Una mañana más se encontraba en aquella academia acompañada de media docena de bailarinas y esa estaba siendo la más intensa de todas, pero debían esforzarse lo máximo posible. Habían pasado ya demasiados meses desde su último show en España y sus seguidores ya pedían a gritos el evento que Alberto había conseguido en Madrid y que sería en cuestión de días.
Aunque su felicidad iba mucho más allá de su carrera profesional. No podía olvidar aún esa noche en que Alonso le comunicó que su acosador por fin estaba entre rejas. Él se lo prometió y lo había cumplido. Desde ese día ambos pudieron comenzar a relajarse, cosa que agradeció, puesto que los dos acordaron que no era necesaria la presencia de Nicolás ni de ninguno de los guaruras que los protegían y seguían a todos lados.
Y ahora podía salir sola, caminar sola, ir de compras o simplemente tomar un café con sus amigas sin miedo a que alguien intentara hacerle daño.
Su pequeño o pequeña se estaba comportando demasiado bien porque, a pesar de todo el ajetreo de los ensayos, la estaba dejando trabajar con tranquilidad. Se sorprendía ella misma de la agilidad que mantenía a pesar de que su vientre ya había crecido considerablemente. A sus veinte semanas parecía ser tan ágil como antes de ese embarazo y, al contrario de lo que pensaba, no había perdido sus energías.
—¡Así se hace, chicas! —gritó aplaudiendo cuando la música terminó—. Lo hicieron de maravilla —las felicitó a todas entre abrazos y aceptó la toalla y la botella de agua que Olivia le ofrecía—. Si no les importa, Puntito y yo necesitamos un break.
Todas asintieron y se retiraron a descansar mientras ella se acercaba hasta donde se encontraba esperando su mejor amiga.
—¡Fer! —La abrazó con efusividad—. Qué sorpresa que viniste. ¿Cuándo llegaste?
—Ahora mismo, estaba viéndote cantar y bailar. Me encanta este nuevo performance, amiga —la halagó abrazándola también.
—Puntito está ayudando, sabes que amo cantar y bailar y muero por estar arriba del escenario otra vez —confesó sonriente mientras se miraba en los espejos que componían la pared principal de aquel salón—. Pensé que me costaría más, pero se siente muy hermoso hacerlo con este bebé acá —reconoció acariciando su vientre.
—Es que mi ahijado es precioso —alardeó colocando las manos en su abultado abdomen, haciendo que su pequeño se removiera dentro de ella—. ¡Mira esto! Ya me reconoce y sabe que soy su tía, ¿verdad?
Rió con fuerza al ver la extremada humildad de su mejor amiga, aunque su pecho se llenaba de ternura al sentir como mimaba y consentía, a través de su vientre, a su futuro ahijado. Se sentaron para conversar, pero un mensaje que llegó a su celular las interrumpió y la obligó a concentrar su atención en él.
—Regina, ¿me escuchas? —La zarandeó por los brazos—. Esto es importante, ¿sabes? Estamos hablando de la habitación de mi sobrino o sobrina.
—¡Esto también es importante, Fernanda! —se quejó.
—Está bien —Levantó las manos al verla alterarse—. Dime qué es. ¿Qué pasa?
—Es de la consulta de mi ginecóloga para avisarme que mañana tengo cita con ella —explicó con una sonrisa—. Me harán una ecografía e intentaremos ver si Puntito es niño o niña.
—¿Qué? ¿De verdad? —Rió asintiendo ante su asombro y emoción, recibiendo entre risas su abrazo y sus chillidos de felicidad—. ¡Tenemos que celebrarlo! Yo quiero organizar su fiesta, tenemos que invitar a toda... —comenzó a hablar sin descanso, pero de repente calló quedando completamente ida y mirando hacia algún lugar sin que ella pudiese comprender su reacción.
ESTÁS LEYENDO
Pequeña Tentación #BilogíaTentación
RomanceTras unas merecidas vacaciones con su mejor amiga, Regina regresará a los escenarios sin imaginar lo que la vida le tenía preparado. Regalos y notas sin firma la obligaron a buscarlo... Él. Alonso Dávila, la cabeza de una de las mejores agencias de...