Capítulo 17

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Narra Pol

Al día siguiente me desperté con la carta de Merlí en la mano. La volví a leer y volví a sentir la misma sensación que en la noche anterior.

Mi padre entró en la habitación para decirme que el desayuno estaba preparado y que iba a llegar tarde a clase. Le dije que en cinco minutos iría y que ese día solo una clase y era a las doce, así que tenía tiempo.

Desayuné a solas con mi padre. Glòria se había ido antes hacia el instituto. En esto que desayunando, mi padre me preguntó: "¿Qué tal ayer con tus amigos?". Le dije: "Bien, estuve en casa de Bruno. Tenía un paquete que darme de Merlí que su abuela había encontrado y al final se nos hizo tarde".

Mi padre puso cara de alegría al saber que había visto a Bruno. Sabía lo importante que fue para mí en el instituto y lo que significaba Merlí en mi vida. No intentó preguntar más.

Estuvimos hablando de Oksana, que hacía dos días que la habían visto. Ya no podía más consigo misma y sólo estaba de seis meses. En este momento, hablando de mi hermano y de ella le dije: "Papá, tengo que contarte algo".

Él me respondió: "adelante hijo". El cuerpo me temblaba. Sabía que mi padre entendía que era diferente y que me gustaban los chicos y las chicas, pero nunca le había dicho que por quien sentía amor era por Bruno.

Cuando se lo estuve contando, mi padre asentía y me cogía de la mano, mientras se me caían las lágrimas. Le conté lo de la noche anterior y mi padre me dijo: "Te vuelvo a decir lo mismo que te dije aquel día cuando me dijiste que eras diferente. No entiendo de amor entre hombres, pero sí entre una mujer y un hombre. Y creo que es el mismo amor que os tenéis el uno al otro".

En ese instante, me levanté de la mesa. Mi padre también y nos fundimos en un abrazo como nunca lo habíamos hecho. Ni siquiera cuando mi madre o mi abuela habían fallecido.

Me llevó al balcón y allí me dijo: "Estoy orgulloso de ti. Me gusta cómo eres, en lo que te has convertido". En ese momento, apareció la niña que correteaba siempre por la terraza de enfrente y me sonreí.

Mi padre dijo: "A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos". Yo me quedé mirándolo sorprendido y dijo: "Nunca te lo he dicho, pero quiero pedirte perdón por todos los años en los que te abandoné cuando más me necesitabas. Tal vez sea tarde ahora pedir ese perdón, pero ahora es cuando me atrevo a hacerlo.

No confié en ti y te obligué a trabajar y gracias a Merlí ahora te veo y no puedo sentir más orgullo hacia ti y hacia Óscar. Me da igual si quieres a un hombre o a una mujer. Solo quiero lo que todo padre desea para un hijo: que sea feliz y no sufra." A los dos se nos caían las lágrimas, pero parecía que mi padre se hubiese reconciliado con su pasado.

Lo miré de manera triste y le pregunté: "¿Y si lo he perdido?" Él me cogió de la mano y me dijo: "Eso no lo sabrás hasta que se lo preguntes". Estuve contándole que durante las semanas posteriores a que Merlí falleciese abandoné a Bruno, como si fuese un perro al que la gente abandona cuando les molesta en vacaciones.

Durante el primer año de carrera me comporté como un auténtico hijo de puta con él. Lo único que me pedía era que estuviese a su lado y yo, en vez de estarlo, lo eché a patadas de mi vida. Hasta que él me envió a la mierda y con toda la razón del mundo.

Verlo en aquella fiesta cambió todo y estar la noche anterior con él mucho más.

Mi padre me miró y me dijo: "Si de verdad lo quieres lucha por él, pero nunca te des por vencido". Lo miré, le di un beso en la mejilla y me fui a ducharme. Parecía que reinase una armonía perfecta en casa.

Continuación personal de "Merlí: Sapere Aude"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora