Parte 3
Kim Dae.
Despertar en un hospital y no saber ni siquiera cuál es mi nombre me causa miedo, es como saber que te has perdido en una lugar desconocido.
Y de nuevo la misma chica de ayer aparece a mi lado, tiene la misma expresión de preocupación y su rostro se nota demacrado.— ¿Seguro que no recuerdas nada? — Me mira con el ceño levemente fruncido, tocando mi mano con delicadeza, la analizo por completo, su rostro me resulta conocido pero realmente no sé quien podría ser y mi cabeza empieza a punzar a un grado en el que duele demasiado, me toco la cabeza aguantando el dolor y ella intenta tranquilizarme. — Por favor no te fuerces mucho, no es necesario que lo recuerdes todo ahora mismo, solo mantén esto contigo. — Ha puesto algo entre mis manos y al verlas es una especie de amuleto. — No lo pierdas por nada del mundo, ¿puedo ponertelo? — Ha preguntado y yo niego, me duele demasiado el cuerpo y no me siento capaz de mover siquiera un centímetro el cuello para que logre ponerlo. — Bien, lo pondré en tu brazo. — Comienza a atarlo.
— ¿Para qué sirve esto? — Pregunto en un silencio de confusión.
— Ella sonríe levemente y sus lágrimas comienzan a recorrer sus mejillas. — Esto... — Se quiebra su voz. — Es muy importante para tu vida Dae.
— ¿Por qué? — Cada vez me lleno de más preguntas.
— Porque de él dependen nuestras vidas. — Ha concluido, limpiando sus lágrimas y sorbiendo la nariz, en ese momento siento una energía extraña recorrer mi cuerpo, es como si un recuerdo quisiera venir a mi mente pero no puedo, y tras varias horas transcurridas ella se ha marchado, debe ser muy tarde pues la luz del día ya no entra por la ventana, y una luz parpadeante sobre el marco de la puerta se activa ¿será una alarma de seguridad? Miro a mi alrededor en este consultorio frío, me siento tan solo y desearía que aquella joven mujer viniese para poder hablar un poco, miro mi brazo buscando el amuleto pero no está, asustado me veo obligado a buscarlo como puedo debajo de la camilla, aunque mi cuerpo duela demasiado no quiero perder el amuleto.
— No lo pierdas Dae, de ello depende sus vidas. — Una mujer vestida de oscuro y arrugas se para frente mi causandome una alteración del corazón.
— ¿Quién es usted? — Me cubro con la sabana, esta persona me causa miedo a simple vista.
— Solo he venido a ayudarte, no te preocupes. — Su mano aprieta la mía con fuerza y escucho decirla muchas palabras, volviéndome un dolor intenso de cabeza y desmayandome al momento...
— Está volviendo en si... — La voz de un hombre y la luz blanca que entra a través de las cortinas me hace despertar, en la misma camilla del hospital.
— Joven Dae. — Lo que parece un doctor se acerca a mi. — ¿Cómo se encuentra, le duele algo? — Su mirada es profunda.
— Necesito ver a Han Min, ¿ella está aquí? — Lo recuerdo todo repentinamente.
— Joven, hace poco que ella se retiró, es un alivio que despierte tras haber pasado dos semanas en coma. — El doctor se da media vuelta mirando por la ventana. — Además ya recuerda todo.
— Niego levemente. — Yo no lo he sentido como dos semanas, ¿fue un día no es así? — Comienzo a dudar.
— Se dice que las personas que caen en coma entran en un sueño profundo que podría parecer muy poco tiempo.
— No entiendo nada de esto, el día de ayer Han Min vino a verme e intentó hacer que recordara las cosas, para la noche sucedieron cosas extrañas.— Me altero levemente.
— Nada de eso ocurrió joven Dae, si me disculpa debo atender a más pacientes, espero pueda darle de alta muy pronto....

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Chica Vita. ©
Novela JuvenilÉl no la buscó, ella lo encontró, justo cuando la muerte los atraparía. El destino estaba escrito, no había cosa que se interpusiera en el camino de ambos para evitar algo, ellos no eran simplemente dos personas que se habían encontrado, eran almas...