Él no la buscó, ella lo encontró, justo cuando la muerte los atraparía.
El destino estaba escrito, no había cosa que se interpusiera en el camino de ambos para evitar algo, ellos no eran simplemente dos personas que se habían encontrado, eran almas...
— Escucha Daichi solo quería pasear un momento y olvidar el hecho de que pronto te irás a hacer el servicio militar, ¿no creés que es difícil para mi aceptarlo? Ya llevamos casi un mes estando juntos y me he acostumbrado demasiado a ti, tu voz, tus caricias, besos y abrazos. — Lo miro directo a los ojos y él sonríe levemente envolviendome en un abrazo fuerte.
— Lamento eso cariño, comprendo a lo que te refieres, pero prometo mostrarte mi amor y regalarte momentos hermosos en estos dos últimos días a tu lado. — Ha dicho acariciando mi mejilla con suavidad, caricia en la que me pierdo, sus manos son tan suaves que incluso son adictivas.
Transcurren las horas y mientras atiendo en la tienda Daichi acomoda productos en los estantes hasta que de un momento a otro corre hacia a mi alarmado. — Cariño no puedo darte explicaciones pero debo irme ahora mismo, volveré por ti a las diez en punto. — Parece alterado y ni siquiera me da tiempo de decirle algo pues sale corriendo y casi resbalando sube a su auto, por lo que durante las próximas horas permanezco preocupada por lo que haya ocurrido, miro el cambio dentro de la caja registradora y justo en ese momento una voz bien parecida se cuela en mis oídos.
— Buenas noches señorita, deseo comprar dos latas de cerveza y un ramen. — De inmediato le miro.
— Dae... — Sonrio levemente, no sé porqué últimamente sonrio inconscientemente. — ¿Así que piensas beber? — Saco dos latas de cerveza de la nevera. — El ramen está en el pasillo 2 y puedes preparartela al final del local.
— Pues no ha sido un buen día y por eso beberé. — Se encoge de hombros tomando las latas.
— Tampoco ha sido gran día para mi. — Mi sonrisa desaparece de solo recordar que me sentiré muy sola sin Daichi.
— Bueno. — Pausa. — Siendo así ven conmigo y bebe un poco, te invito un ramen. — Sonríe ampliamente.
— Niego. — Debo trabajar Dae. — Él sonríe dirigiendose a la barra y dejando sus productos ahí.
— Tengo una gran idea, ya que tu novio es dueño de esta tienda supongo que tienes el derecho de poder cerrar las puertas y atender por la ventanilla. — Me propone y es que es gran idea la suya, de inmediato corro a las puertas antes de que llegue alguien y Dae me ayuda a cerrarlas, dejando únicamente la ventanilla abierta, sentandome a su lado y revisando el ramen sobre la barra. — Han Min ¿no quieres una cerveza? — Asiento y cuando él la destapa no me la entrega solo me mira. — Cierto seré mal ejemplo si te dejo beber. — Echa a reír y le doy un ligero golpe en el brazo por lo que él se queja.
— Si no me dejas beber un poco para la próxima yo tampoco te dejaré beber. — Hago una mueca y él de inmediato me acerca la lata, así consiguiendo que sonría. Más tarde Daichi me ha llamado, parece no estar del todo bien, su voz está entrecortada, y me pide que cierre la tienda y vuelva a casa porque él no podrá, sin embargo teme que algo me pase que incluso me comenta que su hermana vendría por mi pero al mencionarle que no es necesario porque tengo "una amiga" que vino a visitarme él accede y confía en lo que le digo. Pasan los minutos y tras lograr cerrar con dificultad el local Dae me espera recargado sobre la pared.
— Listo ya podemos irnos. — Digo y él ríe levemente.
— Entonces vamos a mi casa por el auto y te llevo al departamento de Daichi. — Dice comenzando a caminar y tambaleandose.
— No te preocupes Dae volveré a casa sola y no me pasará nada malo. — Respondo pero él me jala del brazo llevándome con él hasta su casa.
— ¿No has entendido? Yo debo cuidarte Han Min, así que sube al auto. — Dice cuando al fin hemos llegado, pero al verlo tan ebrio sosteniendo un ticket en lugar de las llaves del auto echo a reír.
— No sabía que los tickets eran las mejores llaves de auto. — Él niega mirando sus manos y cayendo en cuenta de lo que hace. — Vamos Dae, ve a dormir y yo me iré a casa.
— No, de ninguna manera, si no puedo llevarte a casa entonces quedate conmigo por hoy.
Luego de insistirme varias veces decido acceder, no convencida porque realmente no quiero estar con él pero viendo que no hay opción entro a su vivienda, notando que ya ha terminado de ordenar y desempacar, él se sienta sobre el sofá difícilmente mientras recorro con la mirada la casa, es acogedora.
— Han Min toma asiento, puedes dormir en mi cama y yo dormiré en esta sala. — Dice casi durmiendo.
— Oh no Dae, no quiero ser molestia yo seré quien duerma en la sala ¿está bien? — Le miro de cerca, él ya está casi durmiendo.
— No, de ninguna manera, dormirás en lo cómodo. Han Min reconozco que de alguna forma te incomoda estar aquí... — Pausa. — Pero debes saber que soy de confianza.
— Lo sé Dae, sin embargo aún no supero lo del beso.
— Lo lamento, te pido disculpas y creo que deberíamos de volver a ser como antes, desde que te fuiste no me siento igual Han Min, algo cambió mucho en mi, los días son aburridos y se vuelven incluso pesados, te extraño. — Presto atención a sus palabras. — Creo que estoy sintiendo algo por ti, pero no debería contartelo aún, a ti no te importa si a mi me duele el que te alejes y estés junto a Daichi, mucho menos saber si estoy bien o no. — Dice las cosas bajo el efecto del alcohol, según él lo está diciendo todo en su mente y para mañana debo fingir que no me contó nada, sin embargo ese será el problema. Ahora después de todo lo que ha dicho me siento mal por mi comportamiento y será inevitable fingir que no dijo nada...
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