Capítulo IX

26 8 4
                                    

Confusión para ambos

Kim Dae.

No fue culpa suya terminar en mi espalda, caminé rápidamente en dirección al hotel en el que saliendo del hospital decidí hospedarme, abriendo la puerta de mi habitación como pude y dejandola sentada sobre el sofá.

— ¿Aún duele mucho tu pierna? — Pregunté mirándola y ella simplemente no respondió. — Bien ahora no entiendo por qué estás así, pero curaré tus raspones. — Le dedico una sonrisa debil yendo por un botiquín y sentandome a su lado para poder curarla.

— ¡Ah! Duele Dae. — Se ha quejado cuando apenas empezaba a limpiar el raspón.

— Tranquila, si no lo hago se infectara y esto será peor.— Digo haciendo que ella solo simplemente mire a otra dirección a excepción mía.

— Después de esto volveré a casa. – Ha comentado pareciendo enfadada, pero no me ha dado razón clara para su enojo.

— ¿Y cómo volverás si tu casa está lejos de aquí? No puedes salir así con esta heri...

— Dije que me iré. — De nuevo no me mira, y yo simplemente me quedo callado, sin dejar de limpiar su herida, una llovizna da inicio y las gotas de agua se escuchan chocar contra las ventanas, entonces finalizo, cubriendo su raspón por una gasa.

— Lamento haber provocado tu caída, pero finalmente fuiste tú quien echó a correr. — Me dirijo a la cocina para prepararle un té, pues de otra forma sé que si le preguntase me lo negaría.

— ¿Culpa mía? Quizá eso quieres decir realmente, me iré ahora mismo Dae. — Se levanta quejándose y saliendo a prisa con mucho problema haciéndome apagar rápidamente la tetera y corriendo detrás suyo, no sé cómo puede hacerlo pero ha subido antes que yo el ascensor, teniendo que bajar corriendo las escaleras hasta llegar a la primera planta, tardando más de lo que tardaría el elevador, agitado miro a todas partes, ella no pudo haber salido con esta lluvia, no debí permitirlo, me digo a mi mismo, viéndola caminar con demasiado esfuerzo, entonces corro hacia ella poniéndome frente suyo.

— ¡No entiendo porqué te enfadas! Solo quise ayudar, no deberías salir cuando estás en este estado. — Le he gritado, finalmente enojado yo también, mientras la lluvia empieza a empaparnos, no hay gente en la calle, solo los autos pasan.

— ¿Y me lo preguntas? ¡Me besaste Dae! En ningún momento sabias si yo quería eso, tampoco me diste explicaciones del como saliste del hospital, y casualmente ahora estás en este hotel hospedado, eres muy extraño y no quiero estar más tiempo involucrada en tu estúpida vida. — Me ha señalado con ese gesto de enojo total, haciéndome sentir como un verdadero idiota, sintiendo que sólo yo he sido el culpable de todo esto, porque lo único que queria lograr era salvarle la vida.

— ¡Bien! — He gritado de nuevo, y como por supuesto me he dado un minuto para pensar en lo que le diré, ella ha comenzado a caminar, tratando de llegar a casa. — Solo vete, ¡si hazlo! Déjame como el idiota que terminó en el hospital para salvar la vida de esta chica cruel y que ahora terminara con ambos solo por un maldito beso. — Ella no se detiene, no me mira, sigue caminando como si lo que le acabo de gritar le importara nada, dejándome sentir la peor persona cuando yo mismo creí no serlo al conocerla, cuando ella me dio la razón para vivir un poco más y hacer que permaneciera con vida más tiempo, creyendo que en algún momento podría involucrarme y tener una relación en la que no me seguiría sintiendo solo como en la eternidad que mi padre me ha hecho sufrir.

Chica Vita. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora