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Parte 3.

Kim Dae.

20 de Octubre.

Antes de despertar, veo lo que parecen recuerdos dentro de un sueño luego de haber estado internado por unas semanas en el hospital.

— ¿Qu... Quién es usted? — Pregunté al ver a esa señora parada frente mi, quien comenzó a decirme cosas sumamente extrañas, la vista comenzaba a nublarse y su voz se oía cada vez más lejos de mi, pero gracias a esa bruja volví en sí, recordé todo y mi vista volvió enseguida, la bruja estaba parada justo a mi lado, de inmediato miré mi brazo de nuevo, pero el amuleto no estaba.

— Tu respiración es muy rápida Dae. — Dijo ella sin dejar de mirarme. — Gracias a tus alucinaciones y tu fe en todo sigues aquí.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Imaginaste que Han Min te daba el amuleto ¿no es así? — Me analiza.

— No lo sé, yo... Lo perdí. — Respondo mirando mi brazo.

— Niega. — El día de mañana podrías salir de dudas si recuerdas incluso esto por completo, en cambio si no lo recuerdas del todo, lamentablemente podrías correr riesgos, Dae escucha con atención lo que diré, es muy importante que tú estés cerca de Han Min te daré las siguientes indicaciones y debes seguirlas con mucho cuidado, un beso es la unión de la promesa y...

El ruido de una alarma hace que despierte, sin poder recordar más, me siento extraño, como si estuviese resfriado, me tallo los ojos lentamente y trato de saber de donde proviene la alarma pero no puedo verla, me paro de la cama desesperado hasta que finalmente esa alarma se apaga sola de donde sea que haya venido, no entiendo porque sucedió, si el día de ayer no ocurrió igual, extrañado me doy una ducha, sin recordar lo que soñé, me relajo con la lluvia artificial caliente, ¿por qué no puedo recordar mi sueño? Me lo pregunto varias veces, hasta que gracias al amuleto sobre el buró los recuerdos vienen a mi mente. — ¡Maldita sea! — Grito pateando mis zapatos sobre la alfombra. — ¿Por qué me tenía que despertar cuando estuve a punto de ver lo más importante en el sueño? — Maldigo teniendo que aceptar que no podré recordar todo lo que ocurrió anteriormente, y salgo del hotel minutos más tarde, a todas partes llevo el amuleto pues es así como debe de ser, pero siento que algo está mal y que estoy dejando pasar por desapercibido algo muy importante, pero no sé a que se debe esa sensación y trato de no tomarle mucha importancia, solo me dirijo a la cafetería donde solía ir con mi madre cuando apenas era un adolescente, en un pequeño bosque con un lago y hermosas flores, finalmente llegando y sentandome al fondo de este lugar, donde recuerdo lo perdido.

— Kim Dae ¿no deberías comer un trozo de pastel? — Ella con una sonrisa me acercó el pastel. — Feliz cumpleaños cariño, eres lo mejor que pude haber tenido en mi vida. — Acarició mi mano con suavidad.

— Aun te siento cerca madre. — Susurro mirando el asiento vacío frente a mi y soy interrumpido por una mesera.

— Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle? — Me regala una de las más leves sonrisas.

— ¿Puede traerme una rebanada de pastel de zarzamora? — Ella asiente y se retira, mientras yo sigo clavado en mis pensamientos, aquel 20 de Octubre, cuando apenas cumplía trece años ella compró un pastel de zarzamora en este mismo sitio y es que aún puedo sentirla tan cerca de mi al grado en que tengo que aguantar un nudo en mi garganta que no me deja estar en paz, después dimos un paseo por el bosque, llegando hasta el lago...

Una llamada interrumpe mis pensamientos a mitad del pastel y no dudo en responder.

— ¿Kim Dae? — Es la voz de mi "padre".

— No sé quien es usted. — Respondo sin pensarlo.

— Por favor, dejame verte por hoy, es tu cumpleaños y sería una pena no festejarte ahora que ya no está tu madre.

— Sé que está ebrio, pero no tiene derecho de recordar a mi madre, ¡y no tiene siquiera el derecho de pedirme que festejemos mi cumpleaños solo porque ella ya no está! No vuelva a buscarme de ninguna forma, ¿le queda claro? — He terminado la llamada con enfado, y teniendo que retirarme al instante de la cafetería para calmar mis emociones en el bosque, para olvidar la llamada.
Camino sin ganas, con la mirada sobre el pasto, poco a poco uniendome en medio de las flores que tanto amaba mi madre, aquellas blancas llamadas "fagopyrum esculentum."
Y siendo absorbido por recuerdos que me hacen caer entre tantas de estas flores, incado las miro con claridad, sintiendo un dolor terrible en el corazón y a cada latido mortal me es más difícil pasar saliva, recordando lo que me faltó ver en sueños.

— Si tu la besas, tu destino estará sellado porque así lo has decidido, y el amuleto en cuanto vuelva a ti podría significar la muerte de ella, no dejes que sus pasos fallen y se encamine a lo que tu quieres evitar Dae...

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Chica Vita. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora