Prologo

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Entre bambalinas, panderetas de colores, risas y canticos caminaba un gran número de gente que componían una sola caravana...la cual se podía decir que se distinguía de las otras por su bulla y canticos. Aparte de tener a una de las mejores bailarinas y cantantes de las tribus, tenían a los jóvenes más rebeldes que un potro salvaje, orgullosos de lo que eran.
En especial, cierta chica de tez viva y ojos alegres que iluminaba con su sonrisa alejando la nube más gris.

—¡No me atrapas!!

—¡Vuelve aquí Chica tonta!

La joven muchacha se coló entre las caravanas, en sus manos un fuerte ramo era apretado. Sus pies eran lo suficientemente fuertes para soportar las piedras pequeñas bajo estas haciéndola una chica tan veloz como un leopardo.

—hey chicos, ¡tened cuidado!

—¡si!

La joven divisó a la chica de cabello azul ondulado como las olas que eran cubiertos por un lindo velo transparente azul vivo, caminaba portando su traje de diferentes tonos vivos y cálidos del mismo tono de su cabello, para acto seguido sonreír de manera burlona dedicando una mirada rápida a sus espaldas y corrió hacia la joven.

—¡Juvia!

—¿eh?

La joven giro mostrando sus bellos y profundos ojos azul claro como el mar, sin embargo, los cerró al instante fuertemente al ver como la otra joven caía con fuerza contra ella. Cayendo ambas al suelo entre risas.

—¡Lucy! ¿¡Qué ocurre!?

La joven de nombre Lucy, se levantó y le extendió el ramo a la chica de nombre Juvia. Esta lo tomo con la confusión reflejada en su rostro blanco como la nieve.

—¿y esto?

—¡Lucy!

Lucy giro y le saco la lengua al joven apuesto que venía corriendo en su persecución, al darse cuenta de que la peliazul tenía el ramo entre sus manos quedo de piedra.

—esto te lo manda a dar Gray. ¡Nos vemos!

La dulce joven salió corriendo hasta llegar a su vardo, justamente en la parte principal donde se montó encima de su caballo mientras adelante era guiado por una mujer de avanzada edad pero que apenas y lo aparentaba, con el cabello largo recogido en una coleta alta, al girar a verla ambos ojos café roble se encontraron. Los de ella con regañina y amor mientras los de Lucy reflejaban picardía y diversión.

—Lucy, ¿dónde estabas?

—por ahí jugando, abue. ¿Ya llegamos?

La abuela alzo la mano señalando el camino, siguiéndola con la mirada vio el pueblo que se alzaba en todo su esplendor...al igual que la gente que se amontonaba en las puertas de las mismas para verlos llegar.

LUCY

Sin previo aviso la música comenzó a sonar, mis oídos aceptaron con regocijo aquellas melodías las cuales viajaron por todo mi cuerpo despertándolo e invitándolo a perderse en la seductora música, algunas muchachas como yo no lograron resistirse y comenzaron a danzar a medida que nos acercábamos al pueblo, tome mi velo celeste con los bordes amarillos y salte al suelo comenzando a mover mis caderas conforme la música nos movía, viendo como Erza y Juvia bailaban con gran destreza dejando embobado a más de uno. Me apresure a llegar a su lado y entre risas comenzamos a girar, las tres nos criamos juntas desde pequeñas junto a Gray y Jellal, aunque de este último no sabíamos casi nada. Todos, mejor dicho, crecimos como una gran familia, la cual era encabezada por Makarov Dreyar o como los chicos solían llamarle "abuelo" Aunque yo siempre le llame "viejo" Con un gran cariño de por sí. Mis pies resonaban en el suelo al compás de mis vueltas, mi falda se movía con gracia como si fuera ondeaba por el viento, mis brazos llenos de brazaletes tintineantes tomaban el velo y lo hacían bailar. Me llenaba de orgullo saber que vivía en una tribu gitana, llena de vida y color. Somos gente honrada que viaja por el mundo dejando huella a su paso, siempre nos hemos ido dejando un pedazo de nosotros en cada ciudad por la que hemos pasado y ellos nos han despedido con los brazos abiertos así que no tenía de que temer ahora. Estaba tan feliz riendo que gire a ver quién me había tomado de la falda y movido, mis ojos se chocaron con unos cafés vivaces. Una joven vestida de forma elegante de cabello azules como el mar, amarrados en dos coletas altas me miraba con una pequeña sonrisa.

La Gitana Del CoronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora