.・✫・゜・。.2.・✫・゜・。.

1.4K 111 3
                                        

La noche ya había caído en la entrada al bosque, las antorchas se alzaban en el aire con cierto aire de atracción y misterio. Los puestos y su gente invitando a los ciudadanos a que intenten ganar alguno de sus premios exóticos. Todo era música, gritos llenos de alegría, algunos de braveza, pero todo era felicidad. Fairy Tail tenía la facilidad de alegrar la vida a cualquier lugar que fuera, aquello me hacía sentir orgullosa.

—¿Lucy? Deberías estar vistiéndote ya, la función está a punto de comenzar.

Mi abuela tenía su cabello suelto y este le llegaba casi a sus pies, totalmente lacio, un pañuelo de vivos colores resaltaba entre sus hebras doradas, vestida con una camisa de mangas bombachas hasta el codo, sus muñecas resaltaban de brazaletes que al mover las sonaban chocando unas con otras. Su falda, amplia de tono café claro y en cintura amarrada a un costado un pañuelo grande de color rojo vivo, en sus tobillos predominaban más brazaletes. Toda mi vida me había encantado ver a mi abuela vestirse así, ahora que era grande me sentía igual. Ella me miro por el espejo y sonrió girándose a verme.

—¿Por qué me miras tanto?

—Es que...te ves tan linda abuela. Tan...mágica.

Ella me tomó de las mejillas y movió mi cabeza a los lados.

—Por supuesto que sí. Todos los miembros de Fairy Tail somos mágicos. Tenemos la magia en nosotros, solo hay que aprender a sacarla. Tú la sacas, al bailar y cantar. Después de Layla, solo tú has podido mostrar la pasión de un baile. Y después de Jude solo tú has sido capaz de hacer llorar a la gente con solo escucharte. Eres especial querida mía, eso nunca lo olvides.

Asentí mientras me tiraba a sus brazos. Por la ventana podíamos ver como la gente se dirigía a las diferentes distracciones que teníamos.

—Aun tienes tiempo. Anda diviértete un rato.

—¡si!

Salí poniendo mi velo naranja en mi cabeza, el viento movía con gracia los árboles, era fuerte pero no lo suficiente como para apagar las antorchas. Mis pies descalzos, mi ropa de la mañana y en mi cintura mi infaltable látigo. Amaba el sonido de mis brazaletes al chocar, al bailar y al cantar. Era algo simplemente hermoso.

—¡Lucy! ¡Aquí estas!

Erza vino a mi encuentro portando un traje de corpiño pequeño, dejando su abdomen al descubierto, su falda se aferraba a sus caderas y en ella descansaban dos cadenas finas entrelazadas con monedas de oro que a cada paso sonaban. En el hombro izquierdo se podía ver un brazalete en forma de serpiente que se enroscaba sin apretarle. Al igual que yo, ella también iba descalza. Juntas comenzamos a caminar mientras veíamos a la gente del pueblo llegar y jugar entusiasmada.

—Todo se ve tan colorido, ¿verdad?

Suspire mientras veía a un grupo de niños intentar atrapar unos peces de colores. Hace algún tiempo se nos unieron una pareja oriental y pusieron aquel puesto, lo cual los ha ayudado a sobrevivir hasta este momento.

—Sí, me encanta ver a Fairy Tail así. Ha pasado mucho tiempo desde que la Feria se veía tan llena de vida. Desde la muerte de mis padres para ser exactas.

La mano de Erza se posó en mi mano y me dedicó una mirada de consuelo. Yo negué mientras tomaba su mano entre la mía.

—Descuida Erza. Desde pequeña ellos me dejaron bien en claro que nada era eterno. Por eso debía disfrutar de cada momento al lado de ellos, así lo hice. Por eso no me dolió tanto cuando se fueron.

—Eres muy fuerte Lucy.

—Gracias. Oye, ¿esa de ahí no es Juvia?

Abrimos los ojos sorprendidas. En efecto esa era nuestra amiga Juvia.

La Gitana Del CoronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora