Capítulo 31: Media lección aprendida.

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Karin no despegaba la vista de su reflejo y el de su tía atrás de ella acicalando su cabello mientras mantenía una alegre sonrisa. Ladeó el rostro para facilitarle a Kushina colocar ese pequeño prendedor negro para sujetar su flequillo.

—Listo— exclamó sonriente sujetando por los hombros a su sobrina, contemplando su belleza en el espejo —Estás preciosa.

La menor solo sonrió apenas, usar vestidos no es algo que le guste mucho, pero debe admitir que ese de falda suelta a las rodillas, escote de encaje y en color verde limón, le queda bastante bien, la pequeña blanca oculta sus hombros y protege sus brazos, su tía hizo un buen trabajo eligiendo las prendas y accesorios.

—Tía, te ves más emocionada que yo— era imposible ignorar esa permanente sonrisa y las risitas que la mujer soltaba al contemplarla luego de terminar cada detalle, como si se sintiera orgullosa de estar esculpiendo una fina obra de arte.

—Lo estoy...— sonrió ella volviendo a situarse atrás de Karin para colocarle un pequeño collar con un dije en forma de gota en una mezcla de colores negro y plateado —Esto es algo que no puedo hacer con Naruto— se rio al pensarlo, poco a poco su expresión alegre disminuyó hasta quedar en una inusitada calma —Además... vas a conocer a la mamá de tu novio, debes dar una buena impresión— en seguida notó el semblante preocupado de la adolescente —¿Qué ocurre, cariño?

—Aunque la mona se vista de seda, mona se queda— soltó un suspiro apreciando el colgante en su pecho —Soy medio destartalada, lo sabes... y no quiero fingir algo que no soy.

—No tienes por qué fingir, niña— le corrigió rápido entendiendo su preocupación, se situó frente a ella y levantó su rostro con suavidad —Solo llévalo con calma y suéltate poco a poco, según veas cómo reacciona la señora Ozuki a tu encanto.

—¿Cuál encanto?— se burló de sí misma al estar un poco más tranquila al recordar que no estaría sola —Suiguetsu atesora mucho a su madre...— comentó distraída apartándose del espejo para que su tía pueda retocarse el escaso maquillaje —A él no le preocupa que yo pueda meter la pata— lo estuvo notando muy despreocupado con respecto a eso los últimos días.

Kushina dejó la brochita del rubor y sonrió cómplice con el reflejo de Karin dándole la espalda.

—Eso es un punto a tu favor.

—¿Lo es?— preguntó inexperta.

—Sí, significa que él está seguro de que le agradaras a su mamá— le guiñó un ojo, y se rio un poco por el sonrojo natural de la menor —Ya casi es hora de irnos ¿Por qué no te adelantas mientras termino de arreglarme?

—Claro, te espero abajo— se dio la vuelta, pero antes de empezar a caminar, bajó la mirada a sus pies calzados por un par de sandalias de correa doble color plata que subían entrelazadas por sus pantorrillas desnudas. Sus pies jamás se habían visto tan delicados y bonitos. Enderezó su postura, inhaló aire y se alisó la falda del vestido un par de veces, cuando tentó con extremo cuidado su cabello suelto escuchó la risa de su tía —No te rías— se quejó apenada, tener una imagen tan femenina y delicada era un gran reto.

A pasos lentos y cuidadosos salió de la habitación de sus tíos para esperar a Kushina en la planta de abajo, al llegar a los escalones fue el mismo reto, acicalarse y bajar con cuidado cada uno, tenía el extremo miedo de que una pequeña sacudida la regrese a ser un desastre, como si aquello fuera obra de alguna magia temporal.

A la mitad de la escalera se detuvo, Naruto estaba sentado en el cuarto escalón, recargado en el barandal con una gruesa manta cubriendo su espalda y una caja de pañuelos desechables cerca para sonarse la nariz.

Aprendiendo a Amar a un DobeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora