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—Por un momento creí que les había ocurrido algo. Redfox, tu jefe estaba buscándote.

Todos giramos a verlo esperando tener una reacción que nos demostrara que tenía cierto temple de seriedad o madures, mientras que este soltaba su típica risa picara, que nos hacía saber que aquello no le afectaba en lo más mínimo a su persona.

—Bueno, yo cumplí. Nos vemos viejo ¡Al rato los veo, chicos!

—¡Adiós y gracias, Gajell! —Dijeron al unisonó al verlo alejarse.

Cuando lo vimos desaparecer entre la gente que iba y venía entramos al establecimiento. Junto con Gray nos fuimos a las bodegas donde comenzamos a colocar el encargo sin mayor detalle. Había de todo, botellas de licor de muchos años atrás que claramente no podría competir contra las que Cana se tomó, se veían que era algo peligroso para aquellos que eran novatos dentro del mundo del alcohol. Juvia estaba con ella y una chica nueva llamada Mirajane en la cocina. Ambas eran las cocineras del lugar mientras que yo atendía las mesas debido al aire jovial, alegre y cordial que invitaba a la gente a volver a visitar dicho establecimiento.

—Creo que son todas, gracias por todo Gray.

Él me dedicó una sonrisa contagiosa mientras subíamos las escaleras. Era lindo tener un poco de ayuda de quien consideraba mi hermano mayor, además de que hace poco lo había perdido por el sencillo hecho de que ahora se dedicaba a estar cerca de su amada mujer de larga cabellera de mar.

—No hay de que Lucy. Debo irme ahora, si no lo hago, lo más seguro es que Erza y mi jefe se enojaran, me pase toda la mañana con ustedes y sabes mejor que nadie lo estricta que es Erza cuando de misiones se tratan.

Sonreí con alegría mientras lo veía irse, Gray, aunque estaba enamorado le temía a Erza y al hecho de fallarse a sí mismo, puesto que era un hombre trabajador y responsable, por lo que entendía que el hombre saliera de regreso a su labor diaria. Dejando esos pensamientos de lado, noté como poco a poco la gente comenzó a llegar al lugar, por lo que supuse que mi jefe saltaría de inmediato.

—¡Lucy! ¡Deja de holgazanear y ve a trabajar!

—¡Si señor!

Ajuste mi pañuelo para que no se me cayera, su color hacia un precioso contraste con mi cabellera, cosa que solo me daría más atención, por ende, irían más clientes. Me dirigí a la parte trasera de la barra y me coloqué el delantal que se encontraba doblado sobre la charola. Una vez termine de hacer el nudo, tome mi charola de madera suavemente para salir y comenzar mi trabajo una vez más.

—¡Bienvenido al bar Blue Pegasus! ¿¡En qué puedo ayudarle!?

NATSU

—Entonces coronel, si hacemos esta reunión podemos conseguir el equipo suficiente para que la armería del cuartel pueda...

Miraba los documentos, pero sin prestar atención a lo que el soldado me decía. Podíamos estar hablando de temas totalmente serios, temas en los cuales yo debería tener todos mis sentidos colocados, no obstante, desde que habíamos regresado del puerto me sentía raro. La imagen de Lucy sonriendo no se podía borrar de mi mente. ¿una gitana en mi mente? Esto no podía estar siendo cierto, ¿o sí?

—¿Señor? ¿Me está escuchando?

Los rayos del sol caían con gracia en su rostro haciendo un espectáculo de sombras digno de plasmar en un cuadro, sus ojos grandes y brillantes, resplandecían como dos ojos de tigre que te capturaban apenas posabas tu vista en ellos, sus labios carnosos y suaves a simple vista, con ese tono rosáceo parecido al cuarzo más delicado...nunca la había visto así, ¿será que se maquilló?

La Gitana Del CoronelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora