.・✫・゜・。.12.・✫・゜・。.

881 83 3
                                        

—Más vale que hagas rápido lo que sea que vayas hacer Dragneel.

—No puedo creer que seas tan miedica. — Mencioné reprimiendo una carcajada.

—Cállate estú... ¡¡¡AY!!!

No pude evitar esbozar una sonrisa al ver la cara de dolor que puso Lucy cuando coloqué el algodón sobre la herida, siempre se mostraba como una chica fuerte y mírenla ahora, llorando como una bebé ante un poco de alcohol. En otras ocasiones me pude burlar de Sting e incluso de Zeref al curar sus heridas, pero nada podía compararse al hecho de que la siempre fuerte y mandona joven estaba hecha un mar de lagrimas por algo tan sencillo y nada lastimero como una cura. Solo limpiaba el área afectada y parecía que le estaba sacando el pellejo vivo.

—Ya, ya, no llores.

Coloqué mi mano encima su cabeza y la acaricié suavemente, tal como hacia con Wendy cuando dejaba ir sus pajaritos pasado el mediodía. La podía ver con los ojos fuertemente cerrados, aguantando las ganas de llorar seguramente, pero me quede ahí, frente a ella, sonriente. Al abrir mis ojos choque con los cafés de ellas que contenían unas pequeñas lágrimas tomándome de sorpresa.

—Duele...

Aquella visión hizo que todo en mi interior se congelara. La diversión que había tenido hace tan solo unos momentos atrás no tenía nada de divertido ahora e incluso, la sola idea de reírme del dolor que ella estaba sintiendo me hizo tener nauseas. ¿Por qué? Sencillo, porque yo no era de los que se divertían o disfrutaban del dolor ajeno. Sin embargo, por unos segundos, el dolor de ella me trajo diversión, por lo que deshice ese sentimiento nefasto de una vez por todas. Entonces permití que mi cara ardiera un poco de la vergüenza ante mis actos por lo que me aleje tosiendo bajo.

—Bueno, por aquí deben estar...— Mencione dándome la vuelta.

Busqué en los otros anaqueles de madera hasta que encontré las gasas y vendajes, me giré para verla con una pequeña sonrisa profiriendo de mis labios ya que encontrar todo eso dentro del relajo de Minerva era como encontrar oro, pero me sorprendí al verla arrodillada al lado de la cama del hombre que murmuraba entre sueños. Sin decir una sola palabra camine hasta posarme a su lado, Lucy sujetaba con fuerza la mano de él al tiempo que susurraba palabras para calmarlo.

—¿De dónde lo conoces? —Pregunté de repente impulsado por mi curiosidad.

Ella negó con su cabeza como si estuviera tratando de encontrar las palabras exactas, por lo que supuse que si era alguien cercano. Estaba dispuesto a dejarlos de lado cuando para mi sorpresa nuestros ojos chocaron haciendo que mi corazón vuelva a saltar por ver esos orbes cafés. No es que me sorprendieran, es que no esperaba que volteara a verme. ¿Entienden?

—Es el padre de una compañera de trabajo, ella no podía ir a verlo y yo me ofrecí.

Me quedé callado, pero no sorprendido ya que no era novedad. Según Gray, quien parecía tener una fascinación por hablarme de todos los miembros de su tribu como si fuera de mi importancia o yo se lo hubiera pedido casi de rodillas, yo no tenía porque desconfiar de Lucy. Ella era la mujer más cristalina de Fairy Tail, pero yo no me dejaría engañar, en ella hay algo que no me convence.

—Estira la pierna.

—¡No! ¡No dejaré que me vuelvas a poner ese líquido asesino!

Alce mi ceja derecha extrañado. ¿Quién en su sano juicio llamaría liquido asesino al alcohol? Por dios, esta mujer y sus ocurrencias parecen no tener el menor limite.

—Pues ese "líquido asesino" Como tú le llamas, cicatriza la herida y para la sangre. Ahora estira la pierna para poder ponerte la gasa junto con las vendas.

La Gitana Del CoronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora