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Esa...esa es...

—oh Lucy, que bueno verte por aquí. Aunque es un poco temprano, pensábamos que estarías aquí después de las ocho.

Yukino portaba su traje militar como era costumbre, se la veía muy hermosa, porque demostraba que no solo era hermosa físicamente sino también en su porte. Era de esas bellezas que, aunque reflejaban delicadeza sus ojos dejaban en evidencia el temple fuerte que cargaban siendo atractivas y posiblemente mucho más codiciadas por el sexo opuesto. Ella era tan resaltable entre las demás que los soldados no podían pasarla desapercibida en el lugar que este. Con un asentimiento en señal de saludo opte por señalar hacia donde la feliz pareja se encontraba, es decir donde estaban la albina y Dragneel.

—¿Su esposa?

Ante mi pregunta Yukino soltó a reírse a carcajadas, se apoyó en mi hombro como si fuéramos amigas de toda la vida, cosa que no me molestó en lo más mínimo. A pesar de que ella también tuviera ese aire de altivez, demostraba tener más humanidad que muchas otras personas de alcurnia que había tenido la desgracia de toparme. No entendía porque se reía, incluso se lo deje ver en mi expresión, pero ella solo reía más a la vez que con su otra mano secaba las lágrimas que salían de sus ojos.

—Ella no es su esposa, es Lisanna, su prima política.

—¿¡Lisanna!? —Mi voz delató la sorpresa ante este choque de presencias.

Mire a mi amiga Mira quien tenía los ojos abiertos de la impresión e instintivamente comenzó a retroceder, era normal. Ella no esperaba volver a estar en presencia de quien compartía su sangre, para ella era como si estuvieran informándole que debía ir hacia la horca, pero no pudo retroceder por mucho tiempo ya que sujeté su mano con firmeza una vez recuperada de la sorpresa inicial a la que también fui sometida.

—Mira, debemos ir a ver a tu papá.

Ella negó con la cabeza de manera efusiva, pues sabia que para ir hacia la habitación debíamos pasar por delante de ellos, eso podría conllevar a que Mira pudiera verla más de cerca y tampoco deseaba eso. Intente quitarle esa idea de la cabeza, pero seguía inmóvil sin dejar de ver la dirección hacia donde estaban ambos.

—No...no puedo.

—Yukino. — Llamé con suavidad a la otra mujer.

Ella tenía una sonrisa en sus labios, pero al ver el estado de Mira se preocupó de golpe, sus ojos demostraron el desconcierto. MIrajane estaba blanca como una hoja en blanco, sus mejillas habían perdido ese color rosado inicial y ahora parecía estar demacrada, como si el mundo se le viniera encima. Pocas veces se veía a alguien si de consternado y solamente por la presencia de otra persona, era algo muy triste de admirar. Mis ojos bajaron hacia la mano libre de ella y noté como se aferraba a la tela de su falda, como si la vida se le fuera en cuanto soltara esa tela café.

—¿Qué le ocurre?

—Llévala por la parte trasera al cuarto de enfermería, donde está Macao. Por favor. Yo esperare aquí.

Ignore la pregunta de la teniente, no podía dar detalles porque no era de incumbencia de la mujer, ya que eso solo le convenia a Mira. Aun así, necesitaba que la ella estuviera algo alejada de Lisanna porque estaba casi segura que estaba a un paso de tener un ataque al corazón por tener que respirar el mismo aire de su hermana, lo cual también me pareció ilógico. Es tu hermana, no tienes culpa alguna. ¿Por qué tendría tanto miedo a que se supiera la verdad? Pero bueno, cada quien con sus demonios.

—¿Segura? Puedes venir también si deseas, claro está.

Si es así, Dragneel me vería de inmediato y comenzaríamos una pelea, Lisanna estaría involucrada por lo que ella y Mira se encontrarían de nuevo, Mira no quiere aquello. Y siendo sinceras, yo tampoco en este momento tenia muchos ánimos de tener que pelear con el desposta hombre. Porque si, a pesar de todo, en estos instantes lo consideraba un déspota e idiota.

La Gitana Del CoronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora