Capítulo 101

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Narra Bruno

Aquellas cuatro horas del examen de Pol fueron eternas. Estaba tan nervioso que la Yaya en un momento dado dijo: "Niño, si no paras de moverte me va a dar un mareo y vamos a terminar en el hospital". Miré a la Yaya y dije: "Tan dramática cómo siempre". Ella se rio y dijo: "Y tú tan impaciente cómo siempre".

Me senté de nuevo a su lado y fue cuando salió Pol. Nos acercamos a él, le dimos un abrazo y dijo: "Bueno, pues ya está hecho. Ahora a esperar un par de semanas y ya se verá". La Yaya lo miró y preguntó: "¿Cómo ha ido?" Pol me miró y dijo: "He sido yo mismo. Supongo que no les habrá gustado, pero no quiero mentir acerca de cómo pienso dar las clases".

Miré a Pol y a la Yaya y dije: "Si no hubieses sido tú, te estarías engañando a ti mismo. Y ser uno mismo, es lo que implica ser libre, ¿no?" Pol asintió con la cabeza y la Yaya dijo: "Niños, os tengo que dejar. Tengo que ir a comprarle el regalo de cumpleaños de Mina y he quedado para comer con Francis. Os veo pasado mañana en el cumpleaños".

Aquel día antes de la fiesta en casa de Mateo estuvimos en la playa, en nuestro rincón. Aprovechamos para bañarnos, tomar el sol y jugar a las palas. Los libros se habían acabado y los momentos de agobio habían pasado a la historia.

De camino hacia casa de Mateo, María llamó a Pol. Estuvieron hablando un rato y por la cara que él ponía intuía que ella estaba orgullosa de lo que él había hecho.

La fiesta en casa de Mateo fue sin dudas lo mejor del día. Invitó a Ángel y a Marco. En cuanto Mateo y Victoria vieron a Pol, lo arrastraron hacia ellos y lo sometieron a un tercer grado para ver cómo había ido. La cara de Pol era de felicidad, tanto es así que Ángel se me acercó y dijo: "Todos sabemos que habrá aprobado".

Lo miré y dije: "Ha hecho una Rubiada. Y el tribunal dice que muy buena cara no ponía. Si ha hecho una clase como las de mi padre... Veremos".

Amanecimos en casa de Mateo y como no podía cambiar la tradición fuimos a desayunar churros con chocolate. Mateo y Victoria no se separaron de Pol en toda la noche, se oían las carcajadas en la otra punta del jardín.

El día del cumpleaños de Mina fue especial. Desde hacía un par de años los cumpleaños los celebrábamos en el refugio. El lugar donde los niños eran felices y parecía que el tiempo se parase. Ese año invitamos a mi madre también. A ella siempre le habían gustado los perros y de pequeña había tenido dos beagles.

Recuerdo cuando le presentaron a una cachorra de labrador a la que habían llamado Vainilla. Tendría dos meses y fue mi madre verla y decirle al padre de María: "¿La puedo adoptar?" El padre miró a mi madre y dijo: "¿Estás segura?" Ella me miró a mí y dijo: "No he estado más segura de algo en mi vida".

Pol miró a mi madre y preguntó: "¿Bárbara estás segura de lo que haces?" Ella sonrió y dijo: "Ahora estoy sola. A veces las penas con uno de cuatro patas son menos penas. Ella ha venido hacia mí y yo es lo que necesito en mi vida".

Me acerqué a mi madre y dije: "Me alegro de que vuelvas a tu infancia. Siempre te han gustado los perros y Vainilla va a tener una buena madre humana". Cuándo Mina se enteró que mi madre había adoptado a Vainilla, la miró y preguntó: "¿Bárbara puedo ir a tu casa con Tete a ver a Vainilla?"

Mi madre la miró, se puso a su altura con Vainilla en brazos y dijo: "Cuando quieras. Vainilla y yo te estaremos esperando". La Yaya aquella tarde volvió a hacer una de sus donaciones, pero esta vez acompañada también por mi madre.

Nunca pensé que aquel lugar nos iba a cambiar la vida a todos.

Pasaron los días y se acercaban los recitales de danza, tanto de los niños como de los adultos. Recuerdo que los días previos Blanca estaba más nerviosa que de costumbre. Hacía un par de años que Unai no la veía bailar y ella decía: "Que venga mi hermano a verme después de dos años es una alegría. Siempre dice que soy un ángel bailando". La miré y dije: "Pol ya me ha contado que en su habitación tiene un cuadro que te pintó bailando".

Continuación personal de "Merlí: Sapere Aude"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora