Capítulo 56

803 43 42
                                    

Narra Bruno

Salí de aquella clase feliz. Por primera vez entendía a mi padre y su pasión por enseñar lo que a él le hacía feliz. Los niños eran divertidísimos y muy buenos. Se notaba que estaban allí no por obligación sino por pasión. Lo primero que hice antes de empezar a enseñarles los primeros pasos de danza clásica fue preguntarles qué querían aprender o por qué estaban allí.

Cada uno me fue dando su opinión. Pero hubo un niño que me llamó especialmente la atención se llamaba Nacho. Tenía siete años y era el mayor de todos. Era muy delgado, rubio y con los ojos verdes y muy maduro para su edad.

Mientras se estaba poniendo sus zapatillas de ballet dijo: "Porque quiero ser como mi hermano mayor, él también baila". Aquellas palabras sin saber por qué me llegaron al corazón. Pensé en Mina en ese momento, tal vez porque cuando tuviese esa edad o fuese más mayor me gustaría que dijera: "No conocí a mi padre, pero gracias a mi hermano lo he conocido y me está enseñando todo lo que mi padre no me ha podido enseñar".

Me gustaban los niños. En eso llevaban razón todos los que me animaron a empezar con esto y si pensaba en Mina, me gustaban aún más. Pero, sobre todo, lo que más admiraba de ellos era la capacidad de aprender jugando, de parecer ser esponjas que lo absorben todo y en este caso me lo devolvían con unos ejercicios espectaculares.

Los últimos veinte minutos de clase, les puse una canción a cada uno y querían que me enseñasen qué sentían con la música. Desde luego que Nacho tenía ese don del que tanto hablaba David en referencia a mí. Se movía como pez por el agua por la sala, parecía que tuviese más edad y su flexibilidad le permitía hacer cosas impresionantes.

Terminamos la clase y les dije que después de una clase de danza se debe aplaudir en señal de que todo ha ido bien. Eso les hizo mucha ilusión y aplaudieron como locos. Y vi como los padres estaban felices de lo que habían visto. Me felicitaron por haberlos sabido llevar y me sentí orgulloso de mi nueva hazaña.

Terminé la clase, recogí todo y apareció David. Aplaudió en cuanto llegó a la clase y dijo: "Sabía que no me equivocaba contigo. Me ha gustado ver como a los niños les enseñas a bailar a través del juego. En todas las disciplinas es como se debe aprender, dado que a estas edades pueden interpretar esto de otra manera".

Terminamos de hablar y me sonó el móvil, era Pol. Dijo: "¿Piensas bajar a alguna hora? ¿O te vas a quedar ahí siempre?". ¿Por qué a veces Pol era tan desesperante e impaciente?

Salí y me lo encontré en el banco de delante de la escuela sentado y en cuanto me vio dijo: "¡Por fin apareció el gran profesor!" Lo llamé payaso y dijo: "Llevo esperándote desde hace cuarenta minutos, he visto salir a cada niño con cada padre o madre y todos decían lo mismo: "Queremos bailar con Bruno siempre". Así que creo que ha ido muy bien". Me reí y le pregunté si le apetecía ir a cenar.

Él aceptó. Fuimos a una crepería nueva que habían puesto en la calle Balmes. No estábamos muy lejos del lugar así que fuimos andando. Llegamos y el lugar era muy francés, muy pintoresco. Pedimos cada uno una crepe salada, Pol de jamón y queso y yo de verduras y pollo. Algo delicioso, tenía razón cuando Ángel me lo recomendó, que me quedaría con ganas de probar todas las de la carta.

Mientras estábamos cenando, le propuse a Pol una idea que mucha gracia no le hizo al principio, pero que al final le pareció hasta interesante.

Dado que yo había empezado a dar las clases y así me ganaba algo de dinero, le dije: "Pol, ¿y por qué no das clases particulares tú, de filosofía o de algo de letras?". Me miró con una cara y dijo: "¿Estás loco? ¿Yo de profe particular?".

Me reí de la auténtica imbecilidad que había dicho. El pobre en esos momentos parecía que no pensaba en su vida y le dije: "¡Ah, estupendo! Tú me animas a dar clases a pequeñajos cuando yo no quiero ser profesor y ahora el que quiere ser profesor no quiere dar clase, ¿la coherencia dónde se encuentra, Señor Rubio?".

Continuación personal de "Merlí: Sapere Aude"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora