Continuación personal de "Merlí: Sapere Aude"

Capítulo 98

Narra Pol

María nos dio los papeles y se fue. ¿Qué diría Merlí en aquellas cartas? Nunca imaginé que diría tanto y menos aún que me conocería mejor de lo que creía que me conocía. E incluso hasta me atrevo a decir que me conocía mejor de lo que yo a mí mismo me conocía.

Tener a Bruno a mi lado hizo que se me removieran muchas cosas, estaba igual de sexy que siempre o tal vez incluso más, dado que empezaba a dejarse el pelo más largo. Aquello de trabajar en el teatro lo estaba haciendo más bohemio.

Me sorprendió que Merlí supiera quién era su hijo, pero supongo que aunque uno no le diga quién es a su padre, éste siempre acaba sabiéndolo. O al menos yo lo he ido descubriendo a lo largo de estos años con mi padre.

Me conmovió conocer la historia del Beethoven, de ahí que mirase a Bruno y le preguntase si el la conocía. Aquella mirada de Carmina hacía tres días mirando aquel pequeño busto hizo que sintiese que había una historia tras él, y así fue. He de reconocer que me sentí muy orgulloso de Bruno cuando me dijo que se lo iba a dar. Sé que a él siempre le gustó el Beethoven.

Hubo otra mirada con Bruno que no hay palabras para describirla. Cuando nos enteramos de la existencia de esas cintas de vídeos. Era como si de golpe nos hubiésemos imaginado a Merlí en esos momentos de juventud. ¡Habría que ver cómo era por aquel entonces!

Coincido con Bruno en cuanto a la relación de amor - odio entre Eugeni y Merlí. Sé que después de lo que me dijo Eugeni el día anterior se tenían un gran afecto. Porque como se suele decir: "No siempre es cómo empieza, sino como acaba". Creo que Eugeni todavía le guarda rencor porque se hubiese muerto, bueno si soy sincero me parece que se lo guardamos bastantes personas.

Bruno me la devolvió después de haber leído lo de las drogas y que yo no se lo hubiese dicho. Cuando salí de aquel mundo, me prometí no volverlo a tocar, ni hablar de ese tema, entendí que Bruno no estaba y tampoco debía saber que había sido camello.

El pasado es de cada uno y posiblemente él no me haya contado muchas cosas de las que le pasaron en Italia. El día que le pregunté por lo qué había hecho después de la fiesta de Rai, entendí que hay cosas que es mejor no preguntar. En esos momentos no estábamos juntos.

Quedaba por leer la última carta cuando mirando a Bruno le pregunté: "¿Cómo sabía todo? Es como si lo hubiese sabido antes que nosotros mismos". Bruno me miró de manera cómplice y dijo: "No lo sé. Ojalá se pudiéramos preguntar a él. Tal vez muchas preguntas tendrían respuesta".

Bruno estaba en lo cierto, después de leer esas cartas tenía aún más preguntas si cabe. Necesitaba saber por qué nunca nos dijo nada, cuando él siempre decía todo... ¿Por qué se calló con nosotros?

Si me paro a pensar en este momento, creo que siempre nos lo dijo a través de su filosofía, de sus palabras, de su manera de protegernos o de lanzarnos al vacío sin protección y rescatarnos cuando estábamos a punto de darnos contra el suelo.

Esas palabras que nos fue diciendo día tras día a cada uno de los que formábamos el grupo de los Peripatéticos del S. XXI. Llevaban más carga emocional y educadora de lo que nos podíamos imaginar.

Terminamos de leer, me levanté de la silla y me puse a dar vueltas. Bruno me miró y preguntó: "¿Qué has sentido?" Lo miré y dije: "Siento pena, pero a la vez alegría". Bruno me miró con esa mirada en la que sus ojos se iluminan si hablan de Merlí. Nunca se lo he dicho, porque es algo que me parece maravilloso.

Bruno no sé qué sentía exactamente, pero hizo una pregunta que yo también me la hice mientras leía las cartas: "¿Qué hubiera pasado si hubiese vuelto antes de lo tuyo con Tània?" Di una vuelta más, me giré, lo miré, suspiré y dije la verdad: "Nada, no creo que hubiese sido capaz de cambiar. Ya viste la forma en la que me di cuenta. Primero tuve que decirte lo que te dije, tu darme la bofetada y luego ir paso por paso".