Aprendiendo a Amar a un Dobe

Capítulo 28. De malas a peores. Parte II

El ruido del choque seguía en su cabeza, traumándolo sin tregua. Estuvo varios minutos marcando al mismo número sin recibir respuesta, el teléfono fijo en su oficina seguía sonando muy lejano, cuando al fin tuvo audio en su móvil, primero fue el susto, después la preocupación y luego el enfado descargado a la persona desconocida que le había atendido en el celular de Itachi.

Aun ahora le era difícil pensar en otra cosa, le confirmaron que el extremista de su primo-novio seguía vivo, no ileso, pero vivo y camino al hospital en una ambulancia. No le alegraba, no le aliviaba, quería salir corriendo y sin detenerse, necesitaba asegurarse de que Itachi de verdad estaba fuera de peligro, pero dejar la empresa en ese preciso momento no era algo fácil de hacer.

¿Por qué tenían que pasar dos desgracias el mismo día?

Ya tenía un par de minutos observando el monitor de su computadora, sin parpadear, solo llenándose de rencor y odio contra el imbécil que estaba provocando todo eso. Las alarmas seguían apareciendo, el sistema contabilizando los terminales que ya estaban fuera de red y el cuadro de dialogo que le pedía confirmar la activación del cortafuegos. No debía dudar, pero lo estaba haciendo; Itachi sabía lo que sucedía y por eso le pidió activar esa función, pero no era tan sencillo como proteger un computador de un virus, al oprimir la tecla afirmativa, tenía el presentimiento de que no le agradaría lo que la pantalla le fuera a mostrar.

No tenía opción. Estaba claro en que había muchas funciones de SARI que desconocía, pero en ese juego, era perder un poco o perderlo todo. Presionó la tecla "Y" cuando saltó otra alarma, cerró los ojos como si la pantalla le fuera a estallar en la cara.

"ALERTA. CORTANDO ACCESOS DE LA SECCION DOS EN EL ÁREA DE LOGISTICA. ALERTA..."

—¡Demonios!— tomó el ruidoso teléfono y cambió la línea a recepción —Esta es una orden corporativa. Aseguren las puertas de entrada y salida, detengan a todo el que intente salir ¡Sin excepciones!

Colgó y salió con prisa, en poco tiempo tendrían que enfrentar los reclamos de los empleados de la segunda planta que se quedaron fuera de línea, y aparte de eso, si el sistema bloqueó todas las computadoras, la persona que intentaba invalidar la seguridad de la red, ya debe saber que lo han descubierto y tratará de escapar de la empresa. SARI tiene funciones peligrosas, Kakashi no les dio todos los detalles acerca de ellas, o al menos Shisui y Obito no tenían idea. No podía sacarse de la cabeza que Itachi sí sabía perfectamente todo lo que el sistema podía hacer y conocía los riesgos de activar el cortafuego.

Llegando al panel principal del último piso, en el cubículo de la secretaria de Obito, se encontraba la chica y otro sujeto que se identificaba como un empleado más por el carnet que portaba colgado al cinturón del pantalón, Shisui no se paró a reconocerlos ni a saludar. Sabía bien que su tío fue convocado por los miembros directivos debido a las crecientes quejas por las alarmas que el sistema soltaba en los terminales afectados por el intruso.

—¿No ha salido?— preguntó con la intención de no detenerse.

—No, señor.

—Bien, voy a entrar— debía informar a su tío lo que sucedía —Itachi, espérame.

—¡Señor Shisui, espere!— salió de su área apresurada, unos pasos y tuvo que regresar a por el sujeto que se quedó pasmado por la dura expresión de su joven jefecito —Tú, muévete— lo jaló del brazo —¡Espabila, hombre!— le susurró —Señor Uchiha, por favor...

—¡¿Qué?!— se giró de golpe y los dos que lo seguían se detuvieron sorprendidos —Lo siento. No es el mejor momento ¿Qué pasa?— la cara de sus seguidores le regresaban la pregunta —Estamos en problemas. Ahora, ¿Qué quieren?— preguntó con poca paciencia. El silencio de esos dos lo estaba desesperando, pero no dejaban de verlo esperando algo. Tenía que sacarse de la cabeza la situación de Itachi aunque sea por un momento, y tomar su puesto como suplente de las dos autoridades máximas de la empresa —De acuerdo, los escucho— se relajó por obligación y esperó a que esos dos empezaran el monologo.