Él no la buscó, ella lo encontró, justo cuando la muerte los atraparía.
El destino estaba escrito, no había cosa que se interpusiera en el camino de ambos para evitar algo, ellos no eran simplemente dos personas que se habían encontrado, eran almas...
— ¿Estás segura de qué es aquí el lugar dónde quieres pasar la tarde? — Daichi no parece muy cómodo mientras caminamos en medio de este bosque, rodeado de miles de flores de "fagopyrum esculentum. "
— Ha sido mi deseo desde que volví a Busan pero... — Trago saliva mirando solamente las flores. — Si lo que deseas es volver está bien.
— No es eso Han Min, solo me precupa que empeore tu resfriado. — Me ha tomado del hombro y seguimos caminando.
— Sin querer nuestras manos rosan, el viento se suelta en una ráfaga y veo todas las flores moverse al mismo tiempo en que una llovizna se suelta. — No... No te preocupes, de todas formas ya estoy resfriada Daichi.— Le digo antes de que se quite su sudadera para cubrirme como si fuese una capucha.
— Vámonos, no debemos estar aquí, te enfermaras más. — Me jala del brazo pero hago que pare.
— No Daichi, dijiste que cumplirías un deseo mío, quiero estar aquí. — Le digo alzando la voz y él parece enojado.
— ¿No entiendes? Me preocupo bastante y tú solo...
— Mi padre murió hace poco, dejame sentir que aun le tengo. — Mis lágrimas se deslizan y él parece sorprendido por lo que he dicho, su gesto cambia de inmediato a uno de arrepentimiento.
— Lo siento Han Min, no sabía yo... Ahg, soy un tonto. — Agacha la mirada y trato de controlar lo que siento pero es inevitable. — Dejame hacerte sentir mejor, ¿qué debería hacer?
— Solo quedémonos un poco más, pero... No solo eso quiero pedirte Daichi. — Por un momento siento nervios. — ¿Sería mucho pedir que me beses?
— Ríe levemente y se acerca a mi cerrando los ojos, trago saliva cerrando los ojos también, quiero comprobar de alguna forma que lo que siento por él realmente sea amor y no una confusión.
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Besarnos bajo la lluvia es mucho mejor de lo que pensaba y mi corazón está alterado, los nervios se me calman poco a poco y ninguno de los dos se separa hasta después de algunos minutos, respirando con fuerza.
— Realmente me gustas Daichi. — Digo esbozando una sonrisa.
— Asiente levemente. — Yo también siento demasiado por ti, estoy enamorado. — Besa mi mejilla con cariño y en una caricia sobre la mano demuestra su amor por mi.
— Gracias por haber cumplido mis deseos. — No puedo dejar de sonreír y seguimos caminando pero justo siento algo caer entre mis pies sin lograr ver nada por las gotas de agua sobre mi rostro y el pasto, volviendo la mirada a alrededor del bosque solo viendo de espaldas a una persona que me parece conocida pero a cada paso que da se pierde entre la niebla, ruego en la mente porque voltee para poder saber de quien se trata pero en ningún momento lo hace, no le tomo más importancia y sigo caminando de la mano de Diachi, hasta finalmente entrar en calor bajo el techo de una cafetería, la cual no estaba muy lejos del bosque.
— Beberemos un café y volveremos a casa para terminar con el pastel. — Acaricia suavemente mi mejilla con su dedo pulgar y disfruto de ello cerrando los ojos.
— ¡Han Min! — Escucho la voz de Dae, reaccionando al instante y abriendo de golpe los ojos.
—¿Estás bien? — Daichi me mira extrañado.
— Asiento mirando a todas partes, incluyendo a través de la ventana, ¿por qué escuché su voz en un grito? Eso no era un recuerdo ¿o si?, y durante el café me siento nerviosa, incluso incómoda.