Chica Vita. ©

Capítulo VI

De vuelta a Busan

Han Min.

Caminé por la mañana con la mirada sobre el suelo, sintiendo las lágrimas deslizarse entre mis mejillas, me detuve en seco al ver los zapatos y traje negro de alguien frente a mi, a unos cuantos centímetros de distancia, y alcé la mirada limpiando mi rostro de inmediato, cayendo en cuenta de que yo misma sabía que sólo podía tratarse de una persona "Kim Dae", lo cual no fue así, un chico suficientemente joven me miró directo a los ojos pareciendo preocupado.

— Está bien... — Tocó levemente mi hombro haciendo que sostuviera una rosa entre mis manos. — El dolor sanará con el tiempo. — Se marchó a pasos rápidos sin permitirme decirle nada, lo que sucedía en estos días se tornaba extraño, pues la nota en el tren y este chico... Debía haber alguien de por medio para saber que la estoy pasando mal, miré con atención la rosa notando que no tenía espinas, y al volver la mirada para saber en que lugar me encontraba, me percaté en que era esta la calle donde vive Dae, por alguna razón miré su casa durante unos minutos, agachando la mirada y notando algo sobre el suelo que desprendía un pequeño destello, era algo brilloso que se dejaba ver visible por el reflejo de los rayos del sol, lo recogí a prisa, mirándolo a detalle cuando lo tuve en mis manos, era bastante extraño para ser clara, lo que parecería un amuleto, lo guardé en el bolsillo de mi pantalón y continúe mi camino en dirección al funeral...
Había personas que ni siquiera conocía, la mayoría hombres y supongo eso se debía al trabajo en el que mi padre había permanecido, un sentimiento como el de estar de luto era bastante fuerte, que penetraba en mi alma como un cuchillo, sin poder evitar llorar en lo que restaba del día, volví a casa solo para empacar mis cosas, no me quedaría en esta vivienda con la mujer que siempre me odió.

— Han Min... Buen viaje. —Pronunció antes de que pudiera salir de la casa con mi maleta, no le miré, no crucé palabras con ella, simplemente salí encaminandome a la estación de trenes, tropezando con algo justamente antes de llegar a la estación y siendo sostenida de la mano por una mujer suficiente mayor a mi, de mirada penetrante y vibra extraña.

— La estaba esperando. — Me dedica una sonrisa bastante misteriosa, y trato de safarme de su agarre, mi corazón se acelera, ¿quién es esta mujer y que querrá de mi?...