Capítulo 2. Compañerismo

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Después de terminar con el acto protocolario de bienvenida a los alumnos, estos fueron dirigidos a los salones que ocuparían por el resto del año. A cada grupo se le asignó un maestro guía u orientador, el mismo que estará a cargo de que su grupo se mantenga en óptimas condiciones en muchos aspectos.

El salón de I de BTP, ya era ocupado por sus alumnos. Era bastante espacioso y parecía aún más grande al ser ocupado por un grupo de apenas 30 jóvenes, con suerte y se mantenía con ese número hasta el final.

Cada curso o carrera del instituto Konoha, contaba con un promedio de 40 a 50 alumnos, por ello los grupos se dividían en secciones y jornadas; jornada Matutina (hora de entrada 6:40 am, salida 12:20 pm) y jornada Vespertina (hora de entrada 12:40 pm, salida 5:20 pm). En la jornada vespertina solo asistían los grupos de Ciclo Común o Ciclo Básico Técnico (CBT) de la sección 1. Mientras que en la jornada matutina, estaban los CBT de sección 2 y 3, y las carreras técnicas que el instituto ofrecía; siendo así, la jornada matutina era la más poblada en cuanto a alumnos.

El instituto Konoha era popular por sus métodos de enseñanza, sus maestros altamente capacitados, una estructura y terreno amplio, y por la sobrepoblación de alumnos.

Aunque para este año, la tasa de matrícula se redujo bastante. En el I de bachillerato para ser precisos. Pero era de esperarse, ya que muchos alumnos desertaron a otros colegios.

Y ahí estaban, los alumnos del BTP.

Fueron reunidos en su salón por su orientador Iruka Umino, y este los dejo ahí.

Solos.

Sin supervisión.

En el primer día.

Resulta que el profesor olvidó los horarios de clase para su grupo, y confiado se fue a buscarlos para tener al día a sus queridos alumnos.

Se suponía que las cosas debían estar tranquilas, pero...

Había una terrible atmósfera cargada de irritación, que provenía de un azabache ubicado en las primeras filas.

¿A qué se debía esto?

Simple. Tenía a un rubio idiota mirándolo fijamente desde hacía cuatro o cinco minutos, y no parecía querer apartar la mirada hasta descubrir algo. Pero ¿Qué era eso que quería descubrir?

Sasuke se lo podía imaginar. Pero no creía que ese chico fuera más idiota de lo que parecía. Le molestaba. Le molestaba mucho, odiaba ser observado de esa manera tan insistente. Y lo peor es... ¡Que ese fenómeno rubio no preguntaba nada!

El azabache estaba sentado mirando al frente, con ambas manos entrelazando sus dedos frente a su rostro, tenía los ojos cubiertos por los mechones de cabello a cada lado de su fino rostro, el cual se encontraba ensombrecido de la irritación que sentía, y adornando esa imagen que solo mostraba molestia, se podía apreciar una venita en la frente del Uchiha que palpitaba constantemente amenazando con estallar en cualquier momento, al igual que su portador.

Naruto lo observaba de perfil. Lo miraba fijamente, sabía que ya había visto a ese chico con apariencia lúgubre, pero los veinte gramos de cerebro que tenía no le ayudaban a recordar. Quería preguntar pero las palabras no salían, solo se quedó ensimismado observando cada detalle, sin percatarse de que aquel chico podría saltarle encima para golpearlo o estrangularlo lentamente, porque se sentía incómodo.

Y quién no lo estaría, cuando te escrutan de esa manera tan profunda, que hasta parece que descubrirán tu alma o tus más terribles pecados.

Kiba, Shikamaru, Ino, Karin y Suiguetsu se percataron de la escena que se estaban montando esos dos sin siquiera mover un músculo, así que decidieron acercarse a ellos desde distintos ángulos.

Aprendiendo a Amar a un DobeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora