Los recuerdos.
Aquellos que había decidido guardar en el baúl de lo no deseado, aquellos a los que había prometido cerrar con llaves y tragármela para nunca tener que abrirlos, ahora habían escapado, habían logrado salir y me atormentaban. Los gritos de dolor de mis seres queridos resonaban en mis oídos, por más que tapaba mis orejas seguían ahí, no sé como pero el peso de mi cuerpo fue demasiado para mí. Caí al suelo de rodillas mientras las imágenes pasaban por mi mente, la sonrisa de mis padres, el llanto de Gray sobre el cuerpo inerte de su madre y mi madrina de bautizo, las caras tristes de la caravana ante la muerte del tío Escorpio, la muerte de la tía Acuario y como la abuela lloraba a su última hija viva. En cada una de ellas me vi a mí, sin soltar una sola lágrima, tachada de inhumana, de no tener sentimientos. Las lágrimas inundaban mi cara ahora, todo lo que no pude llorar antes lo estaba haciendo ahora... pero... ¿por qué? ¿Qué ocurrió ahora que no ocurrió antes?
—Perdóname.
Como si de un hechizo se tratase, todo paró de escucharse. Los gritos, los insultos, los llantos, las imágenes, todo desapareció y en su lugar quedó un calor, un calor cálido en mi pecho. Sentí unos brazos llenos de dulzura y delicadeza acoplarse en mi cuerpo tomándolo como suyo. Un aliento cálido golpeaba mi oreja mientras susurraba pequeñas palabras.
«Lo siento»
Yo no podía más que encogerme en ese calor, ¿De dónde provenía? No lo sabía, pero agradecía a Dios de haberlo enviado. Mis brazos, mis débiles y pobres brazos pasaron alrededor de su cuerpo abrazándolo hacia mí con fuerza mientras de forma inútil trataba de contener los temblores del mío propio. Las lágrimas seguían descendiendo, pero ya no había gemidos lastimeros, solo lágrimas. Sentía sus manos acariciar mi velo con suavidad. ¿Dónde estaba? Tampoco lo sabía y sin embargo me sentía segura, entre estos brazos, estos labios que soltaban palabras esperanzadoras, diciéndome que todo está bien, que no tengo que preocuparme... ¿le debo creer? Mi corazón y mente dicen que si...entonces...debo creerle...
NATSU
Tenía aferrado a ese pedazo de músculo lleno de dolor entre mis brazos, no podía creer que, en cuestión de horas, aquella mujer que se veía tan fenomenal y alegre bailando hubiera terminado en un pequeño cordero abandonado pero lo que más me tenía absorto de mi persona era lo que pasaba en ese preciso instante. Cualquiera que me viera quedaría impresionado. Yo, el coronel, Natsu Dragneel, caracterizado por ser un ser frío y sin sentimientos más que para su familia, abrazando y consolando en este instante a una gitana. A una gitana borracha que solo se ha dedicado a insultarlo, acabar con su paciencia, enfrentarlo sin importarle lo que sucedería después para finalmente romperse en fragmentos de alma rota y caer al suelo llorando como una niña pequeña que se ha quedado sin padres. ¿Y qué hago yo? Me siento en el suelo, la tomó en mis brazos sentándola encima de mí, ¡encima mío! Veréis ya lo jodidamente comprometedor que es esto. Este tipo de acciones en público deberían ser algo para avergonzarse, pero no solo conforme a eso he terminado atrayendo su cuerpo hacia mí para que llore todo lo que desee, sin importar que moje mi uniforme y sin importar que este lloviendo fuerte. Si, es oficial, el coronel Dragneel ha perdido la cabeza.
¿Por qué hacía esto? ¿Por qué simplemente no la soltaba y me iba dejándola ahí? ¿De cuándo acá tengo que recoger borrachos de la calle y ayudarlos? ¡Soy un coronel, maldita sea! ¡Mi lugar es en el campo de batalla! ¡No aquí!
La mire con enojo, enojo por estar metido aquí como si fuera mi responsabilidad de cuidarla. ¡ella no es mi responsabilidad! Nadie le obligó a emborracharse, nadie le puso una pistola amenazándola de que si no bebía moriría. Así como a mi tampoco me pusieron una pistola amenazándome de que, si no la abrazaba, me matarían.
—Oye... —Susurré de manera suave para llamar su atención.
Ella se levantó de mis brazos por un segundo y me miro con una tristeza inmensa en sus ojos. Se podía ver como si la tortura más horrible estaba viviéndola en la piel, no tenía rastros de ella, pero eso mismo era lo que más le daba sorpresa, su dolor, su tortura era mental, ella misma parecía estarse lastimando, pero la duda era ¿con que?
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La Gitana Del Coronel
FanfictionUna tribu gitana ha llegado al pueblo de Magnolia, el lugar mas cercano al reino de Crocus. Todo el pueblo los ve llegar con sus caracteristicas ropas llenas de colores, con pañuelos amarrados en la cabeza, sus monedas amarradas en el cinto y los pi...
