Parte 2
Han Min.
— Le juro que todo ha pasado muy rápido... — He dicho cuando el policía me interroga en medio de toda esta situación.
— Entonces ¿está diciendo que él se puso en su lugar? —El policía no deja de mirarme directo a los ojos, y no puedo evitar comenzar a llorar, la situación es preocupante y creen que yo lo habría empujado, finalmente después de algunos minutos la ambulancia recoge a Kim Dae y en ningún momento me he separado de él, le miro todo el tiempo sin dejar de sentirme culpable de que esté en la camilla inconsciente y con sangre por todas partes, no sé que habría pasado si estuviese en su lugar, tampoco sé que hubiese pasado si no estiviesemos juntos en el momento, seguro aún no llegaría la ambulancia y podríamos haber perdido la vida en cualquiera de los casos.
Los médicos intentan reanimarlo y por más que intento ser fuerte y no llorar no puedo, inconscientemente he tomado su mano con fuerza. — Dae, no puedes dejarte ir, debes seguir aquí, ¡vamos! Te necesito aquí. — He dicho en mi mente con todo el anhelo de que siga aquí, pero termina siendo más que preocupante pues no regresa en sí, y en cualquier momento podría dejar de respirar, pues su estado vital está demasiado alterado y no quiero esto, no quiero perderle, porque entonces podría sentirme con mayor razón la culpable de todo esto.
— Está volviendo en sí... — Dice uno de los médicos. — Pero debemos trasladarle a urgencias. — La ambulancia frena y de inmediato se abren las puertas para llevarlo dentro del hospital, no quisiera dejarlo, pero si no lo hiciera no podrían atenderlo, por ello decido esperar en la sala, y podría jurar que con todo lo que sucede olvidé todo lo que dijo aquella bruja...
Debo mantener el amuleto conmigo, meto la mano sobre el bolsillo de mi pantalón, aun sigue ahí, y la sudadera de Dae aun la tengo puesta... ¿Será por esa simple razón que él ha sufrido el accidente? ¿El no haberle devuelto la sudadera? ¿O acaso esto ya estaba incluso planeado? ¿Dae debía ponerse en mi lugar? De un momento a otro pierdo la noción del tiempo y me quedo dormida incomodamente sobre los asientos...
— Señorita. —Alguien me mueve con fuerza haciendo que despierte. — ¿Usted es familiar del joven Kim Dae? — Parece un doctor.
— Asiento. — ¿Cómo se encuentra?
— Agacha la mirada. — Lo siento mucho... — Me mira de nuevo. — Si quiere verle por última vez podemos dejarle, ¿tiene el contacto de algún otro pariente?
— Los ojos se me llenan de lágrimas al instante. — ¿Usted está diciendo que Dae ha muerto? — El nudo en mi garganta parece crecer y mi corazón comienza a latir cada vez más fuerte.
— Lo lamento de verdad, hicimos lo que pudimos y...
— Niego dejándome caer sobre el suelo, incluso las fuerzas se me han esfumado.
— Señorita... Por favor levantese.— Me ha ayudado a sentarme en la silla. — Las lágrimas no se detendrán, lo sé y todo esto ha sido culpa mía.
— No conozco a ningún pariente suyo. — Comento sorbiendo la nariz...
— Me despierto de golpe alterada. — ¡No! Dae... — Digo en un susurro notando que ya hay más personas sentadas a mi lado, entonces veo salir a una enfermera del consultorio en el que Dae se encuentra.
— Disculpe, ¿Puedo saber cómo se encuentra Dae?
— Señorita, él está estable no se preocupe, solo espere las indicaciones del doctor. — Sus palabras me tranquilizan al instante, lo que creí que ocurría era solo una pesadilla, simplemente mi temor de perderle.
Miro mi reloj constantemente, y luego de media hora transcurrida el doctor me pide que hablemos antes de poder verle.
— Sufrió varias lesiones en el cuerpo, algunas son graves, el golpe que se dio en la cabeza tuvo cierto impacto y me temo que podría haber perdido gran parte de la memoria...
— La noticia por supuesto es como un golpe en seco para mi, pero intento no ponerme mal. —Yo... Lo comprendo doctor, pero ¿entonces se recuperará?
— Por supuesto señorita, él estará bien dentro de algunas semanas, si quiere verle podemos dejarle pero, ya le he advertido que muchas cosas puede que no las recuerde, no intente forzarlo a que recuerde.— El médico se retira al dejarme entrar en el consultorio, aquel en el que apenas la luz del atardecer entra a través de las cortinas, apenas pudiendo notar su rostro relajado en una expresión seria, seguro debe estar profundamente dormido aún, su brazo está vendado, así como su cabeza y hay raspones en su cara al igual que en sus manos.
Lo toco con demasiada delicadeza, sintiendo mi ceño levemente fruncido, estoy demasiado preocupada por él, soy sincera y veo como se remueve débilmente, abriendo los ojos poco a poco, mirándome con un semblante demasiado serio.
— ¿En dónde estoy?
— En un hospital.
— Estamos en Seúl ¿verdad? —Intenta moverse un poco más.
— En Busan... —Respondo sin ganas. —Esto es culpa mía ¿cierto?
— Frunce su ceño.— Tú... ¿Quién eres? — Su expresión es de confusión y no puedo evitar comenzar a llorar, sorbo la nariz.
— No importa Dae, no importa si no recuerdas. — Acaricio su mano con demasiado cuidado. — Vas a estar bien.
— ¿Yo soy Dae? — Verlo en extrema confusión y de esta forma me hace sentir demasiado débil, pero estaré aquí hasta que lo den de alta...

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Chica Vita. ©
Genç KurguÉl no la buscó, ella lo encontró, justo cuando la muerte los atraparía. El destino estaba escrito, no había cosa que se interpusiera en el camino de ambos para evitar algo, ellos no eran simplemente dos personas que se habían encontrado, eran almas...