Capítulo 24. Preludio

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Las vacaciones acabadas y un nuevo año corriendo ya para los estudiantes. Nuevos deseos confinados en templos, expectativas y objetivos por cumplir marcados en una lista que poco a poco se cumple, o simplemente acaba en la basura.

Naruto tiene un deseo, y él es responsable de cumplírselo a sí mismo, pero también depende de cierta personita que la realidad de ese deseo sea posible. Naruto confía y teme a la vez. Sasuke no es precisamente muy colaborador.

Desde su puesto lo observa, a Sasuke muy entretenido con Gaara en la meza de mantenimiento de equipo, ese sitio especialmente reservado para amontonar piezas que en algún momento sirvan de repuesto. Sasuke necesita escucharlo, dudar y luego considerar, eso ha aprendido Naruto, que ese chico puede decir no y ser no, y puede decir sí y ser dudoso. Pero Naruto va a buscar ese sí, porque Sasuke le ha dado ilusiones aunque no lo sepa, y si lo sabe tendrá que aceptar dar una respuesta sin intentar esconderse en su caparazón otra vez.

Los primeros días de clases son aburridos, Kakashi no los deja usar las computadoras, él dice "Primero la teoría, luego la práctica". El laboratorio de computación tiene espacio para treinta alumnos en las máquinas de escritorio y cinco más para los que usan portátiles, eso resulta demasiado grande para el pequeño grupo que ahí empieza a recibir clases, el grupo BTP ya está separado en sus respectivas carreras y aulas técnicas.

El receso de ese día estaba pronto a acabar y la mayoría de los alumnos ya estaban en el aula esperando el toque del timbre y luego que su maestro llegue. Seis largos mesones equipados con monitores LCD y CPU mini torre son el área de trabajo de los estudiantes, frente a ellos el blanco pizarrón acrílico con una manta de proyección, y en una esquina el desolado escritorio del maestro, separado de esos, adyacente a los otros mesones, un mesón blanco y vacío estaba destinado a los que llevaban su propia computadora, Sasuke ya había decidido instalarse ahí y junto a él, Naruto, Kiba, Gaara y Shikamaru ya tenían su puesto.

Naruto no se ciega por estar mirando a Sasuke a lo lejitos, tampoco está sordo, desde esa misma mesa, Suiguetsu observaba a Karin haciéndole gestos extraños a una confundida Hinata, suspiró y Naruto a su lado se le quedó viendo a él y luego a su prima, y luego regresaba a él y volvía a Karin.

Suiguetsu tenía cara de depresión.

—Ella es un peligro.

El tono lamentable le recordó a esas veces en las que Sasuke lo desairaba. Naruto sabe que Suiguetsu tiene un problema, lo que no sabe es si burlarse o tener lastima de él.

—Y tú eres un masoquista.

—Cállate, tú mejor no hables.

No, Naruto no se siente así de masoquista.

Por otro lado, no ha tenido suficiente de esos dos, Karin es mala y agresiva, y si Suiguetsu es el valiente que la quiere así, no va a oponerse. Aparte de eso, será muy entretenido ver como Suiguetsu pide amor a su prima.

—Desde ahorita te aviso que a ella no le gustan las cosas románticas.

—Se nota, ¿Cómo demonios conquistas a una mujer así?— eso es lo que lo tiene frustrado. Un año con la chica esa y ya sabe bien que ella es más bien una especie de cavernícola salvaje pero sin exceso de pelo, Karin no se maquilla, no es muy femenina, y le encanta golpear gente —No entiendo por qué me gusta— suspiró abatido, Naruto lo vio y burlarse le pareció lo mejor.

—Dale un sapo envuelto, quiero ver cómo te parte la cara.

—No, gracias— Naruto puede ser malvado sin mucho esfuerzo, ya lo comprobó —¿Chocolates? A las chicas les gustan las cosas dulces.

Aprendiendo a Amar a un DobeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora