"Inventa la excusa más tonta del mundo y ven a buscarme."
Un escalofrío la obligó a despertar sin querer hacerlo, sintiendo unas caricias que supo exactamente de dónde provenían. No quiso moverse, pero al abrir los ojos un poco, sin que él se percatase, vio la delicadeza con la que paseaba sus dedos por la piel de su vientre descubierto.
Aún no podía creer todo lo que habían vivido hacía tan solo unas horas. Pensó por un momento que era un sueño, pero la escena que tenía frente a sus ojos se lo confirmaba. Todo era cierto. Estaba comprometida, iba a tener un bebé, un hijo de su amorcito... Ahora, su futuro esposo estaba haciéndole caricias a esa personita que comenzaba a formarse y era imagen la más hermosa de todas.
—Buenos días —saludó, haciendo que el rubio que permanecía recostado junto a ella alzase la vista con una sonrisa.
—Buenos días, tesoro —le regresó el saludo acompañado de un beso en los labios, pero sin apartar la mano de su vientre—. Pensé que no despertarías en todo el día.
—¿Tanto dormí? —preguntó extrañada, tomando su teléfono de la mesita para comprobar la hora: ¡las diez! Nunca había dormido tantas horas seguidas—, Es muy tarde, amorcito.
—Estabas cansada —Acarició su mejilla y volvió a besar sus labios. En esa ocasión con más intensidad, tomando su boca entre la de él para apoderarse de sus labios hasta hacerla suspirar cuando los soltó—. Estaba acariciándote y ni siquiera te diste cuenta.
—Es verdad que nunca había dormido tanto —admitió y fue entonces que ella también llevó una mano a su vientre—, pero en esta ocasión es tu hijo.
—¿Mi hijo? ¿Por qué mi hijo si él es apenas un puntito aquí adentro? —Sonrío sintiendo que sus ojos picaban cuando posó sus labios en su vientre completamente plano.
—Porque la doctora dijo que probablemente me daría más sueño de lo normal.
—Verdad —reconoció y ella rió dejando que colocase su cabeza sobre ella—. Crear una vida es muy cansado.
—Así es —afirmó riendo.
—Mi madre se lo repetía a mi padre hasta el cansancio cuando estuvo embarazada de mi hermana —calló al ver que acariciaba ese punto, sin cansarse, con toda la ternura que ese hombre guardaba—. ¿Tienes hambre? —preguntó entre risas, seguramente al escuchar a su estómago quejarse.
—Creo que sí —reconoció.
—¿Quieres que prepare zumo, café, tostadas, fruta...? —Su sonrisa la hizo sonreír hasta que sintió una náusea que la obligó a respirar hondo—. Tesoro, ¿Qué sucede?
—No, nada. Creo que es una pequeña náusea, pero ya va a pasar. Cálmate —pidió incorporándose en la cama al ver la expresión seria y preocupada que hizo—. Y que sepas que las embarazadas no pueden tomar café.
—¿Qué? Bueno... —Río al verlo rascarse la nuca nervioso y disfrutó por un momento verlo tan tranquilo y relajado—Supongo que tendré que ponerme un poco al día.
—Creo que... —Pero no tuvo tiempo de terminar lo que pretendía decirle cuando de un salto bajó de la cama y corrió al baño para arrodillarse frente al inodoro y regresar lo poco que tenía en el estómago.
—Tesoro —la llamó para hacerla saber que estaba ahí, recogiendo su cabello y acariciando su espalda mientras ella vomitaba.
—Estoy bien —logró decir cuando pasaron las náuseas y se levantó despacio temiendo que, tal y como le había advertido la doctora, también los mareos se hicieran presentes.
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Pequeña Tentación #BilogíaTentación
RomanceTras unas merecidas vacaciones con su mejor amiga, Regina regresará a los escenarios sin imaginar lo que la vida le tenía preparado. Regalos y notas sin firma la obligaron a buscarlo... Él. Alonso Dávila, la cabeza de una de las mejores agencias de...