Amor De Cristal

Cap. 14 "Ni una linea"

El fin de semana se había pasado volando. Pronto comenzaron las clases y seguía siendo la misma monotonía de siempre a excepción de Marrie; ya no estaba junto a ella pero espero que pronto pueda recuperarla. Sam aparentaba odiarme cuando estaba junto a ella y Hans… bueno, no lo vi desde hace dos horas que entramos a clase. Kaiser no me había vuelto a hablar; creo que había borrado mi numero por completo y eso me hacia sentir tranquila pero al mismo tiempo angustiada.

La segunda clase había comenzado pero no tenia ánimos de participar ni de prestar atención; en cambio, estaba dibujando corazones en mi carpeta. ¡Pobre profesor de física! en realidad nadie le prestaba atención, era de aquellos que te daba una fotocopia y te mandaba a hacer ejercicios allí sin decir nada pero ahora nadie observaba la fotocopia, al finalizar la clase se lo entregaba y listo, eso dependiendo si se acordaba de pedirlo. Recuerdo todas las maldades que le habían hecho a ese profesor: pegamento y chinches al asiento, la silla dibujada con un pene (los chicos se reían en cambio yo no le encontraba sentido: era una silla) también cubrieron de papel higiénico su moto… ¡Ay! Cuantas cosas le hicieron; lo que más odian (y me incluyo) es cuando se le pide que nos explique algo de la materia, o para un examen porque cuando llega a tu lugar mientras te explica también te escupe (sin intención, pero lo hace).

Observé al frente y vi como mis compañeros hablaban en tono bajo; cuando veo hacía adelante todos están mirando al profesor que se había quedado dormido, una gota de saliva está por salir de él. Pronto la puerta se abre de a poquito dejando ver a un Hans con cara de dolor. Observa al profesor dormido y llego junto a mi para que no le pongan inasistencia ya que éste docente toma la asistencia a último momento.

En cuanto Hans toma asiento el celular del profesor comienza a sonar y se despierta confuso ¡Se había puesto una alarma! Toma la asistencia y en cuanto ve a Hans su seño se frunce.

—Rial ¿usted estaba aquí? —preguntó y mi amigo asintió— bien, recuerden traer los apuntes para la semana que viene —dijo tomando su bolso y se marchó.

—¡vaya profesor! —dijo Hans a mi lado.

—vaya alumno que llega tarde —respondí— ¿te duele algo? —el rostro de Hans lo delataba, había estado peleando.

—estoy bien Clari, solo tengo hambre ¿vamos? —preguntó y asentí. Tomó mi mochila y en cuanto colocó un cuaderno junto a una lapicera allí se lo llevó al hombro y me abrazó.

Creo que en todas las miradas de nuestros compañeros se encontraba algo: sorpresa, tristeza, odio, rencor, coraje, desilusión, risa. Las malas miradas eran obviamente por parte de chicas, aquellas con las que Hans solía acostarse. Corrección, suele acostarse. ¿Por qué eran de su parte? Fácil: Hans no da afecto en público.

Llegamos a la parte del buffet donde siempre me sentaba junto a Marrie y Sam; algunas veces Hans venia junto a nosotros pero casi siempre estaba con el grupo de Diego: los chicos malos. Ahora ya se donde nos sentaríamos.

—Clari, te presento a los chicos —dijo en cuanto llegamos al frente de ellos ¿yo me sentaría aquí? ¿Acaso estas viendo como están vestidas las chicas con las que están, Hans?— Él es Maurice, Racso, Jhon, c… —trató de continuar pero cortaron su presentación.

—calla tu boca idiota ¿piensas que viene de otro mundo? La conocemos a tu “amiguita” —comentó Diego sentándose en la cabecera de la mesa.

No me sentía cómoda, para nada cómoda.

—Ya te dije que no es mi amiga Diego, es mi novia.

Algunos se sorprendieron al escuchar eso, a otros no les importaba. Arriba de algunos chicos se encontraban las típicas chicas fresas: casi todas rubias, las chicas mas lindas del instituto y ellas lo sabían; en el grupo todas eran hermosas y también estaba yo: un cero a la izquierda. En total eran 8 chicos y 5 chicas (ahora 6) solo una no era rubia sino que el pelo era de color rojizo y lacio; estaba al otro costado de Hans. Pude observarla mejor y noté que el color de sus ojos eran verdes, también noté que a mi amigo le gustaba pero ella solo tenía ojos para Diego, que se encontraba clavándole los colmillos a una rubia que parecía toda operada; su ropa solo tapaba un poco de su piel. Me sentí ignorada todo ese momento, hasta que Hans se levantó del asiento.