Capítulo 9

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Narra Pol

Oí su voz, no era ningún sueño. Estaba allí, guapo a rabiar. Con esos ojos oscuros que penetran con la mirada y parece que poco a poco te desnudan. Iba vestido con unos vaqueros rotos que le sentaban estupendos, una camiseta y una cazadora. Me pareció por primera vez el hombre más sexy que había visto jamás. ¿Tal vez siempre lo había sido y yo me estaba dando cuenta ahora?

Hubo un silencio y lo primero que se me ocurrió decirle era si estaba recuperado de su malestar. Luego le pregunté por la gran Calduch, la echaba de menos, esas salidas de tono que tenía y era una mujer tan culta que nunca uno se cansaba de estar con ella. Mientras que él me hablaba de la Calduch, yo no podía dejar de mirarlo. Sentía que volvíamos a estar juntos, que estaba recuperándolo. El mundo no me importaba, me daba igual que nos mirasen. Ni me fijé si alguien lo estaba haciendo. Simplemente me fijaba en él.

Por primera vez sentí unas ganas terribles de besarlo. Era la primera vez que de verdad quería hacerlo. No quería jugar, simplemente quería que me abrazase y sentirlo a mi lado.

Necesitaba hablar con él, pedirle perdón. La frase de Confucio me marcó tanto que no podía parar de pensar en ello. Así que me armé de valor y le pregunté si le apetecía salir. Pareció que no se lo pensó mucho.

Empecé pidiéndole perdón por lo que había pasado en la fiesta de Rai. Él no se merecía que dijera eso de su padre que se avergonzaría de él. En todo caso se debería avergonzar de mí. Bruno siempre había estado a mi lado en mis peores momentos y yo simplemente por mi deseo de vivir la Universidad lo había usado y encima tirado a la basura. Él me miraba. Parecía estar atento y lo noté nervioso. Parecía que tuviese ganas de decirme algo, pero no lo hizo. Yo sentía cada vez que nos íbamos alejando el uno del otro.

Me sorprendió que me preguntase por lo que había pasado con Ángel. Supuse que se había enterado por el propio Ángel y en el fondo me alivió que lo supiera. No podía engañarlo. Aquello había sido una toda una tontería y simplemente fue sexo.

En ese momento Bruno me dijo que se iba hacia dentro. Yo no me podía quedar parado, necesitaba recuperar a mi amigo como fuese. Bueno para qué engañarnos, necesitaba recuperar tal vez a la única persona que me complementaba en mi vida. Así que justo antes de entrar Bruno en el bar le dije: "Te he echado de menos y te sigo echando de menos". Él se giró y en tono muy enfadado me dijo que no le tocase la polla, que le había dejado muy claro aquella noche que él no era nadie para mí. ¿Cómo pude ser tan gilipollas? ¿Me iba a quedar de brazos cruzados o iba a luchar por él?

En ese momento salió Tània, me vio fumando y con los ojos llorosos. Me abrazó y me preguntó qué había pasado, se lo estuve contando y me dijo que era normal la reacción de Bruno. Que le dejase su espacio. Que él ahora estaba en otras cosas y lo que le dije había sido muy duro y la última persona que se lo merecía era él.

En ese momento, me sentí tan mal que también le pedí perdón a Tània por mis últimos meses con ella en el instituto. No me entendía a mí mismo y luego llegué a la Universidad y todo se complicó. Le estuve explicando lo que me pasó con Rai y ella dijo: "a veces lo que para uno es prohibido es lo atrayente".

En ese momento llegó un chico guapísimo. Me acerqué y me presenté. Se llamaba Lluc y me dijo que era el novio de Bruno. En ese momento creía que me moría. Sentí que acababa de joder bien mi vida. ¿Había perdido al chico del que estaba perdidamente enamorado?

Se fueron y yo no tardé en irme también. No me apetecía estar allí. Sentía un vacío en mi vida. Que no sabía qué hacer. Así que me fui hacia a casa. Pero en esto que recibo una llamada de Martina, me preguntó dónde estaba. Le dije que iba camino de casa y me dijo que fuese a la suya.

Fui a su casa y llegué sin apenas ganas de nada. Ella había salido con sus amigas y me estuvo explicando lo que había hecho. En un momento, se dio cuenta que yo no estaba escuchándola, así que me cogió la mano y en ese momento rompí a llorar. Ella se asustó y me empezó a preguntar. Le dije que simplemente quería dormir abrazada a ella y que mañana le explicaría todo con calma.

Intentó que tuviésemos sexo, pero por primera vez en mi vida sexual no lo necesitaba. Necesitaba ese calor afectivo que me estaba dando. Ella lo entendió.

A la mañana siguiente, me levanté y ella estaba en la cama. Me dio un beso de buenos días y me había preparado un pequeño desayuno. Primero me duché y luego desayunamos juntos. Cuando terminamos de desayunar, le dije que tenía que hablar con ella.

Empecé por el principio de mi historia con Bruno. Ella estaba a cuadros y no entendía nada. Le dije que no me gustaban las etiquetas, pero que en este caso mi "mal" tenía nombre y era que estaba locamente enamorado de mi mejor amigo. Aquél al que había rechazado, con el que había jugado y que ahora parecía que estaba perdiendo. Ella me escuchaba atenta y asentía.

Le expliqué la fiesta en casa de Mònica. El día que fui a su casa a buscarlo cuando me sentía atraído por Miriam y acabamos teniendo sexo. Luego su marcha a Roma por el maldito Nicola. Luego me enamoré por primera vez de Tània y ahí fue cuando me atreví a decirle que me recordaba a ella, que estar junto a ella era como sentir que estaba cerca de él. Le conté las "Colònies del Montseny" y, por último, el último año de la Universidad.

También le hablé de Merlí. Quién era, lo que había hecho por mí, por mi familia y, por qué no decirlo, por todos los que pasaban a su lado. De alguna forma u otra, a su modo ayudaba al resto. Lo echaba tanto de menos, que hasta ahora no me di cuenta de lo que Merlí me enseñó en cuanto a Bruno. Y recordé que el último día del Treball de Recerca le pregunté a Merlí: "¿Por qué decidiste que era yo tu favorito, cuando había otros que sacaban mejores notas o iguales que yo?, a lo que él me contestó: "Porque nadie sabe filosofar como tú y a parte eres muy importante para Bruno". Yo le respondí: "Bruno también lo es para mí".

En ese momento no caí, pero ahora me estaba dando cuenta de lo que me decía. Me quería dar a entender lo que yo ahora le estaba explicando a Martina.

Martina estaba con las lágrimas en los ojos. Se había quedado sin palabras. Decía que nunca en su vida nadie se había abierto en canal para expresar sus sentimientos. Me preguntó por Rai y le dije que era una de las mejores personas que había conocido, que al principio era una tontería, pero que después de la semana de Calella me di cuenta que como algo más, mejor no tenerlo, pero como amigo valía oro.

Me preguntó qué sentía por ella y le dije que habían sido los seis meses más especiales en mucho tiempo. Que era una mujer de diez. Pero se merecía a alguien mejor que yo que, a pesar de encantarme, ser una máquina en el sexo no me había enamorado de ella.

Creo que era la primera vez que sentía que había expresado todo lo que sentía. No iba a servir de mucho en ese momento, pero al menos sabía lo que quería. Y era a Bruno Bergeron.

Martina me abrazó y me dijo que por qué no pasábamos el día juntos. Pensé que no iba a querer volver a saber nada de mí. No la había engañado con nadie, pero entendía que no era la mejor persona con quien estar. Me dijo que le había gustado mi sinceridad y que por eso no quería perderme. Era un buen amigo y había aprendido que como decía Merlí: "Hay diferentes formas de amar".

Esa tarde fuimos a ver el Mercado de Santa Lucía que se pone justo delante de la Catedral de Barcelona, donde puedes encontrar todo tipo de cosas navideñas para decorar o regalar.

La Navidad se acercaba. 

Continuación personal de "Merlí: Sapere Aude"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora