Continuación personal de "Merlí: Sapere Aude"

Capítulo 51

Narra Pol

Después de aquella conversación de María y estar tranquilamente tomando el sol, llamaron nuestros queridos Ángel y Rai, para liarla un poco ese día. Cuando uno cree que va a estar tranquilo, siempre alguno de estos dos estaba dando la nota para proponer algo y disfrutar. ¡Pero qué demonios! Había que aprovechar el verano, así que accedimos a su plan.

Llegamos a Tossa de Mar Bruno y yo en el coche de La Calduch. Últimamente Bruno se movía más en coche. Le estaba cogiendo pasión a conducir, porque si le preguntabas: "Bruno, ¿quieres que conduzca yo?". Él te miraba y decía: "No, prefiero conducir yo. Me relaja conducir. Lo decía con la voz del eslogan de BMW". Le quedaba simpático y todo.

Cuando vimos el castillo que yo no conocía, lo que no me imaginaba ver era a Joan ni a Oti, dado que Oti dijo unos días antes que se iba a su pueblo en verano. Pero lo de Joan me escamaba un poco. Le pregunté a Bruno sí sabía algo de Joan y dijo: "Está mal con Marie y desde que se fueron a esquiar juntos en Semana Santa, parece que se han unido los tres".

En ese momento pensé: "Tengo que hablar con Joan". Ni Ángel, Minerva ni yo conocíamos Tossa de Mar. Así que el castillo nos fascinó, pero sobre todo ver la muralla que llegaba hasta el propio mar.

Me encantó ver cómo Bruno contaba la historia. Todos disfrutábamos mucho de sus explicaciones. Lo hacía tan bien, que parecía que estuvieses en el medievo. Eso me recordó muchísimo a nuestro viaje por Italia. Cada explicación y su manera de vivirla. Era algo sin palabras para alguien como yo, que de historia poco sabía.

Comimos con unas vistas sobre el mar que te caías sentado. El mar estaba en calma, como un plato, un azul intenso y se percibía su olor mezclado con el plato tradicional: "Cim i Tomba". Creo que comimos todos estupendamente, pero si encima estabas con una gran compañía, la comida era de reyes, que decía mi abuela.

Las chicas estaban entusiasmadas. Le pregunté a Oti cómo era que había venido y dijo: "Ángel, Rai y Minerva llegaron a mi pueblo ayer por la tarde para darme una sorpresa, y hoy pensaron en vosotros y dijeron: "Vamos a llamar a estos cuatro a ver si les apetece venir y aquí estamos los seis".

¡Cómo habían cambiado las cosas en solo cuatro meses! A veces uno no se da cuenta de cómo corre el tiempo y lo peor es que conforme te vas haciendo más mayor, el tiempo parece que pasa más deprisa.

Paseamos por el casco medieval del pueblo con las calles empedradas. El estilo de construcción me recordaba mucho a Bérgamo y de forma cómplice mirando a Bruno se lo hice saber. Los dos nos reímos y nos separamos un poco. Me apetecía estar con Rai e Iván y que me fuesen contando sus aventuras.

Pero antes de esto, recuerdo que pasamos por una heladería y Ángel, obviamente, no pudo no resistirse y entramos todos. ¡Qué cantidad de sabores, de tamaños! Pedimos cada uno, un helado, aunque llevase dos bolas. Bruno hizo su gracia y preguntó si ya sabía qué bola de helado quería.

Me quedé serio, aunque por dentro me estaba riendo de lo idiota que a veces podía ser y que a mí me encantaba, así que le respondí: "Te prefiero a ti solo, pero en los helados prefiero los dos sabores y más cuando tengo la oportunidad de ello, gracioso".

Aquel día hacía muchísimo calor. Las chicas después de tanta subida y bajada decidieron irse a la playa. Yo mientras seguía con Rai e Iván. Rai estaba feliz con lo que se estaba construyendo en Kenia. El lugar no recuerdo dónde era lo que sí recuerdo era que estaba justo al lado de la frontera con Tanzania, prácticamente junto al Parque Nacional del Serengueti.

Iván nos contó que el viaje con Nicoletta fue maravilloso, aunque al principio bastante caótico porque nadie les entendía. Pero al final consiguieron los permisos para la construcción de la escuela y del hospital. Me estuvieron enseñando fotos. Las casas serían de adobe y las vistas eran espectaculares. Estaban formando a muchas personas de la población y estaban ahora buscando agua para poder abastecerse.