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Parte 2.

Han Min.

20 De Octubre.

Sigo recostada en la cama de Daichi, mirando al techo y sintiendo aquel fuerte dolor de cabeza, no puedo creer que con estos climas esté enfermando tan repentinamente, pues no solía suceder así, y mientras me concentro en nada, comienzo a hartarme de esta sensación, tener fiebre es un sufrimiento, los síntomas me matan lentamente sin embargo no quiero continuar acostada, así que me levanto como puedo y me dirijo hacia las escaleras bajando con mucho cuidado, mis piernas se sacuden en un temblor y ya puedo ver cerca de mi la sala, buscando con la mirada a Daichi pero no lo encuentro.

— Han Min ¿¡qué estás haciendo fuera de la cama!? — Su voz proviene de la cocina y pronto lo veo con un mandil puesto, se acerca en un movimiento rápido y me ayuda a recostarme sobre el sofá. — Aún tienes fiebre Han Min, ¿no te das cuenta? Quedate un minuto aquí. — Termina de decir cuando pone un cojin bajo mi cabeza, y no muy tarde me pone una bandita húmeda sobre la frente. — Te traeré unas pastillas para evitar que aumente tu temperatura. — ¿Por qué sigue comportandose de esta forma conmigo? Noto como se pierde de nuevo en la cocina, entonces me levanto aún sintiendo mis piernas temblar y la vista levemente borrosa.

— Daichi, voy a estar bien... — Digo detrás suyo y él sobresalta. — Desde ayer por la noche estás cuidando de mi, quizá no debí mojarme con la lluvia, solo quería sentir que cambiaba las cosas de mi pasado, hoy yo...

— Han Min. — Me envuelve entre sus brazos dandome un beso en la frente, lo cual me toma por sorpresa. — En ese tiempo las cosas no podían cambiarse, y si querías sentir que cambiabas todo no es posible, es verdad que no debiste mojarte a propósito ayer, hoy es un día especial ¿no sabes la fecha? — Me mira directo a los ojos y niego, escuchando un suspiro por su parte. — ¿Ya miraste la cocina por completo? — Me pregunta y de inmediato miro a mi alrededor.

— Sonrio ampliamente. — Son mis comidas preferidas, gracias Daichi.— Le abrazo apesar de que aun me siento mal por el resfriado.

— Ahg, Han Min no es solo eso. — Echa a reír haciendo que me siente frente la mesa. — ¿Ves ese paquete? — Señala uno que está al fondo de la cocina sobre la barra.

— Ya veo, ¡es un pastel! ¿Enserio me consentiras de esta forma? Que lindo eres Daichi, sabiendo que me encanta el pastel me has comprado uno. — Tomo los palillos para empezar a comer pero sus palabras me detienen cuando estoy por probar alimento.

— Debe ser que el resfriado te haya hecho perder la cabeza, pero hoy es tu cumpleaños Han Min. — Sigue riendo. — Espero que disfrutes el día.

— Es verdad que tonta. — Rio, claramente le he dado un momento divertido, pero es que quizá ni siquiera tenía ganas de cumplir diecinueve años.

— Créeme que pensaba llevarte la comida, el regalo, y el pastel hasta la cama, estás resfriada y siempre me preocupo. — Ha dicho, y no puedo evitar sentirme feliz por esa parte.

— Te lo agradezco bastante. — Sonrio enternecida por sus comentarios. —Te aseguro que pronto se me pasará este resfriado, realmente no era necesario que hicieras todo esto por mi, aunque admito que me conmovió.

— Puedes pedir un deseo, ya que es un día especial.— Daichi me mira directo a los ojos y siento nuevamente mi corazón desenfrenado.

— ¿Un deseo? — Sonrio nuevamente, moviendo mis manos sobre la mesa un tanto nerviosa, pues seguramente el no querría llevarme al lugar de mi deseo...

Chica Vita. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora