Cap. 34 "futuro" Cuarto Año

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Kaiser


El paso del tiempo hizo estragos con aquella familia. Pude ver como una familia tan unida y feliz ahora solo era un maldito recuerdo. Isa se la pasaba tratando de apaciguar el dolor de su madre para que no sufriera tanto pero lo que no vio fue cómo todo en ella comenzaba a desmoronarse; trató tanto de hacer que su madre no sufriera que olvidó su propio dolor.

Su rendimiento con la facultad se fue al pique. No pudo terminar con todas las materias, no se concentraba en su vida cotidiana. No estaba siendo feliz ni ella ni yo pero trataba de soportarlo porque Isa me necesitaba. Su dolor había traspasado mi barrera haciendo que sintiera su dolor como mío.

Sus manos no tocaban mi cuerpo, solo lo hacía cuando comenzaba a llorar desconsoladamente por la pérdida de su hermano. Ya habían pasado meses y aunque sabía que aún dolía no podía dejarla amargarse más; seguía siendo su paño de lágrimas porque nadie más estaba con ella. La depresión comenzó a atacarla cada vez más fuerte y tenia miedo de que ni yo fuera capaz de sacarla de allí, si no es que ya la había consumido.

Comencé a sacarla a pasear nuevamente aunque se negara, comencé a tratar de animarla de a poco y pronto vi los resultados. En su cara ahora circulaban unas sonrisas tontas, aquellas que tanto amaba. Amaba ver como, de a poco, su brillo volvía a la normalidad. Como por tener un simple resfriado dejaba todo para venir y acompañarme. No le importaba contagiarse ni nada. Su preocupación hacia mi, preguntándome cada día como me encontraba a pesar de que ella estuviera peor. Mi madre también la ayudó en su proceso de pérdida convirtiéndose en su segunda madre.

(...)

Nos encontrábamos sentados en el parque donde le pedí que fuera mi novia. Un hermoso sol pegaba en su rostro mientras estaba recostada en mis piernas.

—No quiero irme nunca de aquí, quiero que este momento se haga eterno —comentó mientras sus manos estaban entrelazadas por arriba de su estómago; sus ojos cerrados hacían que su semblante fuera pacifico y sereno.

—ojalá se quedará así siempre; cuando quieras podemos volver —respondí mientras le daba pequeños besos en la cara.

Luego de estar tranquilos disfrutando de aquella paz nos acercamos a unos puestos que se habían montado en el parque. Vimos desde unos duendes raros y feos hasta unas cositas pequeñitas que usaban los bebés en sus pies.

—que hermosos escarpines —mencionó Isa mientras los miraba con un brillo especial en sus ojos. Perfecta.

—son realmente hermosos. ¡Los hago yo misma! Si quieren puedo mostrarles más diseños —dijo la vendedora mientras comenzaba a sacar una caja.

—no, no. Solo estaba observando, muchas gracias —respondió mi novia apenada.

—no es ninguna molestia, linda. Pasa cuando quieras

Su mirada se dirigía a todos los puestos prestando mucha atención a su alrededor. Mientras yo no podía sacarme de la cabeza la ilusión de Isa con una hermosa barriga llevando allí a nuestro hijo, comprando esos escarpines para luego ponérselos a nuestro bebé.

Mientras abrazaba a mi novia por la espalda apoyé mis manos en su estómago y lo acariciaba. Su vista se dirigió a mis manos y sonrió. Esos hoyuelos que tanto me encantaban se marcaban en los costados de sus labios haciendo que su rostro se mostrara más lindo; como si eso fuera posible. Siempre dije que eso era lo que más me gustaba  de ella, eso más su lunar pintado. (Eso lo decía para hacerla enojar). Tenia un lunar al lado del labio que era bastante provocador. Había besado ese pequeño lunar y todas las partes de su cuerpo como quise.

En esta vida no necesitaba más. Solo a ella y un futuro juntos.

Nos fuimos de aquel parque directo a una feria. Compramos películas nuevas (cosas típicas de cada semana) unos snacks y llegamos a mi casa. Con el tiempo pude construir mi casa detrás de la casa de mis padre y así tenía un lugar propio. Ya teníamos un techo y nuestro amor; tenia todo lo que necesitaba pero ahora la ilusión de convertirnos en padres hacia que mi interior se agitara con fuerza.

Amor De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora