Parte 3.
Kim Dae.
Me doy cuenta de que he decidido vivir realmente en Busan cuando ya estoy empezando a bajar las cajas del auto, haber regresado a casa de quien se hace llamar mi padre ha sido un enorme problema del que me hubiese fascinado evitar si no fuera porque había cosas que me pertenecen y son valiosas, cuando estoy por bajar la segunda caja mi pie se atora con una piedra así terminando por caer al suelo notando y escuchando el escandaloso ruido de las cosas regarse en el piso.
— Una risa muy peculiar hace presencia en el momento y no me atrevo a alzar la mirada solo por pena, recogiendo a prisa las cosas. — ¿No te lastimaste? — Si no fuese por esa voz juraría que no voltearia.
— Han Min... — Casi lo susurro, terminando de recoger las cosas. — ¿Te importa si me he lastimado? — Pregunto dándole la espalda a punto de entrar en la vivienda.
— ¿Si no me importase te preguntaría? — Dejo la caja en la entrada sacudiendo mis manos y mirándola.
— ¿Ahora eres tú quien me sigue? — Pregunto serio y ella niega aun con una sonrisa, no la entiendo, pretende no conocerme y ¿después vuelve a ser simpática?
— He venido a recoger algo en la librería. — La señala y pretendo ser yo esta vez quien le reste importancia a su vida pero me resulta imposible.
— Suerte con ello. — Sigo metiendo las cajas, sintiendo que logro restarle importancia pero todo se arruina cuando ella sale después de varios minutos de la librería y se le cae un libro sin darse cuenta, si que debe estar distraída o incluso perdida en otro mundo, corro detrás de ella.
— ¡Han Min! Detente. — Me agito, deteniendola del brazo. — Se te ha caído un libro. — Digo y ella asiente.
— Lo he tirado.
— ¿Por qué? — La miro atento a sus palabras.
— Quiero disculparme Dae. — Esboza una sonrisa, no sé si debería creer en sus palabras pero cuando estoy por decir algo al respecto me percato de que la puerta de mi vivienda se ha cerrado, tocando al instante mis bolsillos en busca de las llaves, las cuales no traigo y he dejado dentro de la casa, seguro que ha visto mi gesto de preocupación.
— No es por no querer hablar pero... Me he dejado las llaves dentro de casa, te veo luego. — Respondo y ella solo echa a reír, no puedo creer que se burle así de mi pudiendo ayudarme.

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Chica Vita. ©
Dla nastolatkówÉl no la buscó, ella lo encontró, justo cuando la muerte los atraparía. El destino estaba escrito, no había cosa que se interpusiera en el camino de ambos para evitar algo, ellos no eran simplemente dos personas que se habían encontrado, eran almas...