Capítulo 13. Recordar, lamentar y aceptar

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Esta vez decidió no entrar al instituto y esperar a su sobrino en el auto. Si bien estaba decidido a recuperar a Kakashi, con la plática del día anterior supo que no todo estaba perdido, pero tenía mucho por reconstruir. Necesitaba darle espacio al Hatake, y necesitaba pensar en la manera de acercarse de nuevo... sin resultar un acosador en potencia, prefería usar eso como último recurso.

Hace un par de minutos escuchó el timbre de salida para la jornada matutina, el área de aparcamiento empezaba ser ocupada por los vehículos que traían o llevaban a los estudiantes de ambas jornadas, la acera que rodeaba el límite del colegio ya estaba poblada por los jóvenes que empezarían sus clases en la jornada vespertina, mientras que los de la mañana ya estaban saliendo en dirección a sus hogares.

Pudo divisar a Sasuke entre la multitud, el chico caminaba apresurado y parecía molesto. Le bastó verlo de lejos para saber que algo no andaba bien con él. Obito frunció el ceño al notar como su sobrino ignoraba al rubio Uzumaki y al pelirrojo que lo seguía, intentando, en vano, llamar a Sasuke. Notó cada cosa; cuando Sasuke se giró a encarar a Naruto, la expresión preocupada del chico, el desprecio con el que parecía soltar las palabras su sobrino, el intento frustrado de Naruto al querer seguirlo y obtener respuestas, vio al pelirrojo tomar del brazo al Uzumaki y ahí se quedaron ambos, observando a Sasuke acercarse a él.

Cerró sus ojos y suspiró con pesar al saber que Sasuke ya se había percatado de la situación.

—¿Solo una semana te duró la paz?— lo vio acercarse y dirigirse a la puerta del copiloto, el menor no escuchó su pregunta y así lo prefería. Se adentró al auto —Es el último día de la semana, ¿Y tú tienes esa cara?— no tuvo respuesta, solo vio como Sasuke lanzaba la mochila a los asiento s traseros y se encogía en su lugar, abrazando sus piernas —¿Estás bien?— preguntar era estúpido, sabiendo la respuesta.

—No.

—Sasuke...— suspiró de nuevo. Lo mejor era no preguntar, de igual forma no le daría respuestas, no a él... de su familia, cada quien trataba con Sasuke de manera diferente cuando esa fecha se acercaba; Itachi siempre intentaba sacarlo de ese agujero casi a la fuerza de palabras; Shisui, posiblemente era el único con el Sasuke realmente hablaba, buscando apoyo y liberarse un poco de sus pesares; y él, Obito, no podía hacer nada más que sentir en carne propia la intranquilidad de su sobrino, verlo así, encerrado en sus lamentos, dejarlo ahí y no molestarlo, porque sabía que Sasuke lo necesitaba... pero ahora se estaba pasando de emo. Faltaba casi una semana para visitar la tumba de su hermano y su cuñada en su aniversario de muerte, y el menor de los Uchiha se había deprimido antes de tiempo.

Dio una última mirada a aquel rubio que ahora se dirigía al auto de Kakashi, con una chica pelirroja y el dueño del vehículo. Su mirada se cruzó con la del peli—plata, la tensión que provocaba Sasuke, le impidió sonreírle y despedirse del Hatake. Vio a Naruto subir al auto desanimado, ahí supo que ese chico se sentía igual que él, impotente... aunque a diferencia del rubio, él sí sabía los motivos.

—Vámonos ya.

Encendió el auto, y complació a Sasuke con su pedido. En esa situación solo podía hacer eso, cumplir con lo que su sobrino pidiera, de ese modo se sentía un poco menos inútil, pero solo un poco.

El camino a casa fue aterradoramente silencioso.

***

—¿Te pasa algo, Naruto?

—No es nada, sensei— iba sentado en la parte trasera, Karin iba de copiloto al lado de Kakashi —... No es nada— repitió con la mirada pérdida en el panorama que pasaba por la ventana.

El peliplata lo observaba por el espejo retrovisor, luego desvió su mirada a la chica preguntando silenciosamente, pero solo obtuvo por respuesta una negación de parte de ella.

Aprendiendo a Amar a un DobeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora