"Hay unos que mienten mirando a los ojos y otros que dicen la verdad bajando la mirada."
Perdió la noción del tiempo que había pasado dando vueltas por la ciudad luego de salir de su oficina. Debía contarle la verdad de lo sucedido, pero ni siquiera tenía una idea de cómo lo iba a hacer. Sabía que volvería a ponerse mal, que probablemente sufriría otro ataque de pánico y eso era lo último que quería. Pero no podía ocultárselo y mucho menos dejar que Mateo le restara importancia al asunto.
Luego de pensarlo mucho tomó una decisión, quizá no era la forma correcta, pero tenía que hacerlo así y no pensaba echarse atrás.
Llegó al edificio recibiendo el mensaje de confirmación que esperaba y subió rápidamente hasta su apartamento, saludó a Raúl y luego de hablar durante un par de minutos con él ingresó al lugar.
—Alonso, al fin llegas —Escuchó sus pasos y enseguida lo abrazó por el cuello.
—Lo siento, tesoro, tenía que ir a la agencia y no pude posponerlo —se excusó besando sus labios—. ¿Ya se fueron Fernanda y Alberto?
—Sí, hace como treinta minutos —respondió enseguida, mirándolo a los ojos muy fijamente como si estuviera estudiándolo—. ¿Pasó algo? Te veo raro, amorcito —Acarició su mejilla y trató de sonreír para no preocuparla antes de tiempo.
—No, tesoro, no pasa nada —Besó su frente y no tuvo tiempo de reacción cuando sintió que ella se sobresaltaba al escuchar el timbre—. Tranquila —pidió apretando los dientes, lleno de rabia porque hasta protegida seguía sintiendo miedo de un simple timbre.
—¿Esperas a alguien?
—Son Jaime y Mateo, el policía que se está encargando del caso, ¿lo recuerdas?
—Sí, claro. Él estuvo cuando pasó lo de mi coche —Asintió enseguida, pero ella frunció el ceño—. ¿Por qué vienen acá? Si fuiste a verlos a la agencia, ¿no?
—Sí, pero tiene que tomarte declaración de lo sucedido y le pedí que viniera aquí —explicó sin darle más detalles—. Sé que es difícil recordarlo, tesoro, pero es necesario. Lo entiendes, ¿verdad? Si no fuera imprescindible sabes que no dejaría que pases por esto.
—No te preocupes, Alonso, lo sé —Le sonrió levemente mirándolo a los ojos—. Hazles pasar y terminemos con esto de una vez, ¿sí?
—Está bien —Besó su frente y dejándola de pie en medio del salón caminó hacia la puerta.
Abrió y sin apenas saludarlos dejó pasar en primer lugar a Jaime y enseguida lo hizo Mateo.
—Decidí dejarte a ti el honor de decirle a mi novia que tus hombres dejaron escapar al hijo de puta que intentó abusar de ella —le susurró al oído cuando pasó a su lado, sintiendo su mirada clavándose en él.
Entraron al salón y fue su mejor amigo el primero en saludar a la castaña.
—Hola, Jaime. ¿Cómo estás? —preguntó con amabilidad Regina al saludarlo con un beso en la mejilla.
—Bien, gracias. ¿Cómo te encuentras hoy? ¿Mejor?
—Sí, gracias por preocuparte —Le sonrió y enseguida miró al policía que la veía preocupado.
—Tesoro, ¿recuerdas a Mateo? —intervino acercándose a ella.
—Sí, claro —respondió haciéndole sentir sus nervios.
—Es un placer verla bien, señorita Hendrich.
—Gracias —Se estrecharon la mano y enseguida lo miró a él—. ¿Podemos comenzar de una vez?
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Pequeña Tentación #BilogíaTentación
RomanceTras unas merecidas vacaciones con su mejor amiga, Regina regresará a los escenarios sin imaginar lo que la vida le tenía preparado. Regalos y notas sin firma la obligaron a buscarlo... Él. Alonso Dávila, la cabeza de una de las mejores agencias de...