La media noche llegó como todo los días. Días iguales, días de rutina, días difíciles de cambiar porque aquella era la realidad; una cruda y a la vez fresca que invadía cada segundo de su vida, una vida pútrida, asquerosa, repleta de pecados y frustraciones, una vida que no deseaba ni para la peor persona venían del mundo.
Los autos iban como cada noche, autos de hombres en busca de compañía, solteros y casados que buscaban en la calle lo que sus esposas no podían o no querían darles, hombres feos y bonitos, flacos y gordos, altos y bajos, de todos los tamaños, sabores y olores... olores que se quedan aferrados a la piel atormentando la conciencia, recordando manos que tocaban, labios que besaban, chupaban y mordían; miembros erguidos que entraban y salían sin contemplaciones, palabras morbosas, "sucias". Sucia se sentía noche tras noches después de que el marido perfecto de alguna dama intachable salía de su cama dejando los billetes el de sus "servicios" por pago paso aunque ellos no lo supieran, dejaban también la vergüenza flotando en el ambiente de la decadente y frustrante soledad de una prostituta.
Emilia aspiró suavemente el aire impregnado de humedad por la lluvia, el olor a asfalto mojado sedujo todos sus sentidos enviándola tan solo unos segundos fuera de aquel lugar, abrió los ojos lentamente y fingió una sonrisa a una de las mujeres que se "parqueaba" en el andén de enfrente. Era una mujer alta de cabellos rubios hasta la cintura, plataformas rojas, leggins azules y un brasier de lentejuelas rojas eran el atuendo de aquella "dama" de 45 años, algo vieja pero no por ello los hombres dejaban de "comprarla", y justamente en ese momento un auto, exactamente un mazda algo viejo se detuvo frente a la mujer, unos segundos después ella se subió muy campante y al instante se vio partir el destartalado automóvil perdiéndose a lo lejos.
La noche iba a ser larga, había llovido y aquellos días eran flojos para el trabajo, si no conseguía clientes en la calle seguramente tendría que trasladarse a algún bar cercano o en su defecto al "cielo", el burdel, y levantarse algo para reunir lo del diario.
Se pasó una mano por la peluca color castaño que le llegaba apenas hasta los hombros, se sentía cansada, agotada, débil, sucia. Apretó con fuerza el bolso de brillantes mostacillas que sostenía en la mano izquierda mientras las lágrimas forzaban por salir de sus ojos, empujadas por el intenso dolor que manaba cada poro de su cuerpo, pero como todas las veces que sentía ganas de llorar, no lo hizo.
Tomó aire y dejó que todo se guardara en lo más profundo de su ser donde no la lastimara más. Dos autos pasaron velozmente y uno de ellos le llamó la atención, del color del mar, aquel se detuvo frente a ella, la ventanilla oscura se deslizó despacio y una cabeza castaña con lentes se asomó con una radiante sonrisa.
- ¿Cuánto cobras bonita?- preguntó una voz grave.
- $30.000, más la propina que me quieras dejar lindo- dijo apretando sus senos.
- Súbete entonces.
Emilia dudó, ese era el momento en que la preocupación colmaba sus pensamientos, no sabía quién era él, podía ser un desquiciado enfermo que le hiciera daño, pero en aquel trabajo no había opciones, se tenía que vivir el día a día sin importar el mañana.
Le dirigió una sonrisa fingida que podía pasar por la más y se subió en el asiento del copiloto cera, rodeó el auto admirando el interior como lo hacía siempre, se trataba de costumbres ella estaba más que acostumbrada, todo era igual todas las noches, perfectos monólogos, trabajados día tras día.
- ¿Cómo te llamas?- preguntó sin mirarla.
Emilia tragó saliva- Marcela- mintió- ¿y tú?
- Kevin- dijo con una sonrisa.
- Lindo nombre- sin más.
- Gracias.
Bien. Ahora había que esperar dos minutos, luego hacer un comentario sobre el clima, acto seguido venía el tema de a donde iban y por último una pequeña charla sobre gustos y obviamente el pago de ellos, Emilia iba a empezar a hablar cuando se detuvieron frente a una cafetería 24 horas.
- No hago servicio público- dijo nerviosa.
- No lo harás- dijo sonriente- tomaremos un café.
Emilia sacudió la cabeza- lo siento pero los 30 que te cobré cubren una hora, mi tiempo vale y supongo que no querrás que te cobren de más tomada de café
Kevin se quitó los lentes- pagaré lo que sea necesario y el tiempo que sea necesario siempre y cuando me acompañes a tomar un café.
Emilia se quedó totalmente confundida, ni siquiera sintió cuando él se bajó del auto y le abrió la puerta.
- Entonces- tendió su mano- ¿vienes?.
Emilia pasó saliva- sí.
Kevin sacó una sonrisa y la ayudó a bajar- vamos.
Emilia se bajó con una extraña sensación de curiosidad, no tenía miedo a decir verdad pero sí ansiedad, una que le carcomía las entrañas, cruzaron la puerta de cristal y se sentaron en una mesa un poco alejada, al instante una camarera de avanzada edad se acercó y les dejo dos menús sobre la mesa y no sin antes dirigirle una reprimida mirada a Emilia y se marchó.
¡HOLA! Hace tiempo leí esta novela en los foros y me encantó, pude conseguir la novela y quise hacer una adaptación Claumilia. Espero les guste y me acompañen en esta linda y complicada relación. ♥️
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Como Yo Nadie Te Ha Amado
Fanfiction(𝗔𝗗𝗔𝗣𝗧𝗔𝗖𝗜Ó𝗡 𝗖𝗟𝗔𝗨𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔) La mágica historia de Emilia, una prostituta bien pagada y Claudio, el orgulloso y millonario empresario. ¿Logrará este amor sobrevivir a las habladurías, a la diferencias de clase y por supuesto... a ellos...