.・✫・゜・。.9.・✫・゜・。.

918 95 10
                                    

—¿Qué tonterías estas diciendo? Soldados traigan una barreta de acero y...

—¡Deja de ser terco!

Me acerque a él tomándolo de su traje pulcramente azul marino, demostrando su rango, a pesar de que me sacaba una cabeza y media no me dejaría intimidar, esto literalmente era de vida o muerte.

—No voy a permitir que tu terquedad acabe con la vida de inocentes. ¡Tira el maldito baúl!

—¿¡Cómo sabes qué hay en el estúpido baúl!?

—¡Lo escuche! Unos tipos estaban atrás de unas tiendas, decían que en el momento que abrieras el baúl este explotaría. ¡Es una advertencia para tu y Saberthoot!

Él tomó mis muñecas mirándome de forma fría, su mandíbula apretada como si se contuviera las ganas de gritarme, sus músculos debajo de mi agarre estaban tensos. ¿Por qué solo conmigo se muestra tan frío? ¿Qué gitana le hizo algo tan cruel en el pasado como para que desconfiara así de mí? ¡Han pasado tres meses! Todo el pueblo nos ama, él tiene confianza con todos menos conmigo, ¿qué diablos le he hecho yo?

—¿Por qué debería de creerte? Tú solo mientes. Los gitanos solo...

—¡Basta de meterme en la misma calaña de los otros! Fairy Tail te ha dejado en claro en más de una ocasión que ¡NO somos como los demás! ¡Confía en mi por una vez, maldición!

El me miro a los ojos, buscando algún indicio de que mentía. Yo no aparte los ojos de él, tenía que hacer que me creyera, de lo contrario todo estaría perdido y lo peor de todo era que todo lo que yo le habia era totalmente cierto. ¿Qué carajos ganaba yo con mentirle?

—Dragneel...créeme...

Su mandíbula se apretó más, podía ver las venas resaltar en ellas, en su cuello, latentes, un pequeño corte podría bastar para matarlo ya que la sangre correría como un rio escarlata de él, este hombre no confiaba en mí. ¿Por qué? No tenía la más remota idea.

—Yo...

La mano de ella se posó en el hombro de Dragneel sobresaltándolo, el giro a verla sin soltar mis muñecas y yo lo vi, vi la mirada sería de Yukino, un hermoso contraste con la usual sonrisa que me regalaba cuando hablábamos, pero ni así lograba bajar de su estatus de belleza.

—Natsu, yo le creo. Por favor...tira ese baúl.

El la miro a los ojos, los cerró y soltó todo el aire que sus pulmones seguramente estaban conteniendo. Soltó así mismo mis muñecas y llamó a los soldados que estaban callados viendo todo.

—Tiren este baúl lo más lejos que puedan.

—Si coronel.

Cuando lo hicieron vimos en efecto como explotaba creando una leve marejada, no me equivocaba, yo no mentía. Me giré dispuesta a burlarme en la cara de Dragneel, pero este solo miraba a Yukino con su mano sobre su sonrojada mejilla mientras esta le sonreía con cariño.

—Perdona...casi no te hago caso.

—Siempre tan desconfiado, pero ¿sabes? No es a mí a quien debes pedir disculpas. — Le dijo con la misma tranquilidad que le caracterizaba.

Se sorprendió un poco, lo sabía, otra vez estaba mirando con añoranza algo que sabía que no podría tener nunca. Estúpido Dragneel. ¿Por qué sigue aferrado a una vana esperanza? ¿Es que no entiende que su amor por ella no será correspondido nunca porque Yukino ama con locura a su esposo?

—¿Ah sí? ¿Entonces quién?

—Pues a...

-A nadie. — La corte de pronto.

La Gitana Del CoronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora