capítulo VIII

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Inicio de una espera
agotadora

- ¿Todo está bien? - He dicho con un semblante serio, mientras ella parece perdida en mi mirada, ¿acaso tengo algo?

- Se ha levantado a prisa de donde estaba apretando sus puños con fuerza. - Usted! - Me señala con su dedo índice. - ¿Por qué de pronto ya no volví a verle? No pensaba volver ¿cierto?

- Evito mirarla y no respondo, solo me doy media vuelta, comenzando a caminar ahora que sé que no le ha ocurrido nada, pero ella ha sido más rápida deteniendome del hombro. - ¡Lo siento! Incluso olvidé que dejaría de hablarte formal... - Su expresión parece de arrepentimiento ante lo que ha dicho. - Pero es que yo realmente te necesité. - Cuando escucho lo que dice no puedo evitar mirarla de inmediato a los ojos, está siendo sincera conmigo.

- Yo lamento no estar para ti. - He dicho sintiéndome incómodo.

- Por favor quedate... Sé que anteriormente dije que podía cuidarme y hacer las cosas sola, pero creo que estoy en una equivocación. - Agacha la mirada pareciendo apenada y echo a reír.

- Oh vamos, ¿qué es esto? Solo vine porque creí que sería mejor pedir perdón cuando en el fondo sabía que algo no estaba bien. - Comienzo a caminar siendo seguido por ella. - Además tienes mi sudadera puesta, ¿piensas devolvermela?

- Es verdad, aquí tienes. - Se la ha quitado entregándomela y haciendo un gesto enternecedor natural al que no podría resistirme.

- Hace frío, quedatela un poco más. - Le ayudo a ponérsela de nuevo y cuando estoy por seguir el camino hacia a alguna cafetería ella ha intentado darme el paraguas, por supuesto no lo acepto prefiero mojarme a que ella pase por eso.

- ¿Sabes? - Se ha parado a mi lado. - Estoy feliz de que estés aquí de nuevo, de alguna forma admito que me estaba comenzando a acostumbrar a que aparecieras justamente cuando algo necesitaba.

- Rio. - No te acostumbres a nadie ni nada Han Min, eso es la muerte... Promete que aunque no esté serás feliz y podrás tú sola. - La miro antes de cruzar la calle y poder entrar a la cafetería.

- ¿Cómo puedes decirme eso? Desde que llegaste a mi vida siempre cuidaste de mi... Quizá no mucho pero esos días me distrajeron un poco de lo mal que la pasaba. - Parece triste por lo que he dicho.

- No sé por qué lo hago, pero la he tomado del mentón para que me mire directo a los ojos. - Si tú te acostumbras demasiado a mí sentirás que no es igual tu vida ¿entiendes? Por favor intenta simplemente no hacerlo.

- Asiente débilmente y cuando estamos por cruzar la calle siento el tiempo pasar la eternidad en un segundo frente nosotros, ella es quien ha bajado de la banqueta al primer paso, pues el semaforo indica que ya podríamos pasar pero un auto no ha frenado a tiempo, no podría dejar que esto sucediese así, la he empujado con fuerza haciendo que caiga a la banqueta y la vista se me nubla al instante, sintiendo mi cuerpo chocar con brusquedad contra el suelo mojado, y la gente me rodea sin dejar de mirarme, gritos y demás se quedan en el olvido dentro de la oscuridad...

Chica Vita. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora