Capítulo 18: Eres una tentación, tesoro ✅

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"Me gusta tu piel. Tiene ese tono de otoño parecido al café con canela y leche."

Q.N.


Cuando abrió los ventanales de acceso a la pequeña terraza el aroma a salitre y el ruido de las olas fueron las primeras sensaciones que pudo percibir. Hacía varios meses que no visitaba una playa y la realidad es que ya le hacía falta, por eso no dudó en aceptar la propuesta de Regina. Aunque no estaba en sus planes, le parecía una excelente idea pasar los últimos cuatro días de su viaje en uno de los lugares más especiales de México.

Tulum y sus maravillosas playas habían sido el lugar que ella había escogido y no podía haberlo hecho mejor. Era el primer día en aquel mágico lugar y solo deseaba poder visitar cada rincón, pero sobre todo buscar cualquier punto de aquella playa donde practicar algún deporte.

Al dar media vuelta, pudo ver la maravillosa habitación de la cabaña en la que se alojarían. Y es que no solo tenía una preciosa terraza privada con una pequeña piscina y varias hamacas donde descansar, en la habitación una gran cama presidía la estancia frente a una bañera que, seguramente, haría la función de jacuzzi, junto a dos sillones y una pequeña mesa baja de cristal. Aunque la zona más bonita no era ninguna de esas sino la terraza que se encontraba en el piso superior donde no solo había otra piscina privada, también una zona de descanso con sillones y unos enormes asientos en el suelo. Pero estaba seguro de que lo que más le había gustado a la castaña era la ducha exterior y completamente aislada de los ojos de los otros clientes que tenían para ellos solos porque nada más descubrirla no dudó en ser la primera en probarla.

—Ya estoy lista. Esa ducha es una maravilla —La escuchó a su espalda y al dar media vuelta sintió que le faltaba el aliento—. Lo compré antes de venir, ¿te gusta?

Dio un paso hacia él y como si fuera una modelo de auténtica pasarela dio una vuelta completa para que sus ojos pudieran apreciarla en cada uno de sus ángulos. Vestía con solamente un bikini blanco, el cual se ajustaba perfectamente a las curvas de sus caderas y marcaba perfectamente su trasero, realzando, al estar anudado a su cuello la parte superior, sus pechos.

—Estás hermosa, tesoro —Se acercó a ella y la tomó de la cintura. Le iba a ser muy difícil contenerse de salir de aquella cama si seguía usando esos trajes de baño con él—. Aunque creo que tendré que vigilarte bien.

—¿Y eso por qué? —preguntó poniéndose de puntitas para colgarse de su cuello, dejando sus labios muy cerca de él.

—Porque estoy seguro de que todas las miradas caerán sobre ti.

—Pueden mirar lo que quieran, amorcito —Tomó sus manos y las puso sobre su trasero, empujándose contra él provocativamente—, porque tú eres el único que puede tocar.

Su respiración se aceleró al sentirla tan cerca, aún más cuando no dudó en apoderarse de sus labios. Unos labios que hicieron el mayor esfuerzo por no explorar cada rincón de su cuerpo y únicamente se conformaron con probar hasta el último espacio de su boca.


Lograron salir de la habitación unos minutos después dispuestos a pasar el resto del día en la playa, o al menos esa era la intención de la castaña que iba tomada de su mano. Recorrieron el pequeño camino que los llevaba directamente a la playa y apenas tuvieron el mar frente a ellos pudo ver la preciosa y deslumbrante sonrisa de Regina, esa que no había desaparecido de su rostro en ningún momento desde su llegada al país.

—Me encanta estar aquí —Lo miró y poniéndose de puntitas pudo alcanzar sus labios para besarlo—. Gracias por aceptar venir.

Soltó su mano y, como si fuera una niña pequeña, corrió hacia la orilla para dejar que el agua mojase sus pies. Sonrió viéndola feliz y tan relajada que por un momento hubiese querido proponerle no regresar, que se quedaran ahí para verla siempre así. Esperó unos minutos para dejarla disfrutar y al ver que daba media vuelta para buscarlo caminó hacia ella.

Pequeña Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora